A veces creo que tengo querencia por el camino más largo. No sé si es un defecto de fábrica que traigo, una condición de los de mi estirpe, una mera torpeza o simplemente un estilo de vida.
Lo mismo mis niveles de pragmatismo están por los suelos y mis niveles de ingenuidad por las nubes. Lo cierto es que muchas veces tengo la sensación de que elijo el camino más complicado para llegar a mis destinos, como si ante la escasez de agarres externos consideraras que no debes saltarte ni un solo paso del protocolo sobre cómo hay que hacer las cosas.
Lo mejor es que ya me voy conociendo, y sabiendo por dónde van ‘mis tiros’, me voy preparando antes de comenzar cualquier camino, sabiendo que tengo que elegir el zapato más cómodo y resistente, el equipaje más liviano, buenas dosis de trabajo y toda la paciencia que me quepa en el equipaje.
También tengo claro que además de saber y clarificar bien cuál es mi destino creo que es mucho más importante saber ‘para qué’ quiero llegar allí, no solo ‘qué’ es lo que estoy buscando, sino ‘qué experiencia’ es la que quiero vivir con la consecución de mi objetivo. Ya que me voy a meter por el camino más complicado es conveniente, al menos, tener bien claro cuál es el propósito del viaje, o incluso llegado el caso, tener razones para abandonarlo o no emprenderlo.
¿Qué quiero…? ¿Para qué lo quiero…? (¿¿Para qué lo quiero…??) ¿…y quiero meterme en ello?…, aunque lo mismo no lo quiero, y sí lo necesito… en fin… las cosas del querer, del necesitar y del pensar…
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El tiempo y la velocidad
También voy aprendiendo, con algún desgaste que otro, que si eres de los que coges por el camino más complicado (o el reto que te propones es complejo), por mucha prisa que sientas, la máxima velocidad no es la mejor estrategia.
Si vas a pasearte por todos los riscos, vas a tener que atravesar los ríos más complicados, o los bosques más cerrados para llegar donde quieres, tratar de acelerar el paso lo único que puede causarte es un agotamiento repentino.
Si tu reto es difícil, que no imposible, saber dosificar las fuerzas es una de las mayores virtudes. Si careces de sentido práctico, ten paciencia al menos, la paciencia necesaria para poder continuar el camino. Que pacienciencia no es pararse, ni paciencia es sólo análisis, que muchas veces ‘análisis=parálisis’. La paciencia a la que me refiero es esa que te salva de no tropezar con la piedra que tienes justo delante (llámala atención si quieres, o consciencia si eres más profundo/a).
Y da igual que tengas prisa. Imagínate que estás en medio del desierto y tienes poca agua, está claro que la necesidad está bien definida y es básica… pero correr para llegar al pozo aumentará tu deshidratación y mermará tus energías. No es sencillo, porque ante una necesidad básica la supervivencia apremia, y la gestión de la prisa no es sencilla.
La necesidad, palanca muchas veces de la motivación, a veces nos coloca mentalmente en una secuencia de expectativas sobre la consecución o no consecución de nuestros propósitos o satisfacción de nuestras necesidades. Este ‘gazpacho imaginario’ es el alimento más nutritivo de la ansiedad y la preocupación, que lejos de hacernos más efectivos, nos entorpece, nos resta visión y nos inmoviliza.
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El camino
Hace tiempo leí en internet (no soy capaz de atribuir la autoría de la frase), que “lo importante no es el resultado, si no la persona en la que te conviertes durante el proceso”. Me encantó y me inspiró mogollón.
Pensé en qué tipo de persona me estoy convirtiendo durante mi propio proceso (esto puedes aplicarlo al campo que te dé la gana, al profesional, al personal o al que quieras). Es curioso, con un poco de perspectiva y a través del filtro de esta idea, descubres cosas de ti que te gustan y otras que no tanto.
Precisamente esas cosas que no nos gustan son las que nos dan las claves para aprender, mejorar, crecer, o como mejor te encaje. Son esas cosas incómodas, que nos causan pudor o que nos enfadan de nosotros mismos, esas cosas que tratamos de negar (a pesar de la evidencia) y que nos están modelando en un sentido que ni esperábamos, ni nos gusta. Hay que tener la valentía necesaria para dejar paso a esa humildad que nos permitirá vernos como aprendices de nosotros mismos. Todos la tenemos, muchos de nosotros nos la presuponemos (error) y no sé cuántos tienen el arrojo de articularla.
En fin, que dicen que lo importante es el camino, y probablemente así será, y que debemos de disfrutar de él. Pues sí. Y te podría escribir ahora sobre lo bonita que son las rocas afiladas por las que tienes que caminar cuando tu objetivo lo sientes lejos y coges por el camino más complicado, o los acantilados tan alucinantes por los que tendrás que transitar…, pero qué quieres que te diga, hoy me sale más acompañarte en el momento en el que te acabas de cortar con esas rocas, o sientes un miedo atroz a despeñarte y desintegrarte en la caída…
Forma parte del proceso, ¿no?
Es un rollo. No lo neguemos. Sentirse personaje de una quimera no es idílico. Aunque lo importante sea el proceso (algo sobre lo que tenemos garantías), y no el resultado (algo sobre lo que casi nunca tenemos garantías), no siempre es fácil, no siempre es sencillo.
…a veces, la mayoría de las veces, lo único que nos salva es que después del berrinche, seguimos caminando (esto es una grandeza y uno de nuestros mayores logros, de los que pocas veces somos conscientes).
Justo antes del momento de tirar la toalla.
Necesitamos éxitos, dónde están nuestros éxitos.
Venga, seguimos…
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La respuesta
Personalmente, lo que más me ha enriquecido de darme cuenta de que la mayoría de las veces suelo coger por el camino más largo (que suele ser el más complicado), es no considerarme una víctima de ello. Para mí fue LIBERADOR.
Da igual que ese camino más largo sea una opción elegida, torpemente elegida, o incluso que esa la única opción posible. Da igual, porque enredarnos en ese debate puede ser más o menos instructivo, nos puede permitir más o menos autoconocimiento, pero puede hacernos caer en la ciénaga de las quejas y los lamentos, y ahí sí que va a ser difícil dar un paso, y ahí sí que vamos a agotarnos con rapidez.
Cuando dejo de sentirme víctima, comienzo a sentirme con más capacidad de respuesta. Cuando genero más capacidad de respuesta, paso de la resignación a la aceptación (que son dos cosas distintas). La resignación no me deja dar un puñetero paso más, la aceptación me ayuda a hacer un inventario de los recursos que me quedan para la situación en la que estoy (que me puede gustar más o menos), y es ese inventario el que me hace posible la elaboración de la mejor respuesta a mi alcance.
Es necesario ponerle fecha de caducidad a nuestras quejas, a nuestras lamentaciones. Es liberador no colgar tus propósitos de la suerte o el azar. Es duro asumir el camino, a veces, pero es más duro asumir que no vamos a dar un solo paso más desde dónde estamos.
Si eres de los que crees que la vida no te da ningún atajo, de los que saben que solo cuentan con unas botas y una cuerda para escalar tu personal Everest, de los que necesitan llegar a la cima para respirar porque ya te queda poco oxígeno, de los que sienten el cansancio de la lucha continua… ojalá no te abandone nunca el inconformismo, ese sentimiento que te levanta a pesar del cansancio, te hace dar un paso más a pesar del dolor, y alimenta la mejor de tus ambiciones contigo mismo.
El camino es siempre el más largo, el final siempre es provisional, no te canses, seguimos…, no es fácil, no es imposible. Larga vida a los inconformistas, larga vida a los que son capaces de generar sus propios recursos desde la escasez y desde su necesidad, larga vida a los que hacen fortaleza de su debilidad.
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[No he encontrado mejor poesía que ésta para el post de hoy, así que el vídeo de hoy es tan efectivo como simple y sencillo: canción + letra traducida, punto pelota. A disfrutar del largo camino!!]
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Procesos y Aprendizaje
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El camino más largo
Excelente articulo.
Me siento super identificada.
Siempre elijo el camino mas largo que es el que cuesta mas.
Pero cuando lo consigues , es fantástico porque triunfan tus valores y triunfas como persona.
Como me decía mi madre ” Lucha hasta el final ” .
Feliz día!!!
Gloria Morales.
Muchas gracias Gloria,
Gracias por apreciar el artículo, la verdad es que es una reflexión compartida que muchos de nosotros hemos sentido alguna vez. Es verdad que cuando a pesar de coger por la ruta más larga, y más dificultosa, llegas a tu destino, el sabor de tu éxito es más intenso. No obstante, muchas veces me cuestiono la necesidad de optimizar nuestros recursos y nuestras fuerzas, indagando sobre rutas igualmente intensas pero más efectivas en todos los casos. No hablo de atajos, hablo de cuidarnos y no agotarnos en nuestros retos.
Mientras no perdamos nuestra capacidad de trabajo y nuestro inconformismo, sea la ruta que sea, seguiremos caminando, que es lo importante.
Un saludo y gracias por estar!!
David Barreda