Siempre he querido tener una cresta. De verdad, desde muy pequeñito. Siempre quise tener una cresta y pintármela de colores. Os juro que hablo en serio. Si te estás preguntando por qué no la tuve pues te contesto que porque a mi madre no le gustaba, de hecho ni se lo planteaba directamente, y claro, esa actitud no es muy “Punk”.
Más tarde, cuando alcancé ese punto de independencia actitudinal de mis progenitores reconozco que tampoco tuve valor de dejarme esa cresta más allá de las florituras que hacía delante del espejo después de ducharme… ¡joder! ¡Qué bien me quedaban esos experimentos con mi pelo!
Yo siempre quise ser Punk…
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Tu lado más disruptivo
Podemos entender nuestro lado más disruptivo como aquel que produce una ruptura con tu “política personal establecida”.
Existe lo políticamente correcto en un sentido social, y probablemente exista lo políticamente correcto en un sentido “personal”. Esto último lo constituimos con el entramado de normas “personales” explícitas e implícitas que vamos asumiendo a lo largo de nuestra vida y van determinando nuestras pautas de pensamiento y de actuación, algo que en el mejor de los casos nos da seguridad y cierta previsibilidad, y en el peor de los casos nos robotiza y nos hace entrar en una inercia que le roba el alma a lo que hacemos.
Algunas de estas normas y reglas bajo las que actuamos vienen importadas desde fuera, otras nos las construimos nosotros mismos, pero unas y otras las elegimos. Sí, las elegimos, siempre tienes la opción de romper con ellas, y si no rompes es porque no quieres, piénsalo, no lo haces bien porque sencillamente no te planteas romper con ellas, o bien porque no estás dispuesto a asumir el coste que tendría esa “rebeldía”.
Lo cierto es que a veces nos construimos un “sistema socio-político personal” que no nos satisface, que no da respuestas a nuestras inquietudes, que nos avoca a una sensación de “no future”.
¿Nunca has estado hasta los huevos de ti y de las normas y reglas que tú te [im]pones? ¿No has pensado que quizás tu lado más disruptivo puede ser el que te acabe salvando de ti mismo o de ti misma?
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El inconformismo es un motor
Al conformarte empiezas a pararte, conformarse es empezar a morir, y ojo, el inconformismo puede ser el motor que te active, siempre y cuando no se acabe convirtiendo en queja.
Cuando el inconformismo se convierte en queja comienzas un proceso de victimización que te acaba agotando emocionalmente y no te lleva a ningún sitio.
La transformación se produce cuando tenemos el talento de convertir el inconformismo en el detonante de acciones efectivas, que para mi son aquellas acciones “sanas con uno mismo, al mismo tiempo sanas con los demás y que generan el máximo de oportunidades posibles en tus áreas personales, profesionales, etc…”.
Se trata de romper con lo que no funciona, de cambiar en definitiva, y para ello nuestro grado de incomodidad con la situación establecida debe ser mayor que el coste de esa ruptura, pero además para que ese cambio se produzca necesitamos la “actitud” necesaria que quizás te la pueda dar tu lado más Punk.
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El valor de tu lado Punk
Es una actitud. Una actitud de “no future”, pero de “no future” en relación a lo que ahora hago, a las estrategias personales y profesionales que empleo, en relación a propósitos y objetivos de vida que quizás nos hayan caducado… y que por miedo, por inercia, por comodidad o por lo que sea, no los afrontamos con la actitud crítica necesaria.
El valor de tu lado Punk está en que te permite afrontar LIBREMENTE Y SIN PREJUICIOS cuestiones como ¿Qué leyes son las que no te gustan de ti mismo o de ti misma? ¿Qué normas de las que te impones limitan tu libertad de expresión o te censuran? ¿Qué no te gusta? ¿Hasta qué punto eres capaz de arriesgar con tus modos de ser y parecer? ¿A qué actitudes tuyas les darías una patada?…
Recuerda, solo hay tres reglas que siempre operan al mismo tiempo: utiliza todo para avanzar, no te hagas daño a ti mismo, no hagas daño a los demás. El resto de reglas podemos pasar a revisarlas y cuestionarlas, no vaya a ser que solo sean residuos de creencias y limitaciones que bien las hemos importado o bien las hemos creado nosotros mismos.
Por último quizás debamos considerar que no hacer daño a nadie no implica que lo que vayas a hacer genere consenso y le guste a todo el mundo, no, todo lo contrario. Recuerda que tú también formas parte de la zona de confort de otras personas, y si cambias, alteras esas zonas y es posible que provoques algún conflicto que otro, pero esto… lo dejamos para otro post, además, soy un tipo de los que siempre quiso tener y nunca tuvo cresta…
…aún así, cuida al Punk que todos llevamos dentro…
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Muy interesante eso del “lado más disruptivo” aquél que produce una ruptura con tu “política personal establecida”.
Yo tengo claro que el que no es “revolucionario” (con r minúscula) a los 20 años, intentará serlo a los 40 y entonces ya se sentirá frustrado pues estará viendo las “luces rojas del tren de su vida”, es decir, ya habrá pasado su momento, por eso siempre debemos intentar ser nosotros mismos, si bien, y es mi opinión personal, acorde con el sistema en el que me quiero introducir, pues caso contrario, lo que debo hacer es buscar el nuevo horizonte donde ser feliz, pero para ello es preciso una acritud y decisión que no todos tenemos, pues imperan muchas circunstancias de la vida de cada uno que no te dejan hacer lo que deseas, simplemente por responsabilidad, de ahí que la mayoría acepte el modelo de vida que menos le perjudica y siguiendo la ruta que David nos recuerda “las tres reglas que siempre operan al mismo tiempo: utiliza todo para avanzar, no te hagas daño a ti mismo, no hagas daño a los demás”.
¡¡me encanta leerte Benito!!
Un abrazo,
@davidbarreda_db