#citaciega
“…catorce años más tarde
aún continuaba pagando la fiesta
que montó para celebrar
su primer sueldo…”
‘Manual de idiotismo’, de Fátima M. Roldán
.
Imagina que quieres perder peso y te pones a ello. Activas entonces una acción en este sentido que tendrá unos efectos sobre ti y que probablemente active la siguiente acción, el siguiente paso, que curiosamente puede ir en la misma dirección que la primera (perder peso) o en la dirección contraria (ganarlo)… aunque la motivación se mantenga en “bajar unos kilos” … ¿?
¿Cómo es posible que una conducta, consecuencia de otra dentro de una misma estrategia, origine unos efectos contrarios?
…en otras palabras, cómo puñetas una conducta orientada a bajar peso, dentro de un plan para ello, me puede llevar a otra que tendrá como consecuencia “poner más peso” … de locos, ¿verdad?
…pues esto ocurre…
.
Promover, permitir y purgar
Gracias a Paz Garde llegué al libro “Diseña tu felicidad” del Profesor Dr. Paul Dolan, experto en felicidad, comportamiento y políticas públicas, un libro que personalmente me está resultado bastante estimulante e inspirador.
Paul Dolan nos describe un ciclo de conductas en el que todos, alguna vez, hemos participado y que a mí me ha resultado tan divertido leerlo, como obvio y confrontador. Para explicarlo utiliza el recurrente caso del “deseo de perder peso”… verás…
… imagina quieres perder peso y decides empezar a hacer deporte para adelgazar…
Esta conducta, una vez activada, puede dar pie a otras acciones que la complementen, como ‘comer sano’. La primera acción ha tenido ya un primer efecto secundario, promover una siguiente acción en la dirección adecuada. ¡guay!
Pero claro… estos efectos secundarios no siempre tienen esta naturaleza. Puedes haber empezado a hacer deporte y por ello generar acciones en el sentido contrario al de tu propósito en plan “como ya estoy haciendo deporte, y me estoy portando bien, me puedo permitir algún regalito. Creo que me he ganado esa sabrosa e irresistible chocolatina… y así de camino, bajo la ansiedad… total, como estoy haciendo los deberes…” Vamos, que la primera acción ha tenido un efecto secundario contrario a la naturaleza de la motivación principal.
También puede ocurrirnos que a pesar de nuestra decisión de hacer deporte terminemos no haciendo deporte. Así, nos vemos obligado a purgar nuestro incumplimiento, con una acción que enmiende nuestra falta, “ya que soy un vago y no me pongo a hacer deporte, al menos, tendré que comer menos… aunque no me mueva del sofá, pa’compensar…, la carga emocional de la purga es pesada, lenta y poco reconfortante.
Pero Dolan sigue y nos describe un cuarto efecto secundario, el más dramático, en el que ante nuestra falta de voluntad real para levantarnos del sofá (esto es, a pesar de nuestra decisión de hacer deporte seguimos sin mover un dedo), nos reconocemos derrotados y actuamos en plan “…qué puñetas… total, ya perdida la guerra me tiro a la hamburguesa y al dulce… que no todo va a ser sufrir… total, pa’qué…”.
.
Licencia moral, Limpieza moral
Lo curioso de lo anterior, como explica el autor comentando alguno de sus experimentos, es que “cuanto más satisfechos estamos con nuestra tabla de ejercicios para quitar calorías, más nos consideramos con derecho a premiarnos”, normalmente con una comida que nos traerá un suplemento de calorías mucho mayor que las que perdimos con tanto esfuerzo y voluntad.
Nos habla Dolan del concepto de Licencia Moral, que es el margen que tenemos para permitirnos ‘cometer pecados’ en el sentido que estamos explicando ya que percibimos que estamos haciendo las cosas bien y nos podemos permitir algún desliz. “Imagina que estás en posesión de una cuenta bancaria moral. Cuando estás en saldo positivo, te autorizas a utilizar esta parte” para permitirte alguna fiestecilla, aunque los resultados de la misma no sean los más sanos.
Por el contrario, cuando percibimos que nuestra cuenta tiene un saldo negativo, necesitamos hacer un ejercicio de Limpieza Moral… y correr a hacer algo, cualquier cosa, que nos restituya el equilibrio.
.
Efectos secundarios
Más allá de los análisis que podamos hacer sobre la culpa, los compromisos, la fuerza de voluntad, la motivación, etc., en los que no voy a entrar… me parece intelectualmente delicioso como Paul Dolan describe lo obvio y lo demuestra… por eso, merece la pena detenerse en ello.
Solo lo anterior, ya nos debería servir para tomar conciencia de que nuestras acciones (sean buenas o malas, da igual) tienen unos efectos secundarios que pueden llevarnos a unas mejores o peores circunstancias que las iniciales. Así, el hecho de que hayas vencido en una batalla hacia tu destino no implica que tengas la guerra ganada, ya que si te echas a dormir lo mismo viene el enemigo y te come por los pies… ni el hecho de que la hayas perdido supone que puedas abandonarte a una suerte de acciones dulcemente autodestructivas porque sientas que ya no merece la pena el esfuerzo…
La cuestión es que no hay acción en el vacío. No hay movimiento descontextualizado. No hay conducta única… sino insertada en una vida, en un proyecto, en una sucesión de acontecimientos, y así, cada conducta genera unos efectos en forma de otra nueva conducta… que hará evolucionar nuestro camino en un sentido u otro.
.
Placer y propósito
Paul Dolan nos dice que “la mayoría de las actividades y los proyectos con los que nos comprometemos acaban siendo a la larga placenteros y significativos” (incluido el de perder peso), así que el placer y el propósito (o finalidad) suelen emparejarse felizmente a lo largo del tiempo… (es cuando le has cogido gusto a ese deporte que al principio hacías por ‘obligación’ para adelgazar y ahora lo haces porque te gusta y encima te ayuda a mantener la línea)…
…aunque en algún momento, como dice el autor, hayamos tenido que sacrificar el uno por el otro como cuando tenemos que hacer algo para conseguir nuestro propósito que no es necesariamente placentero… (como cuando empezamos a hacer deporte sin tener ni puñetera gana y sin encontrarle gusto ninguno, porque sabemos que será bueno para nuestra salud)…
Así, nuestra atención oscila entre el placer y el propósito, despistándose con las victorias y las derrotas naturales que nosotros mismos vamos generando en el camino. Solo cuando encontramos el equilibrio entre lo uno y lo otro, todo encaja… nos gusta y tiene sentido… un estado de felicidad que no deja de ser más que otro efecto secundario de una serie de acciones anteriores…
… unas acciones ‘anteriores’ que en definitiva están en cada momento presente… y que tú terminas eligiendo.
.
.
Hola David!
Me alegro de que te haya gustado el libro de Paul Dolan y me encanta el efecto segundario que me ha permitido disfrutar con este post 😊
¡Un fuerte abrazo!
…gracias a ti Paz!!
…me ha aportado un puñado de ideas, 😉
Abrazo!
d
Muy descriptivo en situaciones encadenadas,muy ágil en el sorteo de obstáculos ….Es la plantilla perfecta para contrastar cuanto nos contradecimos ….un placer leerlo.
Gracias por comentario amigo!
…nos vemos pronto,
d.