Cuando alguien ofrece o vende autoconocimiento me echo a temblar. Ya, ya sé que me dedico a una actividad en la que el autoconocimiento es la clave, pero precisamente por eso estoy escribiendo estas líneas, porque a veces percibo que se abusa del autoconocimiento como si éste te fuese a revelar todas las claves de tu vida, para que con todas esas claves puedas trazar tus estrategias perfectas.
Parece sugerente la idea de conocerse a uno mismo, de descubrir nuestro manual de instrucciones, cómo mola, ¿verdad?
El problema es que por un lado las personas somos siempre el resultado final-provisional de nuestra biografía (Ramón Bayés), así que no hay manuales definitivos, y por otro lado nuestra realidad hoy en día es tan inestable que la única constante es el propio cambio, y no tenemos la certeza de que lo que hoy nos vale, nos pueda valer mañana.
Visto así, el autoconocimiento por el autoconocimiento, no dejará de ser una especie de ‘viaje a nuestro pasado’, que puede ser más o menos instructivo, pero que solo nos terminará resultando útil si somos capaces de transformar esa información en algo valioso para nosotros, para los demás o para nuestro entorno.
.
La teoría del caos
El autoconocimiento, entre otras, consiste en tomar conciencia de una serie de aspectos sobre uno mismo que nos permitirá generar una cantidad de información personal que se nos hará visible y disponible. La cantidad de información que podamos generar sobre nosotros puede ser considerable, de hecho, somos un pozo sin fondo en este sentido.
Cuando el proceso de autoconocimiento no está bien definido, o bien acompañado, podemos actuar como un conductor que para entender cómo funciona su coche lo va desmontando pieza a pieza. Después de una jornada, el taller estará lleno de piezas sueltas, algunas más reconocibles y definidas que otras para nuestro particular conductor. ¿Tendremos la capacidad de volver a montar nuestro vehículo sin que nos sobre pieza alguna? ¿Optimizaremos con esta estrategia las capacidades de nuestro coche o le provocaremos algún ‘ruidito’ de esos que tan nerviosos nos pone?
Es entonces, cuando hemos generado tanta información sobre nosotros, en tantas direcciones, cuando corremos el peligro de empezar a desarrollar torpemente nuestra propia teoría del caos.
Me dice la Wikipedia que la teoría del caos trata de sistemas complejos y dinámicos muy sensibles a las variaciones de las condiciones iniciales, esto es, pequeñas variaciones pueden traducirse en grandes impactos sobre el comportamiento futuro de dicho sistema, haciéndolo impredecible.
Ni de coña soy un experto en esto, pero reconozco que me encanta la metáfora que nos sale. Porque las personas también somos sistemas, complejos y dinámicos, en las que nos anidan multitud de variables internas y externas que nos condicionan. Conocerlas es una ventaja, pero verse sobrepasado por ellas nos pueden hacer caer en nuestro propio laberinto, con resultados impredecibles si las removemos con imprudencia y arbitrariedad.
Y cuando hablo de todo esto no estoy refiriendo a procesos de autoconocimiento más o menos transcendentales o espirituales, que va… he visto a personas enredarse en su autoconocimiento a la hora de encarar un proceso de búsqueda de empleo, a la hora de generar tal lista de competencias, cualidades, experiencias y características propias que las emborrachaban de información y las hacía caer en una inefectiva dispersión. El resultado, en estos casos, más que aclararnos nos puede sumergir en una espesa niebla generada por nosotros mismos, una niebla acompañada del agobio de no saber muy bien cómo usar, gestionar y en algún caso digerir toda esa información que tenemos sobre nosotros delante de nuestras narices.
.
El enganche
Que conste que estoy convencido de que el autoconocimiento es una de las mayores riquezas a las que tenemos acceso las personas. Una maravillosa forma de utilizar nuestra ‘capacidad de representación’ para ‘representarnos a nosotros mismos’, para dibujarnos, reconocernos y proyectarnos. Una pasada, y lo digo sin ironía.
Claro que tampoco es un deporte. A ver, caer en un continuo ‘autoconocimiento contemplativo’ puede ser una clave tan potente de conexión con nosotros mismo, como de desconexión con el mundo exterior. Es como si nos quedásemos atrapados en nuestra propia ‘realidad virtual’.
Más aún cuando por nuestra propia naturaleza dinámica y compleja, en el proceso de autoconocimiento ‘nunca es suficiente’. Siempre habrá algo más por saber de nosotros mismos, siempre habrá una puerta por abrir, una competencia por descubrir, una cualidad por desarrollar, etc., etc., etc.
Vamos, que si nos descuidamos nos quedamos pillados en nosotros mismos. Como si no termináramos de hacer la maleta para nuestro viaje, mientras el tiempo del viaje transcurre. Puedes llamarlo exceso de control (de querer saberlo todo), una forma de perfeccionismo (de no ponerme en marcha hasta que ya lo tenga todo determinado), o una falta de seguridad (de cuestionarme y/o confrontar cada descubrimiento que hago de mí)… circunstancias todas ellas que tratamos de contrarrestar con ‘un poquito más de autoconocimiento’…
.
¿Qué vas a hacer con todo esto?
Cuál es el propósito de tu ‘autoconocimiento’, porque como siempre, el propósito nos da los motivos, y los motivos nos marcan la dirección. ¿Qué motivos tienes cuando inicias un proceso de autoconocimiento? (Sé concreto a la hora de responder), porque tener claro el rumbo es una forma de optimizar el viaje desde antes de salir. Ya te encontrarás con las obligadas variaciones que tendrás que aplicar en tu viaje, bien por lo que te vayas encontrando, bien por las condiciones de la mar, pero ya sabes “no hay viento favorable si no sabes dónde quieres ir”, ni siquiera en esto del autoconocimiento.
También creo que el autoconocimiento sin inteligencia tiene el mismo sentido que una montaña de barro sin alfarero. Que sí, que el barro está muy bien y tiene muchas propiedades, pero sin unas manos que le den forma (tu inteligencia en este caso, sobre la información que de ti hayas sido capaz de generar), solo se quedará en eso, en barro (o mera información, en nuestro caso).
Precisamente cuando somos capaces de transformar esa ‘información personal’ en ‘conocimiento’, ya estamos poniendo en valor nuestro proceso. La información es estática, el conocimiento dinámico, y será éste el que nos permita adaptar nuestras soluciones pasadas a nuestros retos futuros.
Quizás por ello, más que conocernos en el ‘qué somos’, sería más revelador conocernos en el ‘cómo’, cómo somos, cómo hacemos las cosas, cómo aprendemos, cómo evolucionamos, cómo nos atascamos y cómo solemos desatascarnos. Qué ‘el qué’ es importante, pero ‘el cómo’ es la clave de nuestro proceso de aprendizaje de las cosas…
…y si todo, a día de hoy, es tan voluble, incierto, complejo y ambiguo, estando avocados al continuo aprendizaje, o como se dice hoy, a estar en Beta Permanente, es más que conveniente conocer, además de nuestro ‘qué’, nuestro ‘cómo’.
En conclusión, no tratemos de hacernos demasiado predecibles a nosotros mismos, porque además de absurdo es bastante limitante. Y sobre todo, cuando entendamos que necesitamos una mirada hacia nosotros mismos, no dejemos de preguntarnos,
¿Para qué quiero iniciar un proceso de autoconocimiento?
¿Qué necesidad es la que trato de satisfacer con esa información?
¿Cómo y dónde quiero aplicar ese autoconocimiento?
¿Cómo puedo transformar mi autoconocimiento en acciones valiosas para mí, para los demás o para mi entorno?
Y si ya me conociera del todo…¿Qué estaría haciendo en mi vida que ahora no hago?
…en fin, disfruta de tu proceso, no dejes que te vendan humo, dale valor a tus experiencias y aplica inteligencia a tu autoconocimiento.
.
Por cierto, hablando de autoconocimiento: yo soy el hombre huevo, (ellos son los hombres huevo), YO SOY LA MORSA!! gu, gu… […esa manera en la que Paul señala a Ringo para que empiece la batería… cómo mola, eh…]…
.
.
—-
Procesos y Aprendizaje
puedes seguirnos
en
FACEBOOK (de una manera diferente)
y
en
TWITTER (compartiendo caracteres)
—
La peligrosa espiral del autoconocimiento
A mi me parece que el autoconocimiento es muy necesario. Si conocemos nuestra mente seremos capaces de controlar nuestros sentimientos y ser mas felices.
…bueno, “controlar” lo que sentimos creo que puede llegar a ser frustrante… me conformo con “gestionarlo”
😉
d.