Decir que están siendo años duros no es decir nada nuevo. Echarle la culpa de todo lo que te está pasando al sistema no es una actitud muy efectiva. Tomar conciencia de que la crisis más que económica ha sido una ‘crisis’ humana, una crisis de los valores que movían los hilos de nuestras actitudes, conductas, intenciones y decisiones es algo puramente descriptivo (ilustrativo, sí, pero descriptivo en definitiva). Sentimos que algo hay que hacer.
Es verdad que para cambiar lo que no nos gusta el primer paso es la toma de conciencia precisamente de eso, de lo que no nos gusta, de la posición que ocupamos con respecto a aquello que nos desagrada y de los recursos que tenemos para modificar esa realidad. Pero cuando invertimos demasiado en dibujar con la máxima exactitud ese escenario que nos está matando podemos acabar contagiados por esa radiografía enferma de nuestro propio escenario, ahogarnos de angustia, bloquear nuestras iniciativas y paralizarnos en el peor momento.
En este contexto, a lo largo de los últimos años han surgido fórmulas “salvadoras” enfocadas en el empoderamiento (como se dice ahora) de la persona, esto es, si no puedes cambiar el escenario, cambia el enfoque y cambia la actitud para poder elaborar nuevas estrategias que te permitan navegar en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo.
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Ser víctimas del escenario no funciona…
Esto lo tenemos claro o al menos debiéramos tenerlo quienes en estos tiempos hayamos tomado conciencia de que vivir instalados en la ‘queja’ no es nada efectivo si no convertimos ese lamento en una conducta que nos aporte ‘valor’ en algún sentido. Esto no ha sido ni es algo sencillo, porque en esta época han emergido multitud de variables que propician más la aparición de ‘sentimientos de víctima’ que de iniciativas y propuestas.
¡Ojo! y necesito dejar claro desde este momento, por si quedaba la duda, que no estoy hablando de política, ni de economía, ni de macrosistemas. Estoy hablando de mi y de ti, de personas, del día a día, de qué actitudes y acciones son las que hemos emprendido en estos años, las que hemos dejado de empreder y de cuáles fueron los motivos de una u otra decisión.
Da igual que seas o no seas una víctima real del sistema. Si lo eres o así lo sientes, pues habrá que afrontarlo, pero quizás debamos saber que si dejamos que ese sentimiento nos cale hasta el alma terminará congelando las iniciativas y las mejores respuestas que podamos dar en cada momento. Ser víctima del sistema no funciona.
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…nos han pasado la pelota…
Vale, vamos a darle una vuelta a las cosas, no quiero ser una víctima, quiero tomar la iniciativa. Quiero ser proactivo. Entiendo que no puedo cambiar el contexto pero sí puedo elegir la respuesta que quiero dar ante cada reto (por muy jodido que sea). Momento coaching: la vida es una partida de cartas en la que a veces no me toca una buena mano, vale, pero la mano la juego yo y yo soy quien dirijo mi partida; no quiero estar todo el tiempo lamentándome de los naipes que me cayeron, quiero actuar y por muy incómodo que parezca necesito nuevas estrategias. Sí, lo acepto, el escenario es diferente, no me prepararon para ello, ahora toca generar nuevas competencias. Perfecto, me lo creo, vamos allá…
…y gracias a herramientas tan potentes (cuando son bien gestionadas) como el Coaching puedo convertirme en responsable de mi propia vida, de mis propias decisiones. Se genera responsabilidad y al mismo tiempo la creencia de que “todo depende de mí”… venga no voy a ser tan exagerado, se genera la creencia de que según te pongas unas gafas u otras la realidad se verá distinta, todo es cuestión de enfoque, de la respuesta que decidas dar a lo que te acontezca… tú elijes…
…y precisamente es desde este ángulo desde el que podemos gestionar nuestras competencias con responsabilidad y autonomía, gestionar nuestra propia Marca Personal, ser mi YO S.A., qué bien, qué guay. Porque si lo hago de la manera adecuada generaré más oportunidades y podré gestionar mi posicionamiento en la mente de los demás. Si soy constante en ello y genero los hábitos necesarios desarrollaré la visibilidad que hará posible que los trabajos, las oportunidades y los proyectos me busquen a mí. Queda claro, si invierto los esfuerzos necesarios los demás conocerán mis propuestas, aportaré confianza y procuraré beneficios a cada proyecto en el que participe. ¡¡Somos los responsables de nuestra propia producción!! ¡¡Yujuuu!!
…y para esto hace falta mucho trabajo, porque la gestión de la marca personal es un proceso infinito. Porque además de esfuerzo hace falta constancia, coherencia, dedicación… no es gratis. Oye, y lo acepto, no es gratis y bien estoy dispuesto a pagar el peaje correspondiente, pero lo cabrónico de la situación es que “el peaje correspondiente” lo pones tú, sí tú, y como ya nos hemos preparado y nos hemos creído hasta la médula que somos los dueños de nuestro destino pues… a invertir, a dedicar horas, tiempos, relaciones y recursos para poder, además de sobrevivir, surfear de la mejor manera las olas de este nuevo “mundo líquido”… no paras, y si paras te sientes mal, y si no obtienes resultados te sientes peor, porque eres el director de tu propia factoría, el responsable de tu propia carrera…
Vaya…, que acabamos siendo esclavos de nosotros mismos, sobre-explotados en nuestra propia empresa, viviendo en una ilusión de libertad cuando vivimos y actuamos como prisioneros de nuestro propio desarrollo personal, profesional y de marca. Sobrepasamos los límites, acabamos trabajando más horas para nosotros mismos de las que estaríamos dispuestos a trabajar si nos lo impusieran terceras personas…
…pero no pasa nada. Somos libres, ciudadanos modernos de la sociedad del conocimiento, generadores de cambio, y de valor…
…uhmm, no sé: ¿Nos pasaron la pelota, la cogimos nosotros o todo esto es una trampa?
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…pero ser víctimas de nosotros mismos tampoco funciona
El peligro de esta “híper-responsabilidad” que se genera en las personas es que si bien dejamos de ser víctimas del sistema, nos acabamos convirtiendo en víctimas y esclavos de nosotros mismos o de nuestra propia empresa, como prefieras.
La amenaza de que la gestión de nuestra propia marca, o de nuestra responsabilidad, nos agote y nos queme es real y no podemos obviarlo. Más aún cuando todo lo envolvemos en una apariencia de libre elección hacia lo que quiero y me apasiona.
Cuando hablo de que no se está abordando la gestión emocional del desarrollo de la marca personal, o incluso la gestión emocional de la propia responsabilidad (aunque pueda parecer paradójico), me refiero entre otras muchas cosas a esta dimensión en la que hoy me centro: el proceso de victimización que nosotros mismos podemos generarnos cuando no implementamos de una manera sana y saludable nuestros propios recursos y estrategias de desarrollo y afrontamiento de la nueva realidad que se nos ha presentado.
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No nos engañemos a nosotros mismos, ni creemos falsas expectativas en las personas. Contribuyamos a generar una reflexión que posibilite además de la asunción de la responsabilidad propia, la generación de actitudes y acciones reales y tangibles, que al mismo tiempo que se realicen nos capitalicen emocionalmente… y es que, como leí alguna vez en internet (siento no saber el autor de la cita): más importante que el resultado, es el tipo de persona en la que te conviertes durante el proceso.
Todo esto lo explicó mejor que yo Mar Abad en un artículo que citaba las teorías del filósofo Byung-Chul Han, quien considera que cuando el individuo se siente libre de gestionar su propia producción y no lo consigue de manera óptima, la persona se siente fracasada, “se avergüenza y se hace responsable a sí misma en vez de poner el sistema en duda”…allanando el camino para dos de nuestros grandes males: la depresión y el ‘Síndrome de Burnout’.
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…¿Tienes clara tú respuesta a todo esto?
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(no te quemes de ti mismo/a)
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Procesos y Aprendizaje
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La venenosa ‘esclavitud positiva’ del Coaching, la Marca Personal y otras soluciones centradas en la persona
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¿Cómo puede tomar decisiones un joven al que nunca le han dejado opinar en casa?, ¿Cómo puede ser activo un joven que ha recibido todo sin poner nada a cambio? Y ahora ese joven sale al mundo, ¡que no del nido! Y está asustado, desorientado, necesitado de un apoyo familiar extremo, pues nunca aprendió a volar.
Pasará tiempo para que disponga de una marca personal y deberá luchar mucho para sacudirse el proteccionismo innato, hacerse un hueco en la vida y ser independiente, pues esa es la única manera de saber tomar decisiones.
Puede que acabe en un trabajillo que su familia le acomode, de esos que no hacen falta iniciativa y ahí vendrán otros problemas diferentes, problemas de insatisfacción personal y otros aspectos que redundará en su entorno inmediato y, ya será un adulto, con todo lo que eso significa.
No es fácil educar, pero es más difícil reeducar, pero creo que ls miradas de los sicólogos y sociólogos deberían apuntar a esa generación de padres proteccionistas que están induciendo a sus hijos a una inutilidad manifiesta.
Gracias Benito… creo que una de las funciones principales de la educación es GENERAR RESPONSABILIDAD, pero una responsabilidad sana, que permita tomar las riendas de la vida y que al mismo tiempo no suponga un peso que nos victimice o nos culpabilice. Un abrazo y gracias!!!
David