Aviso a navegantes: si vas a leer este post y le quieres sacar algún partido, te sugiero que te ahorres las frases que empiecen por “Pero..”, “Y si…” y “Es que…”, porque créeme que no te van a aportar nada para esta reflexión (y creo que para ninguna).
Ahora sí, empezamos: ¿Cuáles son tus “poderes”?… sí, en serio, piénsalo, ¿Qué sabes hacer bien?
Todas las personas tenemos alguna capacidad (o capacidades) que forman parte de nuestro abanico de conductas. Algunas de ellas se nos dan especialmente bien… ¿Cuáles son?… no tienen porque ser extraordinarias, pueden ser sencillas, complejas, rutinarias… no sé… escribir, trabajar, hacer la cama, nadar, hacer magdalenas, correr, vender, cuidar, escuchar, hablar, jugar, cantar, bailar, calcular, estudiar…¿Ya tienes localizadas las tuyas?
A veces pensamos que lo que sabemos hacer es tan valioso, que lo guardamos como una de esas joyas que siempre están en el joyero “esperando” una ocasión especial que nunca acaba de llegar. En otras ocasiones, pensamos que lo que sabemos hacer tiene poca importancia y nos acaba pasando desapercibido… y se pierde. Al final, de una forma u otra, y como le ocurre al protagonista del vídeo, terminamos siendo prisioneros de nuestro talento (por exceso, por defecto o por un uso inadecuado del mismo).
¿Cómo aprovechar bien mis virtudes? Lo primero, conociéndolas, tomando conciencia de aquello que se me da bien, de aquello que me gusta hacer (sea lo que sea)… ¿Con qué se me pasa el tiempo volando?… Lo segundo, ¿Cómo lo usas?, ¿Qué te aporta?, ¿Qué te da eso con lo que disfrutas?
…y lo tercero… ¿Cómo lo llevas a otras facetas de tu vida?, ¿Cómo consigues extrapolar esas sensaciones a otras dimensiones de tus días y tu semanas?
Creo que el quid de la cuestión está en, más allá de saber cuál es tu talento, CONOCER QUÉ USO LE ESTÁS DANDO, y si le estás sacando todo el partido posible en el escenario en el que estés. Porque, como decía Mandela “Soy el capitan de mi alma, Soy el dueño de mi destino”, y tus herramientas de viaje son “tus virtudes”.
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