#citaciega
“…todo lo que tenía
lo hacía sentir en deuda…”
‘Vampireando’, de Fátima M. Roldán
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Tus éxitos en los míos
Reconozco que alguna vez me ha dado cierta vergüenza ajena, aunque la mayoría de las veces no pasa de una cierta incomodidad. He pesando sobre ello. En definitiva, se trata de un juicio. Un juicio propio sobre la conducta de otras personas. Y digo esto para que quede claro el contexto en el que escribo esto: personal y cuestionable.
El tema es que me cuesta ver y me resulta hasta cierto punto impudoroso, cómo algunos profesionales que trabajan con personas llevan a gala los logros de algunos de sus clientes. Sobre todo, cuando se trata de procesos personales, de cuestiones individuales (bien sean profesionales o de otro tipo).
Se suele repetir el mismo patrón: un medido cuidado de no dar demasiados datos personales, que quede clara la satisfacción de la persona, y el agradecimiento de esa persona al profesional. Alguna captura de pantalla podría servir para acreditar lo anterior.
…no sé, hay algo que me rechina en todo esto.
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Protagonista en el cumpleaños de otro
Siempre he tenido cierta curiosidad por conocer el ‘para qué’ de fondo que hace que alguien publique ese tipo de comentarios. Ese para qué oculto que, en definitiva, será el que además habrá marcado al proceso por dentro… y posiblemente definan los valores de quien lo ha facilitado.
…los motivos serán diversos, seguro… marketing, posicionamiento, puro ego, falta de autoestima profesional, justificar su trabajo, afán de protagonismo… yo qué sé… ya te digo, todo esto no son más que juicios míos (o prejuicios, vete tú a saber)… pero tienen su interés en tanto en cuanto configuran variables que posiblemente tendrán un papel muy importante en el estilo del facilitador o facilitadora.
Lo grave, en este sentido, es que justo en el momento en el que facilitador lleva a gala ‘el triunfo del otro’ está automáticamente usurpando el protagonismo del proceso, esto es, está desviando el eje del proceso hacia sí mismo… él ha sido la clave… la llave sin la cual el cliente, hoy eternamente agradecido de haber visto la luz, habría podido abrir la puerta de su necesidad satisfecha…
…a lo mejor explícitamente no. A lo mejor explícitamente esta no es la intención, ni así lo expresan facilitador y cliente… pero ya sabes que no siempre lo explícito es lo que maneja los hilos de los actos, y ni mucho menos de las actitudes… y que nada es por casualidad.
Hacer público un comentario de este tipo es algo parecido a ser el protagonista de un cumpleaños que no es el tuyo.
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Un peligroso mensaje
En el fondo, este tipo de mensajes están lanzando un controvertido mensaje: “felicidades por lo que has conseguido, (gracias a mí)”. Sé que así suena un poco crudo, pero es lo que leo. Ya, soy un mal pensado, un capullo, pero no sé… a mí me suena a eso.
Yo creo que estos mensajes mantienen el vínculo entre facilitador y persona, y no contribuyen de ninguna manera a generar independencia y responsabilidad en el otro.
Siempre he pensado que un proceso de desarrollo personal será un éxito en tanto en cuanto la persona haya adquirido una serie de aprendizajes que pueda extrapolar en el futuro a situaciones iguales o similares… sin necesidad de volver a iniciar otro proceso… y en este sentido, avivar la causalidad no es lo mejor.
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Por estas cosas, mi trabajo merece la pena
De igual manera, hablar del éxito del otro para reconocer eso de que “por estas cosas, mi trabajo merece la pena” transmite un interés del facilitador por un tipo muy concreto de resultados o situaciones… que no siempre tiene por qué darse… ¿qué pasa cuándo no se dan? ¿ya no nos merece la pena el trabajo?
…para un facilitador o facilitadora, bien debería merecer la pena cualquier tipo de proceso, ocurriese lo que ocurriese… tanto cuando un cliente triunfe… como cuando no… todas las personas son importantes, todos los procesos son importantes… ¿te imaginas el impacto que puede tener eso de “por estas cosas, mi trabajo merece la pena” en otras personas que participaron de un proceso no tan satisfactorio con ese facilitador o facilitadora?
Creo que el propósito de quien facilita queda un tanto al descubierto en estos casos… en los que se cae en la tentación de verse como ‘piedras angulares’ en la vida de la gente.
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Recibir el agradecimiento
Creo que está bien que la gente agradezca. A mí me encanta agradecer, me gusta agradecer.
Igualmente, sano y necesario es saber recibir un agradecimiento… saber recibir un agradecimiento es también recibir a la persona que te lo da. Disfrutar de ese agradecimiento puede ser un acto de conexión muy humano.
Instrumentalizar ese agradecimiento, por el contrario, termina descapitalizando una parte importante de la relación. Incluso creo que termina generando una sutil y tóxica corriente de confusión acerca de las atribuciones y las responsabilidades, una confusión inapreciable pero presente.
No es igual que una persona te agradezca públicamente tu participación en su proceso, a que seas tú quien publica un mensaje de agradecimiento hacia ti… un mensaje en definitiva ajeno, que a buen seguro no fue escrito para publicarse… no es igual, no nos engañemos…
…aunque tú le pidas permiso para publicarlo… ¿qué te va a decir?… ¿te va a decir que no? [-> #nopongasenuncompromisoanadie]
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