Nos explicamos demasiado, a veces damos demasiadas explicaciones. O no, quizás no esté bien expresado, quizás sea más correcto decir que “creemos que nos tenemos que explicar” aún cuando no nos hayan pedido ninguna explicación.
…y lo peor no es “explicarse”, porque explicarse tiene un punto frío (un punto racional) que puede ser más o menos soportable según el caso, lo realmente jodido es cuando pasamos de “explicarnos” a “justificarnos”… incluso cuando nadie nos haya reclamado ninguna justificación.
Y es que en ocasiones, cuando damos demasiadas explicaciones y pasamos a justificarnos sentimos que algo de nosotros mismos se nos escapa, se nos va, se nos queda ‘al aire’ sin que sepamos muy bien por qué, con la certeza de que no deberíamos estar haciéndolo.
Hace unos días pude escuchar a alguien que se presentaba en un contexto informal, explicaba que actualmente no estaba trabajando. Torpe y ahogadamente trataba de justificar su situación laboral sin que absolutamente nadie le hubiera preguntado por ello. Poco a poco, palabra a palabra, la persona se fue deshojando a sí misma, teniendo más fuerza el lenguaje no verbal de la justificación que las propias palabras que aseguraban que estaba en un proceso de ‘reciclaje profesional’, un proceso que no se evidenciaba en la palidez de su rostro, la sequedad de su boca, el nerviosismo de sus gestos y la vibración de su voz, (demasiadas veces confundimos presentarnos profesionalmente con explicar nuestra situación de alta o no alta laboral)…
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Excusatio non petita…
Pocos latinazgos me quedaron de mi etapa jurídica, pero uno de los que siempre me llamó y me llama la atención es el “Excusatio non petita, accusatio manifesta” (‘excusa no pedida, acusación manifiesta’)… vamos, que una de la maneras más significativas de señalarse es disculparse cuando nadie te lo está pidiendo (‘quien se excusa, se acusa’).
Más allá de la cadencia ‘refranera’ que tiene la frase (que conste que no soy muy de refranes), no deja de ser curioso observar ese tipo de conversaciones en las que una persona se ahoga en sus justificaciones y la otra ratifica la culpabilidad ajena unas veces con pena, otras con comprensión, y otras veces con una cruel y velada satisfacción al presenciar la auto-condena del otro.
Pero… ¿Por qué tenemos la necesidad de relatar nuestra vida? ¿Por qué necesitamos argumentar nuestras acciones y omisiones a los demás?, sobre todo cuando nadie nos lo ha pedido…
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Dónde nacen las justificaciones
Muchas de nuestras justificaciones nacen de una desconexión entre “lo que decimos”, “lo que hacemos” y “lo que deseamos”. Cuando se nos rompe (o rompemos) este eje se nos astillan los propósitos y nos herimos la “autoconfianza”.
Si a nivel interno sentir esta desconexión no resulta nada agradable, suponer que los demás la están percibiendo no ayuda en absoluto. La solución, en muchas ocasiones, pasa por abrir una autopista sobre la que circulen veloz y escandalosamente ‘autojustificaciones’ y ‘justificaciones’ que acallen el ruido de cualquier incoherencia propia que pudiéramos estar dejando entrever.
Tener nuestra atención e intenciones excesivamente focalizadas en la necesidad de que los demás confíen en nosotros o en que tengan una determinada imagen, puede convertirse en una peligrosa estrategia si cada vez que nos apartamos del “ideal” que visualizamos para nosotros mismos, lejos de reconocer los errores y las desviaciones propias de cualquier proceso de desarrollo personal o profesional, tratamos de obcecarnos en remendar nuestra realidad con el material más barato que tenemos a mano: las excusas y las justificaciones.
Así que cuanto más grande sea la brecha entre “lo que decimos”, “lo que hacemos” y “lo que deseamos”, más posibilidades tendremos de generar justificaciones que terminen amortiguando esta falta de correspondencia en la que se mezclan peligrosamente: realidad, expectativas y deseabilidad social.
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Justos por pecadores
Una de las cosas que más me llama la atención de este juego es que todo huele a una cierta “inmadurez personal” e “íntima soberbia”, una soberbia ejercida hacia uno mismo y desde uno mismo hacia los demás.
En otras palabras, caemos en una especie de “cabezonería emocional” en la que nos empeñamos en ser fiel a una expectativa y sentirnos obligados a dar razones del punto en el que nos encontramos respecto a ella, algo que está genial cuando las cosas nos van bien pero que nos resulta desagradable cuando las cosas no nos marchan como quisiéramos.
Al final, terminamos huyendo de aquellas situaciones o personas ante las que SUPONEMOS que tenemos que explicarnos o justificarnos. Acabamos alejándonos de todo aquello que huela a “dar una explicación” precipitando acontecimientos y encuentros en nuestra cabeza que no son más que pura especulación. Incluso, en el peor de los casos, terminamos “inventando rencores” hacia esas personas, que ni idea tienen de todo esto y que participan de nuestra tóxica fantasía.
…en definitiva, preferimos aislarnos de determinadas personas y circunstancias porque la huida es siempre más cómoda que el afrontamiento, aunque el afrontamiento sea más efectivo, más nutritivo, nos haga crecer y termine dinamitando nuestros miedos y con ellos nuestras excusas.
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El “estar” te hará libre
A veces pensamos que vivimos para contarlo y no, no es eso. NO VIVIMOS PARA CONTARLO, de hecho, no tienes que contarlo todo, es más, probablemente si lo CUENTAS TODO serán otros los que terminen alejándose de ti.
El respeto hacia uno mismo y hacia los demás se concilia perfectamente con el derecho a contar tu vida o no, a quién quieras y cuando quieras. Es un arte saber hacerlo, sin ofenderte a ti y sin ofender a quien tienes delante, es el puro ejercicio de la asertividad. Un arte que nos hace libres, un arte que le da más valor al ESTAR que al PARECER.
No nos confundamos. No nos expliquemos más de la cuenta. Compartir no es exponerse. Presentarse a alguien en ningún caso puede significar ponernos en evidencia. Aprendamos a presentarnos profesionalmente, o personalmente incluso, dándonos valor desde lo que somos y podemos aportar, más que explicando nuestro histórico reciente.
Defendernos no es efectivo, mucho menos cuando nadie nos ha atacado, y las excusas y justificaciones son una forma de defensa.
ESTAR es eso, “estar”, a veces no hace falta decir nada para disfrutar, conocer, aprender y relacionarse con otras personas… ¿Lo has probado alguna vez?
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Procesos y Aprendizaje
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Damos demasiadas explicaciones
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Me encanta. Y no daré más explicaciones..jjjj
Saludos David!! Tú siempre tan grande.
Gracias Inma,
Un abrazo!!!!
Me decía un conocido que tenía un gran amigo con el que era capaz de estar varias horas seguidas sin intercambiar palabra, y me indicaba que estuvieron juntos una tarde sentados cerca del litoral de Huelva, viendo la puesta de Sol, sin hablar, con sus pensamientos, reordenando su mente, hasta que se despidieron. Son como hermanos y saben que se tienen el uno al otro siempre que haga falta.
Digo esto a colación de tu artículo, querido David, porque los seres humanos tenemos la virtud de no haber perdido del todo ese instinto natural que te hace “percibir” y con el que también uno es capaz de descubrir cómo es tu interlocutor y entenderte con él.
Claro está que esto pudiera no valer para una entrevista laboral, donde sí hay que decir algo, pero no por mucho charlar dices mejor las cosas; solo tenemos que recordar las técnicas budistas del pensamiento que son parcas en palabras y usan la meditación como fuente de inspiración y aprendizaje.
Un abrazo y gracias, David, por compartirlo
Me encanta tu comentario Benito A. de la Morena Carretero, sobre todo porque cada vez aprecio más el silencio, y un silencio compartido con alguien al que aprecias es una forma de vínculo que bien merece la pena experimentar y que estoy seguro que fortalece los lazos. Bien es cierto que no es el caso de una entrevista de trabajo… y mi propuesta en este sentido es: trabajarnos bien el mensaje que queremos compartir, focalizarnos en nuestras competencias (las técnicas y las emocionales) y no dejar que nuestro ‘ego’ haga mucho ruido (bien pavoneándonos, bien haciéndonos dudar de nosotros mismos)…. un abrazo!!