Mi ordenador va lento… y comienzo a odiarlo. Me meto con él, lo insulto. Deseo intensamente que las cosas tengan alma para que mi ordenador sea consciente todo el mal que le porfío y se fastidie. Pero no, mi ordenador no tiene conciencia de mi enfado con él -una lástima, porque eso además de hacer mi enfado inefectivo me enfada aún más-. Mi teléfono también ha comenzado a ir lento, creo que se ha puesto de acuerdo con el ordenador y tengo pesadillas en las que veo como quedan los dos mientras duermo para ponerse de acuerdo y descojonarse de mi.
Y yo pensaba que era un tipo paciente. ¿Tengo la paciencia necesaria?
.
¿Qué es la paciencia?
Con las cuatro primeras acepciones que tiene la definición de Paciencia del Diccionario de la Real Academia, podemos hacer un interesante ejercicio, verás:
.
“Paciencia.- 1. Capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse. 2. Capacidad para hacer cosas pesadas o minuciosas. 3. Facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho. 4. Lentitud para hacer algo.”Además de hacernos una idea del significado del concepto podemos jugar con estas acepciones para ver qué peso le damos a cada una de ellas, ¿sabrías decir con cuál de estas cuatro te identificas más? ¿Sabrías ordenarlas desde la más cercana a la más lejana a ti? Responder a esta pregunta te puede darsustanciosas pistas sobre qué es lo que entiendes por paciencia, dónde están tus puntos fuertes y dónde están las áreas de mejora que puedes abordar para generar más paciencia.
Personalmente, y desde lo que he leído y trabajado, entiendo la paciencia como una manifestación de la madurez personal. Se dice que una persona alcanza su madurez, entre otras cosas, cuando es capaz de gobernarse a sí misma, por tanto aceptar algo tan evidente (y en ocasiones tan esquivo) como “que no tenemos el control de todo” se acaba convirtiendo en una fortaleza personal y un signo de madurez que se ejerce a través de la paciencia. Sencillo, explícito y al mismo tiempo complejo.
.
¿Qué no es la paciencia?
Algo que me queda claro es que la paciencia no tiene nada que ver con la resignación, aunque a vece se confunda. La paciencia no es la aceptación del resultado, es la aceptación de los ritmos y los tiempos, la paciencia es un medio para abordar un determinado contexto pero no es una finalidad en sí misma.
La paciencia no es una actitud pasiva hacia lo que nos ocurre. Paciencia no es pasividad, es más, a veces la paciencia contiene más carga de PROACTIVIDAD (porque tú eliges la respuesta ante algo) que de REACTIVIDAD (que se da cuando no controlas tu respuesta y actúas impulsivamente, o lo que es lo mismo: impacientemente).
.
¿Tengo la paciencia necesaria?
Pues depende, ¿Qué paciencia tienes con las cosas, con los objetos,…?¿Y con los demás?¿Qué paciencia tienes ante las respuestas de las demás personas?¿Y contigo mismo?
Vivir rodeado de estímulos que te informan de que todo (o casi todo) es inmediato, accesible y gratuito no es el mejor campo de entrenamiento para nuestra paciencia, y precisamente la inmediatez y la gratuidad son variables que operan como características de la sociedad en la que vivimos.
Es desde aquí desde donde empezamos a elegir, o bien dejo que la pauta emocional me la marquen factores y valores externos, o bien acepto que las cosas suceden a un ritmo distinto al que yo espero y ejerzo mi paciencia de la mejor de las maneras posibles.
.
¿Cuando somos más resolutivos?
Esta es una pregunta que no nos gusta que nos hagan cuando tenemos un nivel alto de “impaciencia”, aunque la verdad es que el precio de la impaciencia suele ser caro, y es directamente proporcional al beneficio que podemos obtener siendo pacientes.
Si cuando somos impacientes reaccionamos y cuando somos pacientes respondemos ¿Cuál de las dos opciones es más controlable y en consecuencia más rentable?, o siendo más directo: ¿Qué consecuencias tiene la impaciencia?
La impaciencia es una puerta abierta al enfado, a la rabia, bien con las cosas (absurdo), bien con otras personas o bien con nosotros mismos. Y del enfado es fácil pasar a la tristeza cuando caes en la cuenta que ‘has perdido el momento’ sin conseguir tu objetivo.
Existe también un tipo de impaciencia “autodestructiva” cuando somos nosotros mismos el blanco de esa impaciencia, que nos fuerza a nosotros mismos a acelerar nuestros tiempos y nuestras acciones, exigiéndonos resultados, imponiendo “imediatez” a “calidad” obteniendo pobres o ningún resultado. Si un bizcocho tiene que estar 45 minutos en el horno, necesitas 45 minutos, no le des más vueltas.
.
¿Cómo entreno mi paciencia?
Lo he repetido en entradas anteriores: las emociones son innatas, la gestión emocional no, pero se aprende. Y la “paciencia” no deja de ser una respuesta emocional que podemos aprender. Entrenar nuestra PACIENCIA es aprender a RESPONDER en vez de a REACCIONAR ante una cosa, ante otra persona o ante uno mismo. ¿Cómo puedo entrenar mi paciencia?, no te doy recetas solo claves que quizás te apoyen alguna reflexión de la que puedas obtener alguna pista…
.
1.- Acéptalo: no puedes controlarlo todo, (ojo, que una cosa es “saberlo” y otra “aceptarlo”)
2.- Hasta tus propios procesos necesitan su tiempo, así que descubre tu ritmo y la mejor manera de interpretarlo (ya, no es fácil, es autoconocimiento).
3.- Considera que forzar las cosas altera su naturaleza y forzarte a ti mismo/a genera una impaciencia “autodestructiva” (y muy injusta).
4.- No te centres en el resultado, céntrate en el proceso, en lo que ocurre. Vivir en el futuro es vivir en la ansiedad, y aunque el presente sea realmente incómodo es mucho más efectivo abordarlo que pensar “en lo que pudiera ser y no es…”.
5.- Desaprende tu manera de hacer las cosas que te generan impaciencia, de vivir las situaciones que te generan impaciencia, y apréndelas de nuevo… pero más despacio.
6.- Considera, visualiza,… cuáles son las consecuencias de la impaciencia, y si la impaciencia te va a acercar a lo que quieres.
7.- En la medida de lo posible evita actuar, tomar decisiones, responder,… bajo presión. La presión alimenta la impaciencia y nubla nuestra perspectiva.
8.- Acepta que HAY COSAS QUE NO PUEDEN SER, insisto: si un bizcocho necesita 45 minutos de horno, no lo puedes tener en 15.
9.- Relativiza, ¿cuánta importancia le estás dando a…?
10.- Utiliza tu sentido del humor: rebaja la tensión, te permite relativizar la situación, te hace tomar una perspectiva diferente, y sin duda… es una de las mejores estrategias de gestión emocional que se conocen.
.
…de todas formas, reconozcamos que un pellizco de impaciencia nos mantiene vivos, una reacción ante un impulso nos puede descargar tensiones, y una entrada para un blog siempre se puede escribir (con dificultad, pero se puede) después de darle un puñetazo a la pantalla de tu ordenador… 😉
.
Deja un comentario