#citaciega
“…era una fotocopiadora,
repitiéndose todo el rato, cayendo en los mismos errores
y en los mismos aciertos, si caer en la cuenta de nada de lo que le ocurría…”
‘La chica de la tetera azul’, de Fátima M. Roldán
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El pasado lunes día 26 estuve de nuevo trabajando con un grupo de docentes. Esta vez se trataba de parte del claustro del CEIP Arias Montano de Huelva. Los cito expresamente porque les comenté que escribiría en el blog algunas de mis conclusiones de esa tarde de trabajo con ellos, y en esto ando.
Lo cierto que esto que voy a comentar bien se puede aplicar a un colegio o cualquier otro tipo de empresa u organización que, con la necesidad latente de mejorar o resolver algún problema, se tira directamente a buscar la mejor formación que les capacite para dar con la fórmula adecuada… ignorando sus propias capacidades, individuales y colectivas, que ya poseen para afrontar su proceso de mejora o la resolución de algún problema que tengan entre manos.
Vamos a utilizar lo que ocurrió en el Arias Montano como metáfora…
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El contexto
El lunes desarrollamos un pequeño taller (ya que el 70% fue del todo práctico y con el foco en su realidad y sus respuestas) de Inteligencia Emocional. El objetivo era únicamente actitudinal, ya que teníamos poco tiempo para teorías y entrenamientos y, además, el taller debía servir como punto de apoyo para que se siguiera trabajando este tema en el centro.
Así, el objetivo fue “tomar de conciencia del impacto de mis emociones sobre mí, mi desempeño y mi alumnado”. Esta toma de conciencia permitió una autoevaluación individual y colectiva, determinar el punto en el que estoy/estamos, dónde querría/querríamos estar, y esbozar una línea de proactividad para que el equipo tuviera la actitud de continuidad necesaria… una actitud de continuidad que dependerá de ellos exclusivamente.
La cuestión es que de una forma u otra insistían que para poder continuar y desarrollar un programa de Inteligencia Emocional en su centro necesitaban más formación…
…y a mí, con respecto a esto, había algo que no me cuadraba.
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La experiencia acumulada
El tema es que en este equipo de docentes se acumulaban varias décadas de experiencia. Es verdad que había gente que a penas estaban empezando, pero la mayoría del claustro acumulaba 30, 20, 15 años de experiencia… en fin, una barbaridad.
En todos esos años de experiencia los docentes habrán vivido seguramente miles de situaciones, anécdotas, experiencias… con compañeros, familias, madres, padres, niños y niñas… de índole académico, personal, colectivo, individual… algunas que terminaron bien, otras regular y otras fatal… que forman parte de su biografía y capital profesional.
De una forma u otra, con el paso del tiempo no solo acumulamos años, acumulamos también un cuerpo de conocimientos, habilidades y actitudes que no nos van a enseñar en ningún sitio, que tienen un valor incalculable y que recogen un conjunto de intuiciones, soluciones y estrategias que bien recogidas conformarían “EL LIBRO DE ORO” de cualquier profesional.
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La experiencia evaporada
No solo en el Colegio que estuve el pasado lunes, sino también en otros muchos sitios, tengo la sensación de que la experiencia que se va acumulando se evapora con demasiada facilidad.
Pasan los años y dejamos pasar con ellos nuestros aprendizajes. Quizás el problema sea que no somos conscientes de todo lo que aprendemos y absorbemos de nuestras experiencias… me refiero a esa suma de lecturas que hacemos de las cosas que nos pasan, que quedan en nuestro histórico emocional, algunas integradas en nuestro repertorio de conductas, y otras olvidadas a pesar de su efectividad.
No creo que a estos docentes les hiciera falta mucha más formación para diseñar un programa de Educación Emocional, a pesar de su demanda. Estoy convencido de que colectivamente disponen de las competencias necesarias para diseñar un Programa Educativo (si no lo saben ellos, apaga y vámonos), y que ese programa se oriente a que su alumnado desarrolle estrategias de autoconocimiento, autogestión, conocimiento de los demás y gestión sana de sus relaciones… en otras palabras, estrategias de Inteligencia Emocional…
…es más, y aquí me mojo, creo que no les haría falta consultar ningún manual para desarrollar lo anterior… tan solo tendrían que recuperar su repertorio acumulado de aprendizajes tratando de que su experiencia no se evapore… y creo que así les saldría el mejor programa de Inteligencia Emocional para el CEIP Arias Montano de Huelva.
…y digo esto después de haberlos conocido, escuchado, observado y fundamentalmente disfrutado de su actitud e interés.
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La experiencia aprovechada
Ahora bien, para poder aprovechar el capital que estos profesionales tienen, y evitar que la experiencia se evapore y se quede en nada, tendríamos que considerar (de manera proactiva) cuatro variables …
La primera, el sistema. El sistema es absolutamente cabrónico, ya que como en otros muchos sectores públicos o privados, el sistema no deja trabajar a las personas. El sistema de trabajo que se establece, en demasiadas ocasiones, además de repartir las competencias y orientarlas a sus objetivos, suele indicar cómo hay que hacer las cosas y cómo justificarlas. Así, a las personas les queda muy poco margen de maniobra para poder ser creativas, diseñar estrategias locales, etc.
La segunda, la productividad. A lo anterior, que es un factor externo, se suma la falta de productividad individual, que es un factor interno. Es curioso como a la misma vez que la gente se queja por la falta de tiempo y la carga de trabajo, paralelamente se dan situaciones en las que nos dispersamos con excesiva facilidad lo que nos hace saltar de un asunto a otro sin cerrar nada, invertir demasiado tiempo en hacer cosas que no requieren de esa inversión, o tener la sensación de que se nos pasan los días sin haber hecho lo que tendríamos que hacer. En este sentido, necesitamos (con cierta urgencia, diría yo) disponer de estrategias de productividad personal.
La tercera, la inteligencia colectiva. Junto con lo anterior, necesitamos ser más efectivos de manera colectiva. Darle valor a los momentos en los que el equipo se reúne es clave: establecer mecanismos que permitan que los conocimientos de los integrantes emanen e interactúen; que no se caiga en reuniones largas, redundantes e inefectivas; que el tiempo sea de trabajo y no de una mera “exposición de egos”; que se generen estrategias de agregación de lo que unos y otros aporten; que se lleguen a decisiones colectivas concretas y alcanzables. En otras palabras, que el equipo sea inteligente frente a los retos que tengan por delante.
La cuarta, la responsabilidad. Para que el equipo se active. Para que los más entusiastas no se acaben quemando siendo ellos los que únicamente terminen tirando del carro. Para que los menos entusiastas se capitalicen. Para el incremento de la autoestima colectiva y el fortalecimiento de la estructura interna del equipo. Ojo, hablo de responsabilidad individual con el proyecto colectivo, sin responsabilidad individual… no habrá paraíso… Hablo de cuál es el grado de implicación y acción que cada uno de los integrantes, no solo va a asumir si no que, va a desarrollar de forma tangible.
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¿Realmente necesitas más formación?
Vaya por delante que yo soy formador. Es más, por encima de consultor, coach, o lo que sea que quieran llamarme… fundamentalmente me siento formador. Así, cuanta más demanda de formación mejor para mí…
…pero no creo que “siempre” sea necesaria una formación, sobre todo cuando el equipo cuenta con un bagaje que bien aprovechado daría una solución más efectiva que cualquier programa externo e importado, por muy bien diseñado que estuviese…
…quizás, lo que sí haría falta en muchas ocasiones, más que una formación específica sobre un determinado tema, sería una intervención que facilitara estrategias de productividad personal y efectividad colectiva, algo que permitiría sacarle partido al margen de maniobra que el sistema deje a las personas (por muy poco que pudiera parecer en un principio), y genere más responsabilidad individual y colectiva sobre los proyectos comunes que se tienen en el horizonte.
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Sea como fuere, te reconozco que soy un convencido de que detrás de cada experiencia hay un aprendizaje, un aprendizaje que puede generar una conducta replicable y efectiva… que habrá que saber destilar para que no se evapore…
Como dice la canción que te dejo…
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Yo soy más de lo que conoces
Yo soy más de lo que ves
Más de lo que me dejas ser
Yo soy más de lo que conoces
Un cuerpo y un alma
No me ves, pero lo harás
Yo no soy invisible
Yo estoy aquí
No hay ellos
No hay ellos
Sólo somos nosotros
Sólo somos nosotros
…
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