#citaciega
“…con la espalda pegada a aquella tabla, rodeado de globos,
no dejaba de inquietarle aquella extraña palidez del tirador de cuchillos…”
Muerto en el circo, Fátima M. Roldán
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El mundo de hoy está lleno de carteles que te invitan a atreverse. Que si ‘atrévete a ser tú mismo’, que si ‘atrévete a dar el salto’, que si ‘atrévete a comunicar tu propuesta de valor’, que si ‘atrévete a ser visible’, que si ‘atrévete a perseguir tus sueños’ … qué estrés…
…parece que, si no atreves, además de tener miedo es como si te estuvieras traicionando a ti mismo, como si no tuvieras el talento necesario para afrontar determinadas cosas. Y esto, en un mundo tan talentista como el nuestro, en el que ‘el talento’ se configura como el nuevo capital, viene a ser como un tipo de pobreza (interior) muy incómoda y frustrante para las personas.
Así, el ‘no atreverse’ resulta jodido porque parece que te estás fallando al desperdiciar tu potencial, algo que mezclado con el miedo (natural ante determinados retos), ocasiona unas terribles resacas emocionales. Y como en ocasiones nos encanta torturarnos, los diálogos internos que acabamos generándonos en estas resacas pueden llegar a ser espeluznantes.
Resulta esclarecedor, en estos casos, poner cada cosa en su sitio. Identificar el talento del que dispongo para cada objetivo que se me plantea, saber de qué manera puedo alimentarlo y en qué dirección debería hacerlo crecer. Solo así, elaboraremos una adecuada estrategia para atrevernos… ganando en seguridad y confianza.
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Actitud y Aptitud
Paco Yuste, al que cito a menudo por ser mi principal referencia en el mundo del Coaching, de quién aprendí y sigo aprendiendo, definía talento como “inteligencia emocional x inteligencia racional”, siendo la inteligencia emocional la que multiplicaba la inteligencia racional.
Desde este enfoque, Paco cruza los conceptos de actitud (disposición emocional hacia algo) y aptitud (capacidad para llevar a cabo algo de manera adecuada), desarrollando cuatro espacios en los que nos podemos encontrar ante un reto, y que nos permitirán saber cuál es nuestro punto de partida a la hora de afrontarlo y cuál podría ser la mejor estrategia para abordarlo.
[Por cierto, que todo esto lo puedes encontrar más desarrollado en su libro “Herramientas de Coaching Personal”]
Voy a compartir y a abordar mi visión sobre cada uno de estos espacios.
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(1) Poca actitud y poca aptitud
Cuando ante un reto sentimos por un lado que no tenemos la técnica y los conocimientos adecuados para afrontarlo, y por otro lado tampoco nos sentimos emocionalmente dispuestos ante el mismo… viviremos la situación con miedo. El reto será percibido como una amenaza.
En este caso, atreverse será sinónimo de saltar al vacío (sin paracaídas). Las opciones que se me ocurren en este caso son dos:
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- Por un lado, si tenemos posibilidad, adaptaremos el reto a nuestro nivel de actitud/aptitud (empezar por pequeñas cosas, a nuestro alcance, haciendo por tanto más pequeño el miedo y la amenaza).
- Por otro lado, focalizarnos en incrementar nuestro talento (= aumentar nuestra actitud y nuestra aptitud), o dicho de otra manera, empezar por buscar recursos que nos permitan aumentar nuestra técnica, conocimientos, habilidades, etc., y nuestra disposición emocional (ojo que encontrar lo uno no implica haber encontrado lo otro, ni se tienen por qué encontrar en el mismo sitio).
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(2) Poca actitud y mucha aptitud
Este es el caso en el que aún disponiendo de la técnica adecuada, de las capacidades necesarias, de los conocimientos y habilidades requeridas… tenemos poca disposición emocional para afrontar el reto. En este caso, viviremos la situación con ansiedad y estrés, y la inseguridad será un sentimiento presente.
Aquí, no merece la pena que nos sigamos ‘formando’ técnicamente para afrontar el reto, ya que las herramientas necesarias las tenemos. Apuntarse a otro curso más para ganar en seguridad (algo más habitual de lo que parece) no nos aportará mucho.
Toca entrenarnos a nivel emocional. Afrontar los miedos (ojo, porque lo que no se afronta se repite), ganar en seguridad (lo que incrementará nuestra autoconfianza), leer el mensaje que nos dan las emociones y sentimientos que afloran… y una vez leídos dar una respuesta adecuada a los mismos. No es fácil, no es imposible, y es entrenable.
El cómo hacer todo esto excede de lo que cabe en este post, cuyo objetivo es simplemente saber sobre dónde tenemos que centrar nuestra estrategia a la hora de atrevernos con un reto, si en la actitud, la aptitud o en ambas.
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(3) Mucha actitud y poca aptitud
Esta es la cara más salvaje del atrevimiento. El caso en el que no tienes ni puñetera idea de algo (poca aptitud), pero ¡¡estás dispuesto a atreverte!! (mucha actitud) … olé tus huevos.
Lo que el sujeto vive como un acto de valentía, es en realidad un acto de temeridad o insensatez. “Nunca he hecho escalada, pero déjame a mí ponerme el arnés y hacerme el nudo que hoy estoy a tope y me siento preparado para comerme el mundo”… ay…
En este caso, si no tenemos una mente consciente difícilmente nos daremos cuenta de todo esto, cegados por un “si quieres puedes” que nos convierte en peligrosos kamikazes.
La estrategia: dejar enfriar (o dejar que nos enfríen), y canalizar toda esa energía y pasión para buscar aquellos recursos que nos permitan poner nuestra habilidad al mismo nivel que nuestras ganas. Posicionarnos en el presente, dándole valor y orientándonos hacia el proceso de perfeccionamiento técnico.
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(4) Mucha actitud y mucha aptitud
Esto no quiere decir que lo que tengamos entre manos nos resulte fácil y sencillo. Ni que vayamos a estar en un disfrute continuo. No tiene por qué ser una situación “happy total”, de hecho, es mucho mejor que eso… MUCHO MEJOR.
Esto quiere decir que el reto que se nos presenta lo percibimos como alcanzable. Sabemos que no será gratis, pero también sabemos que si conjugamos bien los recursos técnicos de los que ya disponemos, facilitados y multiplicados por nuestra adecuada disposición emocional… el reto se presenta como una situación estimulante.
Mihaly Csikszentmihalyi, el catedrático en neurociencias de la Universidad de Stanford de nombre impronunciable, habla de experiencia óptima cuando “el cuerpo y la mente de una persona han llegado hasta su límite en un esfuerzo voluntario para conseguir algo difícil y que valiera la pena” (Flow, pág. 15, Ed. Kairós)…
…o siguiendo nuestro discurso, cuando “lo que sabes” se pone en funcionamiento de manera voluntaria, con la actitud adecuada, y sentimos que todo encaja para afrontar nuestro reto. Algo que nos generará, además de una inversión esfuerzo, trabajo y constancia para alcanzar el objetivo, una sensación de logro, de competencia y una buena dosis de felicidad.
¿La mejor estrategia en estos casos?… dejar que tu talento se ponga en marcha, proporcionándole lo que necesite para la tarea (un sitio adecuado, tiempo, silencio, relaciones, materiales, o lo que sea…).
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Atrevimiento inteligente
Todo lo anterior depende del reto que afrontemos. Es circunstancial, situacional.
Hay quien si tiene que tirarse en paracaídas y se sabe con “mucha actitud y mucha aptitud” disfrutará de la experiencia. En cambio, si esa persona tuviera que hablar en público y se siente con “poca actitud y poca aptitud” para hacerlo, lo vivirá con miedo y como una situación amenazante.
Pero además de situacional, esto es súper dinámico. El hecho de que alguien se sienta con “poca actitud y poca aptitud” para hacer algo no significa que tenga que quedar prisionero de ese espacio…
…se puede pasar de un escalón a otro, se puede jugar con las variables emocionales (modulándolas), las variables técnicas (incrementándolas y/o refrescándolas) y las del propio reto que se nos presente (en la medida de lo posible), para saltar de la “zona de amenaza” a la “zona de reto”…
…todo es cuestión de consciencia, trabajo y la estrategia adecuada… una “estrategia inteligente de atrevimiento”.
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No te pierdas el vídeo de hoy, ¡¡¡todo un reto!!!
Ok Go es el grupo fetiche de Procesos y Aprendizaje, siempre ha aparecido o lo he hecho aparecer cuando han ocurrido momentos especiales en este proyecto.
Es un grupo que se caracteriza, además de por su buena música, por grabar sus vídeos en una sola toma (¡¡¡solo una!!!)… y no son vídeos sencillos. Este vídeo se grabó en una toma que duró 4,2 segundos… y su resultado real se aprecia cuando nos lo ponen en cámara súperlenta.
Hoy lo traigo porque para mí está conectado con el texto de hoy, (todas las canciones de cada post de una forma u otra tienen una relación con el tema que trato), porque me parece una buena despedida hasta después de Semana Santa, y porque lo dicho: es un grupo especial para Procesos y Aprendizaje.
Nos vemos en unos días!
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Procesos y Aprendizaje
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Estrategia del atrevimiento
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Imagen vía Pixabay
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