#citaciega
“-…pero… ¿Quién te has creído que eres?
– ¿Yo?…yo soy el que soy…”
diálogo extraído del relato corto ‘NLOTH’,
de Fátima M. Roldán
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No es un secreto que soy un apasionado del concepto Marca Personal (aunque en este post te pueda parecer lo contrario). Tampoco es un secreto que llegué al mismo tomando conciencia de la carencias que tenía en la gestión de mi proceso personal y profesional.
Conocer el concepto de Marca Personal, allá por el 2013-14, leyendo a los principales referentes en este tema de nuestro país, me desveló una estrategia que me facilitaba enormemente la gestión de mis competencias. Reconozco que llegué a ella un poco bloqueado porque sentía que no terminaba de encajar todas las piezas de mi puzzle, que no estaba optimizando todos mis recursos y competencias, y que no terminaba de dar con la tecla de cuál sería mi siguiente paso.
Si bien al principio la etiqueta me rechinaba bastante, por cuanto me sonaba a ‘cosificación de la persona’, profundizar en la visión humanista que tienen los principales expertos de nuestro entorno sobre esta disciplina me abrió un universo fascinante. No se trataba de ‘cosificar a la persona’, se trataba de ‘ponerla en valor’. La idea me parecía necesaria, útil, operativa y socioemocionalmente ecológica y sostenible.
Pero claro… no todo es jauja en la gestión del Personal Branding. Como en casi todas las disciplinas que tienen que ver con el desarrollo personal (y profesional) aquí también hay líneas difusas, percepciones e interpretaciones subjetivas, engaños y autoengaños, conflictos de ego (internos y externos), y pérdida del sentido del propio proceso. Normal. Tranquilos. La clave estará en nuestra capacidad (y madurez) para restablecer el equilibrio.
En este sentido, me gustaría compartir mi reflexión sobre aquellas líneas rojas en la gestión de nuestra Marca Personal que deberíamos tener en cuenta y no perder de vista precisamente para restablecer ese equilibrio. El objetivo por tanto, sería tener en cuenta una serie de referencias que nos permitieran reconducir y rectificar adecuadamente el rumbo en la gestión de nuestra propuesta de valor, cuando esta gestión se nos desvía de su propósito principal.
A día de hoy, estas son las que considero más relevantes…
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1 Creerte autosuficiente
El que tomes conciencia de lo que sabes, lo que haces y de cómo lo haces, no te hace autosuficiente. Es más, ni siquiera el que tengas los mecanismos adecuados para articular los recursos que permiten poner en marcha todas estas competencias te hace autosuficiente.
El “háztelo tú mismo” no es igual al “yo me lo guiso, yo me lo como”. Lo primero activa tu creatividad y tu proactividad. Lo segundo es creerse la falacia que lo que tienes en la mochila te va a dar de comer… cuando lo que tienes en la mochila es solo un medio, para obtener lo que necesitas para comer.
No eres autosuficiente. Necesitas de otras personas, de proyectos, de empresas que cuenten contigo, de gente. Una propuesta de valor NECESITA de personas y contextos para activarse y desarrollarse.
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2 Pensar que todo depende de ti
Esto lo expliqué mejor en abril de 2015, en un post llevaba como título “La cagada de pensar que todo depende de mí”.
Es maquiavélico creernos esto. Porque no todo depende de ti. Convivimos con multitud de variables externas que influyen e impactan en nuestras vidas, proyectos y decisiones. De ti depende la actitud que generes hacia ella, el cómo las vivas, el cómo las gestiones, el aprovechamiento del margen de elección que tengas… QUE NO ES POCO y es DETERMINANTE… pero no eres dueño del resultado final de las cosas (eso es jugar a ser Dios o algo parecido al ejercicio de una especie de ‘soberbia onanista’).
Una adecuada gestión de tu Marca Personal, en el mejor de los casos, te generará un mayor número de oportunidades… y desde ahí, a ti te toca sacarles el máximo partido posible.
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3 Orientarte al crecimiento de tu Marca Personal
Es más sencillo de lo que parece terminar secuestrado por tu Proceso de Personal Branding, esto es, orientar cada cosa que haces a fortalecer tu Marca Personal, convirtiéndose éste en el motivo principal de las cosas.
Así, la motivación de muchas acciones ya no será la propia acción y lo que ella significa. Cuando terminas secuestrado por tu Proceso de Personal Branding la motivación de cada acción será la capacidad que tenga esa acción de repercutir favorablemente sobre tu Marca.
Corremos el peligro de terminar descapitalizando lo que hacemos, a lo que solo le daremos valor en tanto tenga una proyección externa, una proyección que pensamos que modelará la percepción que los demás tienen de nosotros en el sentido que nosotros decidamos.
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4 Pensar que tu Marca Personal lo abre todo
Esto es, si gestiono mi Marca Personal… voy a encontrar empleo, voy a progresar mi proyecto, voy a promocionar en mi empresa, voy a consolidar mi posición…
A ver… si gestionas bien tu Marca Personal, probablemente generes más opciones de empleo, actives la progresión de tu proyecto, y sobre todo facilitarás tu posicionamiento profesional. Sin duda. Pero insisto, no te garantiza resultados y muchas veces los (buenos) resultados que obtienes no se parecen a los que tienes en tu cabeza.
Ten en cuenta que la Marca Personal es la percepción que los demás tienen de ti. Es solo eso.
En este sentido, me resulta sano el ejercicio de disociar “esa percepción que tienen los demás” de “tus acciones”, “tus decisiones”, “tus iniciativas” … que en definitiva será lo que te lleve a los sitios.
Más foco en la acción, y menos en la reputación… que ya los demás se fabricarán la percepción de ti que tengan que fabricarse.
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5 Caer en la trampa de lo volátil
Creo que esto es algo que puede generarse (progresivamente) a fuerza de considerar una y otra vez que ya no existe trabajo fijo, que no nos vamos a jubilar en el sitio en el que estemos, que vivimos en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo… y que todo tiene fecha de caducidad.
Si bien todo lo anterior se ratifica constantemente y que una Marca Personal fuerte te facilita afrontar con más garantías estos escenarios, sentir que estamos de paso en cada proyecto que participamos puede generar una cierta desconexión y una pérdida de la calidad de nuestro desempeño.
…y no hablo de desidia, hablo de esas mini-pérdidas de calidad y tensión en nuestro desempeño, unas pérdidas que irán redactando lentamente nuestra sentencia de muerte profesional y alimentando nuestro conformismo.
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6 Subestimar a los clientes
Pensar que somos nosotros quienes elegimos a nuestros clientes y no nuestros clientes quienes nos eligen a nosotros …es una forma de subestimarlos, y otro acto de soberbia (la mayoría de las veces ficticia).
Puedes definir a tu público objetivo, el sector al que quieres dirigirte, la gente con la que quieres trabajar… eso lo eliges tú, pero no olvides que serán los demás los que se terminarán decantando por una opción u otra… por tu opción o por la de otros.
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7 Falsear tu visión-misión-valores
Esto es, que tu visión, misión y valores solo se quede en una declaración de principios. Que te sirvas de ellos para adornarte, pero que luego actúes en función a otras motivaciones (que son las que realmente te dan pasta, contactos,… pero no quedan tan ‘correctas’ en una web, folleto o tarjeta…).
Puedes pensar que esto no ocurre, y que quien actúa fuera de los márgenes de lo que dice ser, manifestando incoherencia, está fuera, pone en peligro y en riesgo su marca personal y no encontrará clientes …y en cierto modo así es, pero sabes… el mercado tiene unas tragaderas tremendas y mucho temor a señalar a “los reyes desnudos”.
…así que, antes de que alguien se de cuenta de que vas en pelotas, lo mismo conviene no desprenderse de ninguna prenda.
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8 El efecto “comercial-sonrisa-profident-al-que-se-le-ve-venir”
Estar todo el tiempo como el vendedor de seguros que achicharra a todo el que se le acerca con su producto y sus maneras, con sonrisa rígida y una diseñada amabilidad.
Agotador. Para unos y para otros.
Se te ve venir. Se te nota. Relájate anda.
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9 Perder por el camino tu propuesta de valor
Entre tanta estrategia de posicionamiento y tanta conexión con los demás… perder el core de tu Marca Personal, esto es, olvidarnos de nuestra propia propuesta de valor. Perder el norte, vaya.
No solo basta con saber qué problemas resolvemos a los demás, para qué pueden contar con nosotros, qué aumentamos en los proyectos en los que participamos, qué incertidumbre o incomodidades sabemos reducir, qué mejoramos en los sitios o qué somos capaces de crear… y tampoco es suficiente contarlo… es necesario HACERLO, y demostrarlo.
…bien sé que encontrar los contextos para esto no siempre es fácil, pero quizás sea más rentable invertir esfuerzos en encontrarlos y generarlos, que en promocionarnos en cualquier escaparate real o virtual.
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10 Perder el contacto con la realidad
Montarnos una película. Una estrategia en la que tenemos apariencia de “empresa” o “profesional”, con una propuesta de valor definida, un público objetivo determinado y una estrategia de posicionamiento en marcha…
…y obtener retornos en forma de interacciones… pero no en forma de facturación…
…parece que estamos en movimiento, pero no terminamos de llegar a ningún sitio. Tenemos una vida social (off y on line) tan rica, como pobre es nuestra cuenta corriente y abiertas tenemos las necesidades básicas. Seguimos interactuando y esperando, porque nos empeñamos en creer que “esto tiene que funcionar”.
Ojo, si esto ocurre es hora de reformular algo… no sé el qué, en cada caso serán unas cosas u otras.
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11 Contarlo todo
Pensar que “todo es Marca Personal”, y que todo lo que cuentes redundará en ella. Todo es todo. Todo lo que hagas influye, todo lo que leas, todo lo que visites y todo lo que comas, todo lo que descanses y todo lo que te pongas. Uff…
A ver, cuenta lo que te dé la gana… hay cosas muy divertidas que molan compartir o darle participación a la gente, o cosas más o menos interesantes que si bien se alejan de lo profesional resulta chulo compartirlas…
…dicen que eso nos humaniza, y esto de acuerdo… pero del “humanizarse” al “cosificarse” hay un paso, y creo que ocurre cuando lo mostramos TODO y tú te acabas convirtiendo en el producto.
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12 Agotar el oxígeno de los demás
Tú solo eres tú. Luego, por si lo olvidamos, están los demás. Tú solo eres una pieza más de un puzzle que sin las otras piezas… carece en la mayoría de las ocasiones de sentido. Por supuesto que tú eres valioso… tanto como los demás.
Una estrategia de Marca Personal que no deja espacio a los demás es una estrategia ahogada. Pocas veces te lo harán saber, es más, la gente tiende a agradar aunque pienses que tu ego es más grande que el universo… esto es muy jodido, porque te alimenta tu propio cuento.
Una estrategia que no genera visibilidad en los demás es una estrategia sorda, incapaz de responder adecuadamente al entorno y por tanto, incapaz de aprovechar las oportunidades que le pudieran acontecer.
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13 Terminar esclavizado
La gestión de tu Marca Personal siempre tiene hambre, y si vives de lo que seas capaz de facturar, entonces será insaciable. Si además te dedicas a algo que te guste… entonces eres presa fácil para que tu Proceso de Personal Branding te devore.
Acabarás trabajando en precario te paguen lo que te paguen, porque cada euro habrá valido un buen puñado de horas. Acabarás gestionándote a todas horas. Correrás serio peligro de oscilar en exceso hacia tu dimensión profesional, y poner las otras dimensiones de tu vida en función a esa área.
Serás el perfecto “esclavo moderno”, que si bien piensa que es dueño de sus recursos y su destino… no es más que un pringado al servicio de un sistema que te pone a trabajar más horas de la cuenta, te vampiriza e incluso te puede hacer creer que así serás más útil y feliz.
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…estas son las 12+1 líneas rojas en la gestión de tu Marca Personal, o mejor dicho, las referencias que considero oportunas no perder de vista en la gestión de nuestra propuesta de valor… a día de hoy… que por cierto, no hay nada como haber padecido todas y cada una de ellas para darte cuenta de lo que escuecen… y lo estúpido que al final te terminas sintiendo.
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