#citaciega
“…le encantaba subirse ahí y hacer el truco de la nariz
para que todos aplaudieran y se volvieran locos…”
‘Kito’, de Fátima M. Roldán
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Esta semana está siendo intensa en cuanto a intervenciones en equipos. Es una semana de esas que son tan bonitas como “apretadas”. De nuevo, me vuelvo a encontrar con equipos y grupos humanos sedientos de dos cosas: eficacia y bienestar.
Eficacia y bienestar, a partes iguales. La gente quiere estar bien, la gente quiere que las cosas marchen bien. La gente quiere buen rollo, pero a veces a la gente le cuesta tomar la iniciativa para generar buen rollo… sobre todo con quienes precisamente necesitan generarlo. Estar bien con quien nos cae bien es fácil… estar bien con quienes no tenemos afinidad es más complejo… estar bien con quienes sentimos que tenemos una cuenta pendiente nos resulta complejamente complicado… que todas estas personas formen parte de un mismo equipo puede ser una bomba… de relojería o de aprendizajes (normalmente de lo primero).
La cuestión es que todo lo anterior redunda de forma definitiva en la productividad del equipo, en la consecución de los objetivos. Demasiada tensión emocional negativa, explicita e implícitamente manifestada, acaba distrayendo la atención de lo realmente importante… en el sentido humano y en el orden de los resultados.
Los equipos de personas no son sistemas fríos. No son piezas de un motor que se activan automáticamente según la función que desempeñen. Necesitan algo más, necesitan de los estados de ánimo necesarios que funcionan como el lubricante que permite que todo gire bien, que las cosas no se atasquen y que las fricciones no alcancen una temperatura que acabe gripando el motor.
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Para que la gente esté bien
Todos tenemos un corazoncito… te puede sonar como una cursilada, pero es la puñetera verdad. Todos tenemos unos afectos. Detrás del comportamiento más tirano hay una historia (probablemente llena de vulnerabilidades). Detrás del silencio más contundente también hay otra historia. Detrás de una mirada esquiva, una mala contestación, de un desplante, de una sonrisa, un abrazo o incluso detrás de una ausencia… hay una historia. Normalmente, cuando conocemos esas historias entendemos el comportamiento (lo que no quiere decir que lo aceptemos o que lo tengamos que aceptar), y bien es cierto que cuando esto se conoce… la gestión resulta más sencilla.
Al final siempre están las personas, y resulta sorprendente cómo nuestras competencias más profesionales se terminan sometiendo a los estados de ánimo y las emociones que emanan, irremediables, frente a las cosas que nos ocurren.
En todo esto, y en mi proceso de aprendizaje, observo que hay cuatro necesidades esenciales que las personas necesitan cubrir cuando participan en un proyecto colectivo… y que si alguna de ellas flaquea o no se cubre, la persona se resiente… o se va resintiendo… y el proyecto lo termina padeciendo…
…estas necesidades son: sentirse útil, hacer cosas que tengan sentido, recibir retorno y contribuir.
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Sentirse útil
Nos encanta. Nos capitaliza. Lo necesitamos. Sentirnos provechosos. Comprobar que lo que sabemos y hacemos genera valor.
Piénsalo. Cuando tu pensamiento y tus acciones generan resultados tangibles favorables, aparece un sentimiento de eficacia. Y el sentimiento de eficacia nos aporta seguridad, mejora nuestro autoconcepto e incrementa nuestra autoestima. Esta es una sensación muy agradable e incluso adictiva.
Si además de efectivos nos sentimos eficientes, capaces de optimizar tiempo, energía y recursos… tomamos consciencia de que sabemos elegir bien, somos inteligentes, sabemos tomar las mejores decisiones en lo que respecta a nuestra capacidad.
Lo contrario, no sentirse útil es demoledor. Y no te pongo ejemplos porque no hace falta recordar cómo nos sentimos en este caso.
Las personas en los equipos y proyectos colectivos NECESITAN SENTIRSE ÚTILES.
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Cosas que tengan sentido
Si a lo anterior le sumamos que eso que haces tiene sentido para ti, entonces, tu motivación se incrementa sin esfuerzo aparente. Nos encanta involucrarnos y comprometernos en proyectos y acciones que tengan un sentido para nosotros.
Casi da igual lo que hagas, siempre que el proyecto nos seduzca y la tarea esté orientada adecuadamente a su propósito. El “para qué de las cosas” es clave de motivación.
…sin un propósito final, las acciones aparecen desligadas, vacías, inconexas… sin alma. En cambio, cuando algo tiene sentido para ti (más allá de los propósito materiales o dinerarios) tu activación es natural y el compromiso auténtico.
Las personas en los equipos y proyectos NECESITAN SENTIR QUE LAS COSAS TIENEN SENTIDO para ellas.
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Retornos adecuados
Participar en un proyecto en el que no recibes retornos es como caminar por una habitación oscura. Cuando hablo de retornos me refiero a respuestas… las personas necesitan una respuesta sobre lo que hacen y cómo lo hacen, ahora bien… no vale cualquier respuesta…
Si la persona no obtiene ninguna respuesta con respecto a su participación en un proyecto terminará desorientada ¿por dónde voy? ¿voy bien?. Si las respuestas que reciben las personas consisten sistemáticamente en amonestaciones, rectificaciones y sanciones de algún tipo, estaremos poniendo el foco en el ‘error’, a la larga la persona tendrá más miedo a equivocarse que a atreverse, y la iremos arrinconando hacia la parálisis.
Por el contrario, las respuestas adecuadas fortalecen el compromiso y redundan positivamente en la cohesión del equipo. Estas respuestas tienen dos vertientes: reforzar a la persona cuando hace las cosas adecuadas, e instruir a la persona cuando falla, comete errores y o no sabe. En el primer caso estaremos potenciando el buen hacer, en el segundo caso estaremos generando aprendizaje y desarrollo.
Las personas en los equipos y proyectos NECESITAN OBTENER RESPUESTAS ADECUADAS CON RESPECTO A SU DESEMPEÑO.
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Contribución
Por último, si además de generar valor la persona aporta ese valor a un conjunto de fuerzas que operan en la misma dirección… la persona refuerza su sentimiento de pertenencia y, por tanto, el compromiso con el equipo o el proyecto.
El sentimiento de pertenencia nos hace sentirnos conectados a un determinado contexto y precisamente, a través de esa conexión, sentimos que con nuestras contribuciones tenemos capacidad de acción y de influencia, sentimos que no somos meros espectadores. Podemos actuar, podemos influir, ganamos en sensación de control.
Además, cuando las energías de distintas personas están alineadas en el mismo propósito, la concurrencia de contribuciones suele amplificar las capacidades individuales. La mayoría de las veces, ninguna sola sería capaz de soportar tanto peso o de llegar tan lejos. Somos parte de algo grande, somos parte de algo que transciende.
Las personas en los equipos y proyectos NECESITAN CONTRIBUIR.
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En todas direcciones
…es en todas direcciones…
…sentirte útil realizando cosas que tengan sentido, que te generen un retorno en forma de respuesta, y que contribuyan clara y directamente en un proyecto compartido.
…que el proyecto te haga sentir así… a quien tienes al lado también… que tú contribuyas en ello, que tú contribuyas en que quienes estén a tu lado se sientan así… facilitando su sentimiento de utilidad, dándole sentido a lo que hace, generando respuestas adecuadas y reconociendo las contribuciones ajenas, permitiendo las contribuciones ajenas…
…es la única manera… al menos yo lo creo así…
…o conciliamos el bienestar con la productividad, y la productividad con la capitalización de las personas… o los proyectos tendrán una fecha prematura de caducidad… los equipos tendrán su estructura afectada… nos alejaremos de los resultados… y nuestros ceños se fruncirán tanto como nuestro corazones.
Atrévete. Empieza por ti satisfaciendo estas necesidades en los demás.
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(siempre me gustó la historia de este videoclip, y no sé por qué, me recuerda a esto que acabo de escribir… en fin, el subconsciente, imagino…)
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Estupendo post!
Gracias Marián!