#citaciega
“…esos ojos de cordero degollado
le estaban arruinando la vida…”
‘Ekilibrio’, de Fátima M. Roldán
.
Hay una expresión que últimamente me llama mucho la atención, por el momento y el sentido en el que se usa. Te pongo en un contexto general para poder explicarme mejor…
…imagina que estás hablando con otra u otras personas sobre trabajo. Se habla de un proyecto concreto y se menciona a alguien, que no ha sido del todo efectivo, reseñando la ineptitud de su conducta. Seguidamente, parece que existe la urgente necesidad de decir lo antes posible algo parecido a un “…pero es muy buena gente”, a lo que todo el mundo asiente y las conciencias quedan reconciliadas… así que “es muy buena persona”, y todos los pecados le son y nos son perdonados. Amén.
Observa, es curioso.
Observa porque la situación se repite muy habitualmente, con otras personas y otros proyectos.
Es más, que no te quepa duda de que tú y yo somos los “buena gente” de otras conversaciones ajenas…
…pero sigamos…
.
Y seguimos…
La movida es que la participación del “buena gente” puede seguir siendo recurrente en proyectos similares con la misma gente. Esto es, se sigue contando de la misma forma con esa persona sin decirle ni pío al respecto (<- aquí la gran putada), a pesar de que quizás su competencia no sea la más adecuada… al fin y al cabo, es “buena gente”.
Vale, quizás a estas alturas este post puede resultar un tanto antipático… o no…
…a ver, no tengo nada en contra de la “buena gente”, todo lo contrario… me gusta rodearme de buena gente… y mucho más si se trata de asuntos que considero importantes…
…pero lo que no me gusta y me pone nervioso es que el buenismo termine dinamitando la productividad, falsee los feedbacks y termine convirtiéndose en una falta de respeto mutua, en todos los sentidos… algo que, a la larga, termina matando la competencia de las personas y las relaciones en las que participa.
.
Profesionales, buenas personas
Hace unos meses se publicó un artículo en el que Howard Gardner hablaba de que no se puede ser un buen profesional sin ser una buena persona. El artículo hizo furor en las redes y consiguió que el culo se nos hiciera pepsicola a toda la fauna del desarrollo personal/profesional que pululamos por estos entornos…. normal…
…un referente como Gardner avalaba explícitamente la importancia y la eficacia de jugar honestamente en el ámbito profesional… (como si eso respaldase todo lo que se viene haciendo en pro del buenagentismo facilón) … creo que ese mes tuvieron que dispararse las ventas de post it y globos de colores…
A ver, fuera de coñas, y por si te cabe alguna duda, yo también comparto esta visión al 100%.
Estoy absolutamente convencido de que una forma honesta de actuar te mantiene la maquinaria engrasada. Si juegas limpio todo es mas fácil: permaneces alineado con unos principios efectivos y no cabe duda de que la honestidad es un buen sistema integrado de toma de decisiones a nivel estratégico y operativo.
Además, jugar limpio genera mucha confianza porque es una infalible fuente de seguridad para los demás. En uno mismo da mucho descanso mental, afianza el autoconcepto e incrementas el valor que le das al mismo. Consecuentemente, terminas convirtiéndote en opción preferente en muchos contextos.
.
Buenas personas, profesionales
Ahora bien, del mismo modo que ser un buen profesional no implica ser buena persona… ser una buena persona no implica necesariamente ser un buen profesional.
Y es que, por muy buenas que sean las intenciones, si la competencia para hacer algo es mínima o nula, difícilmente se pueden obtener buenos efectos y resultados.
En este asunto, una cosa es valorar el ser “buena persona” como variable clave en el ejercicio profesional, y otra muy distinta caer en una ingenuidad que nos ciega el desempeño.
Lo jodido es que, si bien resulta fácil prescindir de un cabronazo o cabronaza en un proyecto, porque genera una dinámica irrespirable y a la larga unas consecuencias devastadoras, por muy ‘bueno’ que sea en lo suyo… más difícil puede resultar prescindir de un buen tipo que no llega a la competencia requerida…
…ya, ya sé que esto no ocurre siempre, y que hay a quien no le tiembla la mano a la hora de cambiar la alineación y que, con mayor no menor asertividad, mantiene el pulso firme a la hora de indicar la puerta de salida…
…pero también es cierto que en muchas ocasiones el conflicto aparece con mayor facilidad cuando tenemos que cuestionar a un “buena gente”, e incluso corremos el peligro de caer en una suerte de chantajes emocionales que justifiquen el seguir contando con esa persona e incluirla de alguna manera, aunque haya que forzar el proyecto… algo que agota y separa a nivel profesional… y a nivel personal.
.
No es contra ti
Creo que una de las claves de este conflicto que describo está en no saber disociar, de una forma saludable, la persona de su conducta.
Me explico: puede no gustarme lo que haces, pero sí tu persona. O, dicho de otra manera: me quedo contigo (hasta me iría a vivir contigo) pero no con tu desempeño (pero no trabajaría contigo).
El problema es que, en muchas ocasiones, no sabemos hacer esto de manera clara y sana.
Así, desgraciadamente se suele interpretar como un ataque personal un determinado cuestionamiento profesional, cuando la expresión “considero que tu desempeño en este ámbito no es el adecuado” no tiene por qué significar “considero que eres un inepto”.
Sea por la susceptibilidad emocional en la que vivimos, por las pocas herramientas que tenemos para darle un feedback a alguien o para recibirlo, o por el jodido el miedo a hacer daño, entre otras cosas… nuestra falta de asertividad nos condena a generar situaciones poco honestas, poco humanas y altamente peligrosas.
.
Activar el talento
No hablo en este post de terminar “decapitando” automáticamente a quien no sabe. Ni hablo de eso, ni va conmigo esa vía rápida y deshumanizada. Y ojo, no hablo desde la teoría, en mi vida he tenido empleados y empleadas y he sentido el peso de su desempeño o falta de desempeño directamente en mi bolsillo… y duele (mucho), te quita el sueño y te deja el estómago revuelto…
…no obstante, soy un convencido de que es sostenible cuidar las personas y al mismo tiempo al proyecto buscando su rentababilidad. Así, y tratando de hacer distinciones, tenemos que considerar que no es igual trabajar con una persona que “quiere, pero no puede”, que con una persona que “no quiere y no puede” …
Una buena persona que está en el “quiere, pero no puede” es una oportunidad para el proyecto, porque lo que le falta es la formación y la instrucción adecuada para activar su talento, abriéndose en este caso la opción de ajustar sus competencias (con las indicaciones adecuadas) a lo que necesitamos… solución: formación.
Por otro lado, una persona que “no quiere y no puede”, por las razones que sean (miedos, pereza, falta de formación también, o lo que sea), tendrá que abordar urgentemente el propósito que activa su desempeño… ya que, de lo contrario, difícilmente podrá recoger nuestra ayuda de manera efectiva. En estos casos, habrá contextos en los que tendremos margen de maniobra para apoyar a la persona en este sentido, y otros en los que por la naturaleza del trabajo el margen de maniobra sea escaso o nulo (estamos en eso del “motivados hay que venir de casa”).
Activar y rescatar el talento es un acto de humanidad, una inversión de todas las partes implicadas y algo que tiene que equilibrarse con la viabilidad de los proyectos. Ahí está el arte.
.
No falsear la realidad
Me incomoda falsear la realidad. Maquillar lo evidente. Tergiversar la evaluación que le damos a alguien chantajeados la mayoría de las veces por nuestras propias emociones, nuestros sentimientos de culpabilidad, nuestros temores a hacer daño…
No se trata de discriminar la bondad, se trata de ponerla en valor y de no caer en la ingenuidad.
No se trata de decapitar sistemáticamente a quien no llega, se trata de activar o rescatar el talento de una manera inteligente y humana. Algo que marca la diferencia en un proyecto.
No se trata de generar una situación incómoda, se trata de crecer… y no hay crecimiento gratuito y sin esfuerzo, y la mayoría de las veces sin trago amargo.
Se trata de respeto, de pensar a futuro. De dar claves sobre lo que no va bien… para dar la opción de mejora… y no dejar a la gente a ciegas, y más si son buenas personas.
…se trata de afrontar, en vez de eludir…
…porque entonces no te valdrán ni un arsenal de excusas.
.
.
12
Excelente Post mi amigo David
Muchas gracias
Gracias a ti Pedro, por pasarte por aquí y darle valor al post,
Un saludo!
d.
Genial David. Tan de acuerdo que a veces pienso que soy una antipática por no entrar en esa onda de buenismo. Me parece honesto separar ambos aspectos. Cuando se da un feedback tienes que ser sincero y directo o pierde su esencia.
Gracias por pasar por aquí y comentar, Oliva,
…a veces es complejo, nos enredamos en una maraña emocional que nos confunde las formas y pervierte nuestra voluntad. Es complejo separar en muchas ocasiones esos conceptos, pero como dices, es necesario.
Un saludo!
d.
Fantástico el post, David. Ya sabes que yo soy transeunte poco habitual de la corrección política, así que voy a ir un paso más allá. Siempre desconfío cuando me definen a alguien como «es buena gente». Para mí, «es buena gente» es sinónimo de «es una persona completamente inepta». «Es buena gente» es a lo que se recurre cuando no se encuentra ninguna competencia profesional en cantidad suficiente como para ser destacable.
Hace poco escribí un post para Glocal Thinking, el blog de Meta4, titulado «Franqueza Radical: Aprendiendo a dar feedback efectivo». Igual voy a tener que hacer una versión sobre cómo opinar sobre terceras personas… 😉
Fuerte abrazo, amigo.
JM
…eres la leche José Miguel, jajajaja… sin medias tintas, total…
…ahora mismo voy a buscar ese post sobre la “Franqueza Radical”…
…insisto, la clave está en disociar “lo profesional” de “lo personal”… y aún así, es todo un arte saber dar el adecuado feedback sin generar heridas en ninguno de los dos planos.
Un Abrazo, y seguimos!
d.
Como bien dices, David, separar una cosa de la otra, es un arte. Y precisamente ahí es donde está la diferencia entre un líder mediano y un buen líder, cuando se trata de una organización; independientemente del tamaño y profundidad de ésta.
Potenciar el talento no es tarea fácil. Por eso, tal como indica Peter Drucker, ‘no debe ser nombrado para un puesto de responsabilidad, alguien que enfoca su visión en las debilidades, en vez de en las fortalezas de las personas’. Porque puede ocurrir que destroce un talento aún por descubrir o, al menos, desestime la buena voluntad y actitud de un ‘buena gente’.
Gran artículo David. Felicidades.
Gracias por comentar José Manuel!!
…y por la cita de Drucker!
d.