Estar mal es una m–rd- y un derecho, o dicho de otra forma: estar mal es una mierda y un derecho. Y no pasa nada, y si pasa algo que seas tú quien decida qué es lo que pasa, qué necesitas y cómo quieres vivir tus emociones más negativas.
A ver, no quiero hacer apología de los sentimientos negativos, no quiero hacer apología de la tristeza, del enfado, del miedo,…, para nada, lo único que quiero es REIVINDICAR EL DERECHO A VIVIR LAS EMOCIONES NEGATIVAS con naturalidad y de manera saludable, porque es una realidad que estas emociones están al mismo nivel que las llamadas ’emociones positivas’, cumplen su función y forman parte de nosotros.
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Del sabor amargo no te vas a librar
Y es que creerse que la vida se puede vivir como quien encesta la pelota sin tocar aro (y a la primera), además de ser un pensamiento de una ingenuidad supina, tiene un coste emocional que se va acumulando cada vez que fallas, no alcanzas el aro o incluso te equivocas de canasta.
Sí, probablemente este comentario te parezca de perogrullo, pero es que soy muy fan de los “comentarios de perogrullo”. Lo cierto es que DE RECONOCER que en la vida “pasarlo mal es natural” A ACEPTARLO “cuando realmente estamos mal” HAY UN TRECHO, y es que “estar mal” no es agradable, es un rollo, a veces insoportable, y además de no ser cómodo resulta muchas veces doloroso.
…de una forma u otra, con una intensidad mayor o menor, de pasarlo mal no nos libramos nadie, aunque tratemos de planear todas las estrategias posibles para no caer en el pozo o aunque vayamos a un “gimnasio emocional” para ponernos cachas, lo cierto es que el riesgo de lesión y recaída es una realidad. No tiene sentido jugar al fútbol y no aceptar que puedes lesionarte, caerte o que te den alguna patada (voluntaria o involuntaria) de vez en cuando, forma parte del juego.
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“Estar mal” no es “estar enfermo”
Pero ojo, una cosa es admitir que podemos “estar mal” y otra cosa muy diferente es creer que estamos “enfermos” o que “algo se nos ha estropeado”. Estar triste no es estar enfermo. Estar enfadado no es patológico. Tener ansiedad no es una rareza. Sentir rencor en un momento dado no te convierte en un criminal.
Las emociones positivas son agradables y experimentarlas nos hace felices pero a veces las tenemos sobrevaloradas, sobre todo cuando no estamos bien y pensamos que estar fuera de su órbita nos saca de la imagen idílica y artificial de lo que se supone que debe ser nuestra vida.
La felicidad, o mejor dicho “la idea de felicidad” está tan sobrevalorada, nos la han vendido tan bien que cuando no nos ajustamos a ella podemos entrar en una serie de pensamientos que con la misma dinámica que una bola de nieve deslizándose por la colina, va acumulando todo lo negativo que encuentra y nos hace correr hacia una idea de “fracaso personal que no podemos tolerar”.
Si estar triste no es estar enfermo, ni estar enfadado es patológico, ni tener ansiedad es una rareza, si alguna vez sientes rencor, resentimiento o angustia, ojo, quizás sea solo eso, que estás jodido/a y no que tengas ninguna disfunción.
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Busca tu espacio y decide tú
Recuerda: las emociones son innatas, la gestión emocional no, se aprende, no es fácil, no es imposible. Y no es fácil sobre todo cuando estamos en “carga emocional” (momento en el que no podemos controlar la emoción, y momento del que tenemos que salir si queremos responder adecuadamente a la demanda que nuestras emociones nos hacen).
Busca tu espacio, busca tu momento y decide tú. Primero comprueba tu capacidad de decisión, que tiene mucho que ver con la capacidad que tengas para zafarte del victimismo que las emociones negativas te puedan echar por encima, y que en nada contribuye a que desarrolles la respuesta más efectiva. Respuesta efectiva: aquella con menor coste emocional y mayor beneficio para ti y tu entorno.
Es posible que no lo veas, es posible que sientas que no hay manera de soltarse del “rollo negativo”, nos pasa a todos alguna vez. Son esos momentos en los que necesitamos que alguien desde fuera nos eche una mano, nos escuche o nos acompañe.
Que una cosa es vivir las emociones negativas con naturalidad, y otra muy distinta quedarse enganchado a ellas, en este caso estaríamos hablando de otra cosa. Que no es lo mismo estar retenido unos instantes por algo que no nos gusta que convertirse en prisionero sin fecha de salida (de esto no hablo en esta entrada, y me gustaría que lo tuvieras claro para poder entender el objetivo de la misma).
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Respetar al otro
Decirle a la otra persona lo mucho que necesita salir de sus sentimientos negativos se puede convertir en un insulto a su inteligencia, y en algo redundante que puede contribuir a incrementar su agobio.
Hace unas semanas, una lectora de este Blog dejaba un comentario en una de las entradas, en él contaba una anécdota en la que observó como “en una red social profesional un contacto había dado al enhorabuena a otro por quedarse en el paro a los 56 años de edad, ya que esto era una oportunidad para…(Bla, bla)”, como muy bien decía en su comentario “hay circunstancias que son negativas y punto, hay que enfrentarlas y encararlas, pero no podemos ningunear el sufrimiento de una persona de esa manera”.
No se puede explicar mejor ni más claramente la idea que quiero compartir en este punto: respetar, acompañar, apoyar,… y no NINGUNEAR EL SUFRIMIENTO DEL OTRO, porque estar mal es una mierda, pero también es un derecho.
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Y recuerda que no hay cosa más deprimente e irritante que ponerle esta canción a alguien que está mal y FORZARLO a bailar…
https://www.youtube.com/watch?v=iCQ0vDAbF7s
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