#citaciega
“- Así no
– ¿Entonces cómo?
-Así
-Vale…”
‘Maneras’, de Fátima M. Roldán
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¿Tú eres más de dar o que te den?
Para mí, saber dar es algo más que una habilidad, es una virtud.
Me refiero a saber DAR BIEN… no a dar de cualquier manera…ni que te den cualquier manera…
Saber dar y dejar a la otra persona satisfecha es algo maravilloso. Para ambas, claro. Una porque ha sabido dar, bien dado, y la otra porque ha recibido, en el mejor de los casos a gusto, lo que verdaderamente necesitaba…
…qué pasada, ¿verdad?… (visualiza, visualiza… quizás te ayude a entenderlo…) …
Saber dar requiere de cierta habilidad. No todo el mundo sabe dar bien. Igual que no todo el mundo sabe recibir bien…
…es cierto que hay personas que disfrutan mucho dando, que les encanta dar, y aprovechan la más mínima ocasión para quedarse satisfechas volcando en ti toda su generosidad casi en cualquier contexto (¡¡y aunque ni siquiera se lo hayas pedido!!) lo que puede estar bien o resultar invasivo según el caso … otras personas, por el contrario, se pasarían la vida recibiendo, todo el rato, todo el tiempo…
…piénsalo, qué te gusta más, ¿dar o que te den?…
…no sé, yo creo que para un buen desarrollo personal hay que saber colocarse a ambos lados… hay que saber dar y saber recibir… dar bien y que te den bien… solo así creo que podremos gozar de la vida y de las personas con más plenitud…
Voy a ser más explícito… no quiero confundirte… (y no entiendo esa sonrisita) …
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Verás, escribo todo esto porque estas semanas ando con el foco puesto en algunas habilidades personales básicas (como escuchar, ofrecer, pedir, acordar…) y en como su ejercicio impacta en las relaciones personales, profesionales, en los equipos e incluso en las organizaciones, (recuerda que la semana pasada escribí sobre la escucha).
La cuestión es que algunas de estas habilidades, por considerarse “básicas”, se dan por supuestas y lo peor es que más veces de la cuenta las personas asumen erróneamente que estas habilidades significan lo mismo para todo el mundo. Error.
Veamos qué ocurre con la habilidad de OFRECER…
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Ofrecer
La cuestión es que la habilidad de “ofrecer” puede generar un curioso conflicto cuando tratamos de imponer a otra persona que se someta a nuestro ofrecimiento. Así, tratamos (a veces sin darnos cuenta) de forzar a que el otro sea objeto de nuestra generosidad.
Y es que, por muy “buena” que sea nuestra intención, la realidad es que podemos acabar actuando como tiranos cuando llevamos nuestro “ofrecimiento” más allá de lo que la otra persona necesita. Confundimos ‘ofrecer’ con ‘dar’.
OFRECER no es DAR. Ofrecer te abrirá las puertas y te permitirá ‘dar’ de forma asertiva.
OFRECER debería ser (en mi opinión) un paso previo a DAR. Cuando ‘das’ sin primero ‘ofrecer’ estás pensando y actuando por la otra persona, imponiendo, adivinando lo que le conviene y decidiendo por ella.
OFRECER, por el contrario, permite a la otra persona decidir si acepta o no lo que se le está proponiendo, porque ‘ofrecer’ básicamente es eso: proponer a otra persona algo que contribuya a la satisfacción de sus necesidades.
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El rechazo
Una de las claves que determina que una persona sepa ofrecer es su disposición a ser rechazado. Me explico…
En muchas ocasiones cuando alguien “ofrece” se termina sintiendo ofendido porque la otra persona no le acepta el ofrecimiento…
…a ver… cuando ofreces estás proponiendo, y es la otra persona la que decide recoger o no la propuesta… y debe sentirse libre para ello o de lo contrario estaremos tratando de imponer nuestras soluciones en un problema ajeno… o estaremos forzando la aceptación del otro…
La disposición para aceptar el rechazo de otra persona cuando le ofrecemos algo, sin sentirnos mal por ello o hacer sentir mal al otro, es un síntoma de madurez personal, uno de los mayores actos de generosidad que se pueden dar y algo extremadamente liberador para ambas personas.
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El diseño
Para que un buen ofrecimiento sea adecuado, debe ser pertinente.
Un ofrecimiento es pertinente cuando se hace en el momento indicado (el que facilita la comunicación cómoda, directa y personal con el otro), en el lugar adecuado y SOBRE TODO cuando la propuesta se basa en la necesidad del otro.
Y es que, muchas veces ofrecemos lo que tenemos y no lo que el otro necesita… convirtiendo el ofrecimiento en un incómodo acto de “impertinente generosidad”.
No te voy a dar más la lata con la escucha… o sí, ya veremos… pero debemos considerar que para saber ofrecer y diseñar la mejor propuesta para el otro (basada en lo que el otro necesita) la escucha es ESENCIAL.
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Pues eso, que es una virtud saber dar, sobre todo cuando lo que se ofrece está conectado con una necesidad detectada… y la otra persona lo acepta con libertad…
…luego, si se hace bien, ya sabes… ese ofrecer, aceptar, dar, recibir… ese toma, dame, toma, dame… se nos nota en la cara… nos genera ese brillito en la piel… esa sonrisa latente…
…así que…
…ojalá encuentres a gente que sepa darte bien, porque te habrán ofrecido lo que necesitas, y tú, libremente, te habrás dejado dar… y por supuesto, que tú también sepas dar BIEN DADO.
Feliz semana.
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