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¿Dónde están mis éxitos?

David Barreda 24 septiembre, 2015
globo en el cielo

Necesitas éxitos. Y no precisamente porque tu vida sea un fracaso (ni de coña), necesitas éxitos para que tus propias competencias te den una patada en el culo y te saquen de la “ilusión de fracaso” en la que a veces te enfrascas.

Y no es que las cosas te hayan ido mal, quizás lo que ocurrió es que las “expectativas” te jugaron una mala pasada, tan mala que te drogaron de desorientación… y saliste de la expectativa como quien sale de un tonel que ha rodado montaña abajo: con mareo, con inestabilidad y con ganas de vomitarlo todo, es como cuando tu mundo se tambalea y ya no tienes referencias… (no dejo de sorprenderme sobre cómo las jodidas expectativas nos comen lo que somos y lo que sabemos hacer).

Necesitas éxitos, siendo el primer éxito el más complicado y el más necesario cuando estamos en un proceso de activación, me refiero al éxito de generar y mantener la actitud adecuada para SER, ESTAR, OFRECER, SABER RECIBIR y VIVIR.

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Cargar con la cruz de lo que pudo haber sido

Esta frase no es mía, después te digo de quién. Me encanta lo que se esconde detrás de ella porque expresa muy gráficamente como soportamos un peso que sentimos real de algo invisible, intangible, producto de nuestra imaginación (sí, piénsalo bien, producto de nuestra imaginación) y que en ocasiones nos aplasta y nos quiebra el esqueleto de nuestros ánimos.

Que algo fuera lo que con más probabilidad pudiera haber ocurrido no significa necesariamente que tuviera que ocurrir. Que ‘supongas’ como tendrá que ser tu futuro de una manera más o menos realista tampoco implica que vaya a ser así… joder, es una “SUPOSICIÓN”, un puñetero pronóstico, ¡no es una profecía!

Es natural tener expectativas, previsiones, aunque no deberíamos confundir “las expectativas” con “los propósitos”. Mientras las expectativas funcionan como el que está parado en el arcén haciendo dedo para llegar a un sitio, los propósitos te hacen caminar hacia donde quieres ir mientras pasa o no pasa algún coche; en el primer caso “suponemos” que acabaremos llegando, en el segundo “sabemos” que llegaremos, quizás tardemos mucho, quizás nos salgan ampollas en los pies, pero estamos en marcha.

Es natural tener expectativas, y absolutamente natural sentir la decepción cuando nuestra esperanza no se cumple, la sorpresa cuando ocurre algo que no esperábamos, y la alegría cuando parece que todo encaja tal y como esperábamos. Lo que empieza a ser peligroso es cuando nos quedamos enganchados a la decepción por tiempo indefinido, condicionando nuestro futuro a la expectativa rota, o bloqueados por la sorpresa sin reacción de ningún tipo, o ilusoriamente acampados en la euforia enseñando una y otra vez a las visitas aquella medalla que ganaste en el año 84.

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El alimento de la actitud

Cada día estoy más convencido de que ‘la actitud’ no es un estado de ánimo, pero sí lo genera. La actitud es una herramienta, es un medio, una forma de afrontar cualitativamente cada cosa que se nos presenta delante de las narices.

Cuando estás buscando trabajo una actitud positiva no te va a dar un empleo, pero sí te va a acercar a él; cuando te vas a presentar a un examen una actitud adecuada no te va a garantizar el aprobado, pero sí te va a generar más opciones de obtenerlo; o cuando estás trabajando en equipo una actitud adecuada no significa que las cosas vayan a salir bien, pero sí las va a facilitar.

Y no me refiero, cuando hablo de actitud, a salir con una resplandeciente sonrisa puesta todos los días aunque te esté cayendo lo más grande…no, tampoco me refiero a estar todos los días obcecados en buscar el lado más brillante a las cosas, porque a veces las cosas simplemente no son brillantes o no estamos para ver brillo alguno. Como dice Alfonso Alcántara, una actitud adecuada consiste en: te sientas como te sientas, haz lo que tengas que hacer. No es fácil, no es imposible, requiere esfuerzo.

Y es que entre los alimentos preferidos de la actitud están la acción, la propia activación… y los éxitos propios.

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¿Dónde están mis éxitos?

Si la acción y la activación es el alimento de la actitud, los éxitos son la vitamina y los nutrientes que la retroalimentan, la regeneran constantemente y la desarrollan como hábito efectivo en nuestros modos y maneras.

Necesitas éxitos, y los éxitos están en cada pequeña acción que te propones y consigues hacerla. Insisto: CADA PEQUEÑA ACCIÓN QUE TE PROPONES Y CONSIGUES HACERLA REAL. Necesitas éxitos diarios, éxitos semanales, éxitos que dependan exclusivamente de ti, porque esos éxitos son la clave de la AUTOCONFIANZA.

Te lo digo con otras palabras: cuando te dices que tienes que hacer algo y no lo haces, te sientes mal; sí, te pondrás unas cuantas de excusas y justificaciones pero dijiste que ibas a hacer algo que no has hecho. Tú decidiste lo que era, cuándo y dónde lo harías, y no pudo ser, bueno vale, quizás por causas de fuerza mayor no pudiste, pero coño, ¿siempre no se van a dar causas de fuerza mayor, no?, porque si eso ocurre tendrás que revisar tu manera de ponerte metas y objetivos. Cuando esta situación se reitera en el tiempo empiezas a no fiarte de tus propios propósitos, dando por hecho que son más ilusiones que otra cosa, en definitiva, no te fías, no te das seguridad de que vayas a cumplir tu palabra, y sin seguridad no hay confianza.

Bien, piensa en la opción contraria, piensa en las veces que te dices que tienes que hacer algo y lo haces, y te sientes bien, muy bien. Cumpliste. Tachaste de la lista todas las cosas pendientes, te sientes con una agradable ligereza… y bueno, si esto se repite comienzas a fiarte de ti, te das seguridad, y donde se da seguridad se genera confianza… en este caso AUTOCONFIANZA.

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¿Cómo lo hago?

Piensa en aquellas cosas que tienes que hacer hoy y te va a acercar al lugar donde quieres estar mañana. Ojo, las palabras “hoy” y “mañana” están puestas con toda la intencionalidad y toda la literalidad posible, no es una metáfora. ¿Qué es lo que vas a hacer hoy?

Venga, confecciona esa lista… pero ojo, porque la lista de cosas que tienes que hacer hoy es un arma de doble filo. Selecciona finalmente aquellas cosas que tienes la absoluta seguridad que vas a hacer… no me jodas con la clásica, inefectiva y destructiva fórmula del:

(‘todo es importante’ + ‘sé que puedo hacer más’) x ‘debería estar haciendo más’ = ‘inmovilidad ansiosa’

En tu lista de compromisos diarios solo cabe lo que con certeza depende de nosotros y tenemos la seguridad de abordar… AUNQUE SEA SOLO UNA COSA, ¡¡solo una!!, da igual, necesitamos éxitos para generar una autoconfianza que al principio será como una pequeña planta en una minúscula maceta, frágil de quebrar pero susceptible de absorber todos los nutrientes que cada pequeña acción cumplida y cada intención convertida en realidad le pueda generar y la haga crecer y fortalecerse.

…y cuando tengas claro a por qué vas hoy, recuerda, me sienta como me sienta: HAGO LO QUE ME HE PROPUESTO HACER, que será lo que me permita incrementar mi cuenta de resultados emocionales, aunque sea céntimo a céntimo, (todo camino de 20.000 kilómetros comienza siempre con un primer paso).

Piensa en grande, actúa en pequeño, cumple tus promesas, genera autoconfianza… porque la autoconfianza es una cara de la moneda, y la otra es tu autoestima.

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…ah, la lo de la frase… es de esta canción…

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¿Dónde están mis éxitos? … ¿Dóndeeee?

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