Uno de los enfoques “coaching” más recurrentes suele ser ese de “hay cosas que no puedes cambiar pero sí puedes elegir qué respuesta le vas a dar a ellas”. Yo mismo participo de ese enfoque, que nos carga de realismo y al mismo tiempo nos otorga cierta capacidad de acción.
De hecho, este enfoque forma parte de la Gestión Emocional de los escenarios en los que actúas, en los que casi nunca puedes cambiar los elementos que lo conforman pero sí puedes modular tu respuesta con respecto a ellos. De la madurez que alcancemos en esta capacidad de responder a los contextos en los que nos encontremos dependerá nuestra efectividad emocional, o dicho de otra manera, nuestra capacidad de vivir con responsabilidad nuestra vida.
Es verdad que cuanto más complejo y emocionalmente “caliente” sea ese escenario más complicado será emitir una respuesta “elegida” por nosotros y más fácil será reaccionar (en vez de responder) y dejarnos llevar por cargas emocionales. En fin, todo un arte eso de la Gestión Emocional… pero como ya he comentado en otras ocasiones: las emociones son innatas, la gestión emocional no, pero se aprende, no es fácil pero no es imposible.
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¿Las tragaderas espirituales te harán libre?
No me hagas mucho caso, aquí, en este Blog solo me limito a dar mi opinión y mi opinión es solo eso: mi opinión. No hago artículos técnicos, solo comparto mi punto de vista. Reconozco que me gusta cuestionármelo todo, y reconozco que a veces resulto bastante incómodo en este sentido…
También te reconozco que en un Blog de Coaching te diga que uno de los peligros del Coaching y de la Psicología Positiva es un atontamiento de la persona (un atontamiento elegido, pero un atontamiento en definitiva) puede sonar a tirarme piedras contra mi propio tejado, pero si me sigues, ya sabes que a veces… me gusta ser muy Punk.
Y es que todo tiene sus peligros, incluso la capacidad de elegir y de responder tiene sus peligros si no la terminamos enfocando bien.
Vivir, tomar conciencia, estar en el presente, en el momento… aceptar tu escenario como primer paso para gestionarlo, aceptar tus emociones, aceptar a tu padre y aceptar a tu madre, aceptarte a ti mismo, aceptar a tus amigos, aceptar tu situación laboral, aceptar tu miedo, aceptar tu ira, tu rabia… y elegir, elegir la respuesta que tú quieras dar a todos esos escenarios.
Pero ¡ojo! ¿Qué pasa si acepto todo esto en plan mindfulness total?, aceptando todo sin juzgar lo positivo o negativo de los pensamientos que afloren, sin juzgar lo correcto o incorrecto de aquello que me viene a la conciencia. ¿Qué pasa cuando una vez que tomo conciencia elijo la respuesta que considero más efectiva?
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La Resignación Positiva
Sí creo, y te lo digo sin ironías, porque lo creo de verdad al 100% que la toma de conciencia y la aceptación es el primer paso para la transformación de tu vida, tu escenario, tu estado emocional o lo que te dé la gana, siendo la toma de conciencia la primera fase de cualquier proceso de aprendizaje, y la aceptación lo que te posibilita acercarte a lo que quieras con libertad y posibilidad de transformación: solo podemos cambiar, modificar, potenciar,… aquello que tenemos en el consciente.
Lo que sí he observado durante estos años es que hay varios momentos cruciales en los procesos de gestión emocional, o gestión del cambio, y que no siempre terminan de recorrerse todos: toma de conciencia y aceptación del escenario, elección de la respuesta que quiero emitir y emisión de la respuesta.
Las primeras fases (toma de conciencia, aceptación y elección de la respuesta) son fases a veces tan crudas para la personas como nutritivas y enriquecedoras. Es una fase muy potente de autoconocimiento y descubrimiento. Estas fases normalmente son las que se trabajan en procesos de Coaching o en formaciones de Coaching, talleres de inteligencia emocional, etc.
Es la fase del subidón. La fase de la ligereza, la fase de la “percepción de control”… es la fase del “sé que si me pongo lo hago” y del “todo depende de mí“, del “si quieres puedes” y del somos la leche.
Pero si no se pasa al siguiente paso, si la respuesta que has elegido dar no la das, y todo se queda en una intención… (joder con el mundo de las “intenciones”), entonces no estás aceptando, entonces te estás RESIGNANDO, lo que pasa es que es un modo de “resignación positiva” que nos hace más llevaderos nuestros pesares. Es como si nos metiéramos un chute de autoconciencia y aceptación que nos amortigua la realidad.
Aceptar y tomar conciencia, incluso elegir la respuesta que quieres dar no es garantía de que acabes transformando lo que pretendas transformar… si no hace realidad tus intenciones (esas que solo dependen de ti).
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Cuando la resignación se viste de elección
Quizás pienses que “algo tendrá quien no transforma sus intenciones en acciones”, y también quizás pienses que “algún temor, creencia, limitación, etc. tendrá que trabajarse”, así que quizás se te ocurra que lo mejor es que afronte definitivamente esta “situación limitante”, y que lo mismo debería iniciar un proceso, una terapia, un taller, o un curso de lo que sea…¡¡ y ya estamos otra vez!! ¡¡Vuelta a empezar!!… sin habernos salido de este puñetero bucle y colocándonos de nuevo en la casilla de salida.
A veces el Coaching (por nombrar solo la disciplina que trabajo y conozco) nos atonta y nos amortigua nuestra insatisfacción. Es cuando la resignación se viste de elección. A veces los procesos de autoconocimiento e introspección nos enganchan, nos abonamos a cualquier formación que nos acerque a nosotros mismos porque esa sensación es placentera… pero cuando no transformamos lo aprendido en realidad el efecto se pasa… y decaemos…. y tenemos que buscar otra más, otro momento más que nos ofrezca otro chute de emociones y autoconciencia que nos permita vivir nuestra vida con algo más de “satisfacción” hasta el siguiente…. (hay gente enganchada a cursos, terapias y procesos buscando una respuesta que quizás solo encuentren en sus propias acciones).
Cada intención que no se transforma en realidad se queda dentro, como una piedrecita. Si vas sumando piedrecitas tus bolsillos empiezan a pesar y tu andar se hace más denso y al mismo tiempo ansioso. O vamos sacando piedrecitas de nuestros bolsillos o llegará un momento en el que no podremos dar un paso más, o transformas tus intenciones y optimizas tu toma de conciencia y autoconocimiento… o siempre estaremos volviendo a la casilla de salida.
No dejes que el Coaching te sede…
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PD.- Hace unos días mi compañera Cinta Martín Orta escribió una preciosa entrada en este Blog sobre la Aceptación que te recomiendo.
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Cuando el Coaching atonta o la resignación positiva
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…Gestión Emocional de los escenarios en los que actúas, en los que casi nunca puedes cambiar los elementos que lo conforman pero sí puedes modular tu respuesta con respecto a ellos. De la madurez que alcancemos en esta capacidad de responder a los contextos en los que nos encontremos dependerá nuestra efectividad emocional, o dicho de otra manera, nuestra capacidad de vivir con responsabilidad nuestra vida.
No podría estar más de acuerdo con David en esta reflexión valiente y certera, que ratifico desde la experiencia de un recién jubilado, pero que ha tenido responsabilidades y tomas de decisiones, en ocasiones, muy complejas.
Las “tragaderas” suelen ser momentos que se da uno para madurar una reflexión antes de responder y/o decidir y, cuando se asume una decisión, la que sea, siempre debe aparecer esa “resignación positiva” del que sabe que pudiera ser la más adecuada, pero nunca la ideal, solo la menos mala y que puede y debe ser mejorada, de ahí la importancia del estado emocional que uno debe controlar. Como dice David, “toma de conciencia y aceptación del escenario, elección de la respuesta que quiero emitir y emisión de la respuesta”
Hay que ser valientes, pero reflexivos, decididos pero no precipitados, y siempre humildes y deseosos de mejorar.
Es evidente que estas opiniones, con permiso de David, están dirigidas para aquellos que desean razonar sus decisiones, pues, aunque les haya salido bien la jugada, ninguna es perfecta, solo es la más adecuada en ese momento y, muchas veces, tan solo la menos mala.
Recordemos a Aristóteles cuando dice: “Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima”