Saber cuando abandonar no es rendirse. Y es que una cosa es “luchar por tus sueños” o “por lo que quieres” y otra muy distinta es “morir en el intento”.
Cada semana me encuentro una docena de mensajes que me invitan a perseguir y luchar por mis sueños y proyectos. Reconozco que a veces me entra un poco de pánico, primero porque en ocasiones se me olvidan “mis sueños” y esos mensajes me hacen sentir un vacío del tipo “no sé qué puñetas es lo que tengo que perseguir”, en esos momentos suelo tener una visualización bastante estúpida: me imagino a todo el mundo corriendo hacia sus sueños felices y contentos, y yo “súper huérfano de anhelos” y deambulando como un idiota como si hubiera perdido el alma.
Otras veces, cuando estoy en uno de esos días de “lo tengo todo clarísimo” noto que me falta el “cómo lo consigo” y me hago un poco de lío si no veo las respuestas claras, al final empiezo a cuestionármelo todo.
Afortunadamente tengo un repertorio de “estados de ánimo” más amplio y suelo tener una vida más relajada de la que acabo de expresar en estos dos párrafos ;).
…y ojo, que conste y quede por escrito que vivo y siento que “los sueños y los proyectos” son un motor, algo necesario que nos aporta sentido, estimula nuestra creatividad y son la mejor herramienta que conozco para proyectar lo que queremos ser.
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Los obstáculos y la motivación
Probablemente lo haya dicho en alguna que otra entrada anterior: “los obstáculos son la auténtica medida de nuestra verdadera motivación”, nos ponen en nuestro sitio y a veces son necesarios para calibrar hasta qué punto queremos algo y hasta dónde estamos dispuestos a invertir para alcanzar una meta.
Es verdad que en ocasiones abandonamos a la mínima de cambio, que nos conformamos pronto con la derrota sin a penas haber actuado. Vivimos en la sociedad de “lo inmediato”, “lo accesible” y “lo gratis”, y en algunas ocasiones, si lo que queremos se aleja de estas tres variables abandonamos la meta. Esto sí es rendirse. Conformarse, a veces, es una forma de rendición y una forma de empezar a morir.
En otras ocasiones ocurre todo lo contrario, nos obstinamos en algo y cuando encontramos algún obstáculo nos comportamos como el pájaro que quiere salir de un habitación y choca una y otra vez contra la misma ventana. La obstinación puede dejar de convertirse en una fortaleza para transformarse en una prisión, una trampa que te puede acabar cegando y no dejándote ver el propósito original.
En definitiva, los obstáculos son naturales, forman parte del proceso hacia los objetivos y claudicar ante ellos demasiado rápido o chocar una y otra vez con la misma piedra en su camino no son conductas muy efectivas…, vamos que ni una “actitud apocada” ni una “actitud tozuza” nos va a servir de mucho.
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¿Cuándo abandonar?
Me parece una virtud saber cuándo hay que dejar de avanzar por una vía muerta. Me refiero a los “abandonos inteligentes”, esos que te nutren la experiencia, estimulan tu creatividad y te permiten replicar lo aprendido en otras situaciones.
No es sencillo. Normalmente una de las estrategias para averiguar si es conveniente abandonar un objetivo es buscar referencias externas. Sentimos la necesidad de buscar visiones que tengan una panorámica distinta a la nuestra. Lo complicado en estos casos es buscar visiones limpias de juicios e intereses personales (por ejemplo, un amigo te puede recomendar que abandones un proyecto porque piensa que estará menos tiempo contigo). Buscar gente que esté instruida en la decisión que tengas que tomar y que sea sincera siempre es una referencia adecuada, pero no suficiente, y es que la decisión la tienes que tomar tú… no la delegues en ningún “experto o experta”.
Otra cuestión a considerar es saber si el deseo de abandonar un objetivo está condicionado por situaciones o acontecimientos puntuales, o es un deseo recurrente. En el primero de los casos probablemente no estemos en el mejor momento para tomar ninguna decisión, quizás estemos enfadados, cabreados, o desanimados por algún incidente. En el segundo de los casos, si el deseo de abandono comienza a ser el “deseo dominante”… quizás algunas de estas preguntas puedan apoyarte:
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- ¿Hasta dónde estoy dispuesto a llegar en la consecución de mis objetivos, de mis proyectos?
- ¿Dónde están mis límites?
- ¿Puedo modificar y adaptar mis límites? ¿Quiero hacerlo?
- ¿Qué resultados estoy obteniendo en el proceso hacia mi objetivo?
- ¿Quiero seguir avanzando hacia ese objetivo o me estoy dejando llevar por la inercia?
- ¿Estoy confundiendo los obstáculos con la meta?
- ¿Para qué quiero ese objetivo?
- ¿Qué valor me aporta ese objetivo o ese proyecto?
- ¿Han cambiado las condiciones desde el día que decidí marchar hacia ese objetivo?
- Y antes de abandonar…¿Lo he intentado todo?
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Saber cuándo abandonar no es lo mismo que rendirse. Saber cuando hay que dejar de avanzar por una vía muerta es un “abandono inteligente”. Andar en círculos no vale, no te lleva a ningún sitio. Y sobre todo, no te olvides de que “se pueden abandonar objetivos, pero no la capacidad de buscarlos, generarlos y alcanzarlos”.
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Veo tu artículo después de muuuucho tiempo y te doy las gracias.
Me hace bien justo en este momento
Gracias de nuevo
Gracias a ti… haces que el post tenga sentido.
Un abrazo!!
d.
Últimamente pienso en todo aquello que me pueda salir tanto bien como mal, tan solo consigo un pensamiento lleno y puro de miedos, los cuales no son en lo absoluto parecidos a la realidad, pero que aún así los tengo en la cabeza. Estos me generan inseguridad en lo que quiero hacer y lograr, no sé si abandonar sería la opción indicada, pero es que tampoco le encuentro el sentido a seguir intentando aquello que lo único que termina logrando es provocarme pensamientos negativos y desesperación a la hora de querer hacer las cosas bien. Yo tengo un sueño, o por lo menos creo tenerlo. Estoy dudando de que éste se pueda cumplir… Como dije tengo miedo, no sé que me puede provocar el hecho de fracasar, pero tampoco sé que pasaría si abandono como tal. Dejar aquello por lo que he intentado por demasiado tiempo así de la nada… ¿Después qué?
No sé, tanto pensar solo me preocupa más y más.