#citaciega
“…a cámara lenta
la pelea le parecía ridícula…”
De El lado oscuro del pensamiento positivo, Fátima M. Roldán
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Me resulta curioso el proceso de tomar conciencia de todas aquellas cosas que nos hacen ‘entrar al trapo’, básicamente porque considero que nos aportan una información crucial para conocernos, gestionarnos y establecer una ‘verdadera’ escala de lo que para nosotros es importante, nos frustra o nos motiva especialmente.
Cada vez que ‘entramos al trapo’ de algo, nuestros talones de Aquiles toman forma y color, adquieren nombre y apellidos… ignorarlos, o enredarnos en el trapo además de ser muy inefectivo, alimenta aún más la frustración, es gasolina para el cabreo, la tristeza o la emoción que surja… y nos hace perder la capacidad de gobernarnos a nosotros mismos, al menos mientras dure ese ‘momento trapo’.
Decía Aristóteles que enfadarse era muy sencillo, cualquiera podía hacerlo… “pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso ciertamente, no resulta sencillo”… desde luego, Aristóteles era un lince.
Hablamos de carga emocional cuando nos referimos a la experimentación de una emoción con tal intensidad, que nos resulta muy difícil de canalizarla, provocándonos una conducta reactiva que escapa a nuestro control… conductas, la mayoría de ellas, que no hubiéramos desplegado si no se nos hubieran escapado las riendas de las manos… conductas, muchas de ellas, que nos hacen pagar una factura emocional posterior mucho más cara, descompensada en cuanto al beneficio que obtuvimos con la reacción, el desahogo o la patada en la puerta.
…y ahí está el reto, en nuestra capacidad de no soltar el volante, en nuestra capacidad de responder en vez de reaccionar. No es fácil, no es imposible, se puede aprender.
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La súper-competencia
Por todo lo anterior, si tuviera que elegir un súper poder entre el abanico de ‘súper poderes emocionales’, elegiría la capacidad de autorregulación.
Salovey, organizaba en cinco competencias principales la Inteligencia Emocional: 1, el conocimiento de las propias emociones; 2, la capacidad de canalizar las emociones; 3, la automotivación; 4, el conocimiento de las emociones ajenas; 5, la gestión de las relaciones con los demás.
Evidentemente, solo se puede gestionar lo que se conoce, así, la primera competencia es necesaria… ¿pero es suficiente?, solo cuando podemos canalizar y optimizar ese conocimiento es cuando podemos empezar a dar respuestas a nuestro entorno. Si bien la primera competencia es básica, es la segunda, nuestra capacidad de autorregulación, la que permite actuar con inteligencia.
…como diría mi compañero Álvaro, gran aficionado a la etimología de las palabras, la palabra inteligencia proviene del latín intellegere, compuesta de inter ‘entre’ y de legere ‘escoger’, lo que viene a significar que la inteligencia es la cualidad de que nos permite elegir entre varias opciones, discurriendo cuál es la mejor opción ante una determinada circunstancia.
Una interferencia emocional, a un nivel alto de intensidad, nos causa un ruido que en muchas ocasiones resulta ser cegador… enredados en nuestro malestar, nuestro enfado, nuestra sorpresa, nuestra tristeza, nuestro temor o nuestra euforia… no dejándonos ver, o al menos discurrir, cuál es para nosotros, con templanza, la mejor de las opciones.
Ojo, en todo lo anterior hablo de situaciones de carga emocional… no hablo de tenernos en corto a nivel emocional… no podemos confundir la autorregulación con la autocensura emocional, con la auto-represión emocional o cualquier movida que nos contenga innecesariamente y nos prive de VIVIR las experiencias que la vida nos ponga por delante.
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Salir del cuadrilátero
¿Alguna vez has dicho que te largarías y no volverías jamás?… o un ‘no te quiero’ a destiempo… o has pegado un grito para poner las cosas en su sitio… o le has dado un golpe a la puerta, has tirado algo, o has apretado los puños y las mandíbulas con excesiva fuerza… o te has quedado callado o callada por unas horas, días, … o te has castigado para castigar a los demás sometiéndote a cargas innecesarias para darle salida a tu desahogo… bueno, imagino que puede haber mil ejemplos sobre esto… algunos con más intensidad que otra, algunos más o menos dramáticos que otros… son situaciones de carga emocional, en los que perdemos nuestra capacidad de respuesta y nos abandonamos a una reacción que en muchas ocasiones nos cortocircuita.
…en esos instantes, siempre me imagino a un tipo en mi cerebro que con templanza me dice “tío, te estás pasando…, tío, esto no te lleva a ningún lado”, al que le doy la razón interiormente, pero al que no hago caso en mi conducta… esto es lo que hay…. estoy ‘demasiado metido’ en lo que siento…
…’demasiado metido’… ahí está la cuestión. Para dejar de enfriar hay que salir. Salir de la situación, descontextualizarse, tomar distancia… dejar enfriar.
No me refiero a tratar de salir en ese momento del estado emocional, porque eso puede llegar a ser muy frustrante… es como decirse “no quiero estar cabreado” en un momento en el que “estás muy cabreado y sientes es un cabreo de mil demonios”… me refiero a que una vez que eres consciente de que “estas cabreado”, irte con tu cabreo a otra parte, tomar distancia, salir del cuadrilátero…
…solo cuando sales, es cuando empiezas a ver las cosas con otra perspectiva.
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…cuestión de atención distracción
Cuando estamos fuera de control también hemos perdido nuestra capacidad de focalizar la atención, que se vuelve rebelde con nuestras conductas, secuestrada por nuestras emociones a mil por hora… sin atención, estamos ciegos… actuar con ceguera emocional puede tener unas consecuencias desastrosas.
…cuando salimos, como decía anteriormente, comenzamos a ver las cosas con otra perspectiva. Hablo de salir física y psicológicamente del contexto de la carga emocional. Hablo de recuperar nuestra atención distrayéndola con otra cosa… saliendo a correr, poniéndole música, llevándola al cine, escribiendo, paseándola, hablando con alguien, haciendo algo que la aleje de lo que la tiene prisionera… distrayéndola de lo que la ciega.
…probablemente sea una de las mejores maneras, y más baratas, de recuperar nuestra atención, que es, en definitiva, uno de los recursos principales de la autorregulación, que a su vez, es pieza fundamental y necesaria de nuestra inteligencia, esto es, de nuestra capacidad de elección… de nuestra capacidad de responder a aquello que vivimos y nos ocurre.
…no es sencillo, sobre todo en un mundo cargado de estímulos que nos bombardean por todas partes, cargado de cosas que hacer, cosas por hacer y tiempo que pasa, implacable, con prisa… no es el mejor contexto para gestionar nuestra atención… no es fácil, no es imposible, y afortunadamente es entrenable…
Dejar enfriar, cuestión de atención, cuestión de distracción, cuestión del aire psicológico que necesitamos para respirar, para vivir, para decidir… y para no actuar con esos ojos rojos que se nos ponen cuando perdemos el control….
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Procesos y Aprendizaje
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Dejar enfriar
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Imagen de Myriams vía Pixabay con licencia CC0 Public Domain
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