La semana pasada publicaba el post “Actitudes para TeleBuscar Trabajo”, en el que recogía una serie de actitudes que entiendo que pueden facilitarnos la búsqueda de empleo y oportunidades profesionales cuando la hacemos desde casa.
Una de las respuestas que recibí a este artículo fue la de (mi virtual amiga y compañera) Mónica Rueda en nuestra página de Facebook, decía así: “Buena reflexión. Pero yo hago una pregunta, ¿y si después de realizar todo eso seguimos igual, sin encontrar curro y quemados? Se supone que debería funcionar, ¿no? Pues a mí hay algo que se me escapa seguro…”.
Prometí responderle con un Post y aquí ando. Principalmente porque reconozco que comparto su duda y al mismo tiempo creo que precisamente en sus preguntas se encierran muchas claves sobre el éxito o abandono de muchas estrategias que tratamos de emprender para alcanzar nuestros objetivos.
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Ante las estrategias que te encuentras, ¿prefieres ser una persona lista o inteligente?
Dicen que una persona lista es aquella que cuando da con la solución a un problema replica la misma estrategia cuando se encuentra con el mismo problema. Vamos, que no tropieza demasiado con la misma piedra.
Por otro lado, una persona inteligente es aquella que cuando da con la solución a un problema es capaz de aplicar esa estrategia ante el mismo problema y ante otros diferentes. Esto es, genera la capacidad de extraer un aprendizaje repercutible a distintos contextos, optimizando así su experiencia.
Personalmente considero que si cada vez que nos encontramos con algún recetario de estrategias para lo que sea, o los típicos “10 cosas que tienes que hacer para…”, y los tratamos de replicar en nuestra vida sin considerar nuestro contexto personal, en el mejor de los casos estaremos siendo ‘listos’ y en el peor de ellos estaremos abonándonos a una estrategia ‘postiza’, que no es la nuestra, repitiendo mecánicamente acciones injertadas (sin espíritu) con la misma esperanza que la de un ‘alquimista descreído’ (actitud que en sí misma dificultará la obtención de resultados).
¿Hasta qué punto actuamos inteligentemente cuando nos encontramos con soluciones propias o ajenas? ¿Qué capacidad tenemos de modelar estas estrategias de manera creativa para acoplarlas cada uno a su presente, personal e intransferible?
Ojo: porque lo más cómodo es copiar soluciones, y lo más efectivo, la mayoría de las veces, personalizar las estrategias para afrontar la realidad de nuestros hábitos y acciones. Creo que este sería el primer punto que deberíamos cuestionarnos.
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La importancia de calibrar los objetivos y las necesidades
Otro aspecto que me llama la atención a la hora de desarrollar nuestras estrategias es la desconexión que muchas veces existe entre nuestros objetivos y nuestras necesidades. Cada vez estoy más convencido de que cuanto más relacionado esté un objetivo con una necesidad que tengamos abierta, más estaremos dispuestos a invertir en su consecución.
El problema es que muchas veces ‘lo que necesitamos’ no es en todo momento ‘lo que queremos’. Saber lo que quieres es esencial, y saber lo que necesitas CRUCIAL. Lo primero le da sentido a nuestra estrategia, lo segundo es el puente que nos permite transitar por la realidad hacia lo que queremos conseguir. Cuando se produce un conflicto entre estas dos dimensiones (no aceptamos que lo que necesitamos difiere de lo que queremos), normalmente caemos en un sutil y peligroso autosabotaje sobre cualquier estrategia que tratemos de poner en marcha. Se produce entonces una especie de “encabronamiento vital” que se manifiesta con actitudes y conductas en plan “amargado total”.
Podrás querer trabajar como ‘diseñador o diseñadora gráfica’, o como ‘monitor o monitora deportivo’… y es genial, pero si ahora te sale ese trabajo que tan poco te gusta pero que te permitirá: obtener dinero, salir de la dinámica de inactividad en la que estás, conocer gente diferente, desengrasar tus competencias o aprender otras nuevas… que es precisamente lo que necesitas, oye, lo mismo toca actuar con ‘inteligencia’ (que no con resignación), y mover el culo para ver las cosas de otra manera.
O resolvemos el conflicto entre ‘lo que queremos’ y ‘lo que necesitamos’, y calibramos adecuadamente cuáles son nuestras verdaderas prioridades, o vamos “listos”… hay una frase de Alfonso Alcántara muy buena en este sentido que dice algo así como: haz lo que tengas que hacer, sin dejar de luchar por lo que quieres, aunque sea un minuto al día. (No es fácil, no es imposible).
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Planificar no es actuar o ¿tienes rigor a la hora de cumplir tu propia estrategia?
Cuando de pequeño terminaba mi plan de estudios para la semana… joder, lo veía tan claro que era como si ya no me hiciera falta estudiar. Me lo tomaba en serio, invertía mucho tiempo en hacerme un plan de estudios bien limpio y coloreado… un plan que luego me hacía sentir como el culo porque no llegaba a cumplir, hasta que a la siguiente semana volvía a hacer otro jurándome que éste sería “EL DEFINITIVO”, plan que tampoco cumplía y así hasta el infinito… El tema es que las cosas empezaron a funcionarme cuando dejé de hacer planes y me puse a estudiar, quién me lo iba a decir…
Planificar nos da una perspectiva estratégica y necesaria sobre nuestro proceso, pero planificar no es actuar. No llevar a la práctica nuestra estrategia solo servirá para incrementar nuestra frustración (porque no hay mayor alimento para la frustración que el saber lo que tiene que hacerse y no hacerlo)…
…y sí, esto es una confrontación para quien la recoja: después de algunos años trabajando con grupos y personas, no todos los que elaboran sus estrategias son rigurosos a la hora de cumplir su propia hoja de ruta, algunos incluso dicen que las estrategias nos sirven para nada teniéndolas aún por estrenar en un 70%. Si tu plan no te está funcionando: o bien no estamos haciendo todos los deberes, o bien esa estrategia que seguimos no está bien afinada. Toca revisar y hacer (otra vez) nuevos ajustes.
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¿Qué quiere decir “se supone que debería funcionar”?
¿Cómo afrontas tus retos como una meta final o una meta de desarrollo? Una meta final es una meta con resultado concreto. Una meta desarrollo es una meta centrada en el proceso. Perder 3 kilos de peso es una meta final, es algo tangible. Mejorar mis ‘habilidades sociales’ una meta de desarrollo, es algo intangible. ¿Me sigues?
En ambos caso, y aún considerando las variables externas que pudieran presentarse, tu propia acción es lo determinante, por ello, podrían ser metas válidas si las llevamos a acciones medibles, específicas, tangibles y alcanzables (sin no, serán una mera ilusión).
Ya he escrito en muchas ocasiones mi opinión con respecto a los procesos de búsqueda de empleo. Para mí, o los convertimos en metas de desarrollo o podríamos meternos en un lío con nosotros mismos. El resultado de ‘encontrar un trabajo’ o que ‘te contraten un servicio’ no depende al 100% de ti (no te engañes, ni que te engañen). En el momento en el que entra en juego una voluntad ajena a la nuestra, el enfoque ‘resultadista’ nos deja a merced de los otros.
Lo que sí depende de uno es el proceso. Focalizarse en generar un proceso de búsqueda de empleo que no me agote emocionalmente, que me estimule y que al mismo tiempo genere el máximo de oportunidades posible, esto sí depende de mí, (te dejo alguna referencia propia en la que desarrollo más esta idea y la idea de “desempleo interior”).
Nuestra estrategia funcionará cuando deje de quemarnos, cuando genere el máximo de opciones posibles, cuando nos posicione profesionalmente y todo ello termine avocándonos a encontrar un empleo o a que nos encuentren como profesionales.
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Si no funciona, ¿Qué se me está escapando? ¿Qué hago?
A veces buscamos atajos y terminamos siendo más (inefectivamente) ‘listos’ que ‘inteligentes’. Otras nos mostramos tan impacientes (mucho hemos mamado de la cultura del ‘resultado’) que no le damos tregua a nuestras propias estrategias. En muchas más ocasiones de las deseables no tenemos calibrados ‘deseos’ con ‘necesidades’, y en otras tantas nos embriagamos de una mezcla de comodidad+soberbia+victimismo que no nos permite realizar los continuos y necesarios ajustes en nuestros planes. Preferimos patalear, sin terminar de asumir del todo que el ‘aprendizaje continuo’ es una consecución natural de continuas rectificaciones de rumbo.
Quizás lo que se nos esté escapando sea esa capacidad de leer el feedback que obtenemos de nuestras propias acciones: si ese feedback nos alerta de que emocionalmente nos estamos desgastando, entonces probablemente tengamos que buscar acciones que nos sumen y nos dejen de restar en este sentido; si de ese feedback obtenemos una falta de ‘resultados’, quizás deberíamos de repasar cómo es nuestro proceso, qué tipo de interacciones estamos generando, la calidad de las mismas, si son directas o virtuales, y si me acercan al lugar donde quiero estar.
Si nuestras estrategias no nos funciona sin duda tendremos que plantearnos si las estamos articulando con “inteligencia”, si tenemos bien calibrados nuestros “objetivos” con nuestras “necesidades” y recursos, si estamos siendo rigurosos con nuestra planificación a la hora de actuar, si tenemos el foco en el resultado o en el proceso… si ha llegado la hora de dejar de avanzar por el camino que transitamos para abordar otras rutas…
…y sobre todo, si estamos generando algún éxito, porque no lo dudes: necesitas éxitos y deberías de poder contestar a esta pregunta cuanto antes ¿dónde están tus éxitos?.
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(…a post largo, canción larga, oye, ya que estamos, nos echamos el día por aquí… te aseguro que vale la pena llegar al minuto 10 solo para ver como baila Jim… joder, qué huevos, qué crack, qué envidia, qué le diría Michael Jackson si lo viera bailar así…)
. te
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Cuando mis estrategias no me dan resultados
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Siempre he pensado que una persona inteligente es un listo que razona. Mi suegra es listísima y no tiene apenas estudios, pero siempre ha usado la intuición y la ha ido bien.
Un colega “amigo” que tiene dos carreras se cree inteligente porque “profundiza” en los temas usando su particular filosofía, y nos aburre, pero como no es mala persona, se le tolera. Él piensa que nos abruma con su sabiduría, pero su contenido es bastante inconsistente, pero él lo intenta porque necesita expresarse y nosotros le escuchamos.
A veces dudo si nosotros estamos actuando con inteligencia, si estamos “calibrando” bien nuestro objetivo de ayudarle, si el “recurso” de la paciencia es el adecuado, o si ha llegado la hora de decirle las cosas claras y descansar ¡al fin!, porque, como dice David, estamos necesitados de percibir un pequeño éxito en nuestro esfuerzo semanal.
Hola Benito,
¡¡qué grande eres!! No he podido dejar de sonreír con tu comentario y tu reflexión sobre ‘listo’/’inteligente’… brillante!!!
…bien sé que eres una persona ‘asertiva’, así que no tendrás ningún problema para atender las necesidades ajenas, estableciendo los límites necesarios para que el mundo no sufra ‘más de lo necesario’,
Un abrazo!!
David