#citaciega
“…él decidía qué decisión era inteligente, y cuál no…
por eso cuando lo echaron, pensaba que se estaban equivocando (todos)…”
‘El Kabessa’, de Fátima M. Roldán
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El próximo miércoles día 24 la organización Autismo Sevilla organiza la Jornada de Networking “Buenas Prácticas en la Gestión de Entidades del Tercer Sector”, recibiéndonos en la sede de la Fundación Valentín de Madariaga a un puñado de entidades y participantes dispuestos a aportar y enriquecernos unos de otros.
El objetivo será generar un espacio de encuentro entre entidades del Tercer Sector para el intercambio de buenas prácticas y el fomento de la Responsabilidad Social de las Empresas. Va a estar bien, seguro.
Los facilitadores Álvaro Trujillo, Francesco Garcea y un servidor, representando a la Escuela Andaluza de Economía Social desarrollaremos una ponencia en plan los tres tenores, (joder… ¡¡hasta tenemos al italiano!!)… esto es, hablaremos los tres a la vez… bueno, a la vez no… trataremos de no pisarnos… (lo de no pisarnos va en sentido figurado, me refiero a no interrumpirnos y eso…) … [¿…sabéis si google penaliza estas chorradas que se escriben?]
El tema que vamos a tratar tiene mucho que ver con el trabajo que los tres venimos desarrollando, bajo el paraguas de la Escuela de Economía Social, en los últimos meses con algunas entidades, y que consiste en la generación de mecanismos participativos que articulen adecuadamente la Inteligencia Colectiva en las organizaciones.
Hablaremos de Liderazgo y Participación.
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Inteligencia colectiva
El tema es muy guay porque nos pone a indagar en cuáles pueden ser las mejores formas de agregar el talento individual para que se genere un talento mayor y colectivo.
No se trata de sumar sin más, ni de crear frankesteins remendando lo que uno y otro aporta o sabe hacer, es algo más… es crear algo nuevo, mucho más valioso que las aportaciones individuales, donde todo el mundo se siente parte… y donde al final del proceso es prácticamente imposible averiguar que aportó uno u otro participante.
Y es que, como dice el experto en Inteligencia Colectiva, Amalio Rey (para nosotros una referencia esencial), la inteligencia colectiva es una cuestión de diseño. Un equipo con coeficientes de inteligencia alto no tiene porqué correlacionar con un resultado colectivo inteligente, ya que jugarán un papel determinante las normas bajo las que este grupo decida funcionar para regular sus contribuciones, agregaciones y elecciones. Así, diseñar las normas y procedimientos de participación facilitará que la inteligencia colectiva emane.
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Liderazgo
Pero para que todo lo anterior pueda funcionar debe existir una dirección comprometida. Comprometida con el cambio y conectada con la realidad volátil del mundo que habitamos. Una dirección que genere compromiso y responsabilidad entre sus miembros
Ahora más que nunca, el ejercicio del liderazgo tiene que parecerse al ejercicio de un director de música… solo que la música que se toca es Jazz, y el que dirige debe dejar fluir cada aportación individual, orientada al objetivo colectivo: todos siguen el mismo ritmo, improvisando según el devenir del tema y reflejando el sonido y la personalidad de cada participante. Cuando suena bien, es sencillamente BRUTAL.
Tal y como expresa Xavier Marcet (en este artículo), hoy en día se requiere de otro perfil de directivo, “la complejidad del nuevo escenario ahoga a los jefes” … “ya no se trata de resolver problemas, se trata de enfrentar paradojas” …
…que, digo yo, serán más difíciles de afrontar si seguimos el antiguo modelo basado en el monopolio de la inteligencia (dicho con ironía) …
…o ganamos en flexibilidad, o estamos abocados a la extinción… y ganar en flexibilidad implica localizar, agilizar y conectar todo el talento disponible, tenga la forma que tenga, lo tenga quien lo tenga…
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Un nuevo modelo
Reconozco que no es sencillo. Primero porque la dirección heredera de las formas clásicas y caducas tendrá que iniciar un potente proceso de desaprendizaje, tanto técnico como emocional, para generar el espacio que permita el contexto de una organización participativa y flexible.
Segundo, porque todo esto requiere generar una cultura en la organización que no se crea de hoy para mañana. Una cultura de la horizontalidad en la que se mantengan claras las responsabilidades, se definan muy bien las condiciones de participación y se deje el margen de maniobra suficiente para que surja la mejor opción colectiva ante el problema o el dilema que se presente.
Tanto dirección como organización tendrán que desaprender para aprender. No es fácil, no es imposible… y con las adecuadas estrategias, desde luego, es accesible.
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…por aquí irán los tiros de nuestra participación en la jornada del jueves.
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Procesos y Aprendizaje
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Participación: clave de liderazgo
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