#citaciega
“…después de todo el sufrimiento,
se sintió feliz, y lo entendió todo…”
De Construyendo el paraíso, Fátima M. Roldán
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La gente quiere ser feliz. Todos queremos ser felices. De hecho, “mientras que deseamos la felicidad por sí misma, cualquier otra meta (salud, belleza, dinero o poder) la valoramos únicamente porque esperamos que nos haga felices”, esto no lo digo yo, esto lo dice Csikszentmihalyi.
La cuestión es que en una cultura donde parece que todo debe ser inmediato, accesible e incluso gratuito, perseguimos la felicidad esperando obtenerla de la misma manera: inmediata, accesible e incluso gratuitamente…
…la queremos ya, y si no la consigues, algo estarás haciendo mal. De hecho, creo que estas son algunas de las variables principales sobre las que se asienta la feroz industria de la felicidad y el optimismo que nos inunda hoy en día.
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Escurridiza y volátil
El concepto de felicidad es ambiguo. Quizás por lo subjetivo del mismo. A cada uno le hace feliz una cosa, de hecho, es una suerte conocer y saber qué es aquello que te hace feliz. Es más, creo que la gente empieza a ser feliz cuando conoce los ingredientes de su felicidad… siendo muchas veces, causa de infelicidad, no saber o ser consciente precisamente de qué es lo que te hace feliz.
…además de ambigua, la felicidad parece tener un punto de volatilidad muy alto. Se tiene y se va. Se alcanza y se olvida de que se ha alcanzado. Se esfuma pronto, o se mantiene… pero inconscientemente. O incluso nos damos cuenta de que la teníamos cuando precisamente ya no está. Qué cosas.
…tan escurridiza es la felicidad que nos terminamos cuestionando de si realmente es posible que exista… más aún cuando no suele tener forma específica, y nos cuesta mantenerla.
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La experiencia óptima
Por eso, Mihalyi Csikszentmihalyi, uno de los científicos que más ha estudiado ‘la felicidad’, nos habla de que la felicidad no es algo que sucede, ni es algo concreto, ni el resultado de la buena suerte o del azar, ni algo que pueda comprarse con dinero u obtenerse con poder, centrándose en aquellas experiencias que la geneneran.
Dice el autor de Flow, libro en el que recogen sus estudios sobre la psicología de la felicidad, que la felicidad se manifiesta a través de Experiencias Óptimas, momentos en los que sentimos una especie de regocijo interno, en los que experimentamos un profundo sentimiento de alegría, es cuando percibimos que todo encaja.
…lo mejor es que estas Experiencias Óptimas pueden ser generadas por nosotros mismos, y no suelen darse de manera espontánea y azarosa. Ahora bien, estas experiencias óptimas tienen un coste…
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La felicidad incómoda
Solemos asociar la felicidad a situaciones agradables o favorables. Parece que la felicidad solo se puede vivir en contextos “pasivos, receptivos o relajados”, cuando contrariamente a esta creencia, la realidad de las Experiencias Optimas es que suelen darse en situaciones activas, proactivas e incluso complejas y difíciles para la persona.
Evidentemente, una experiencia de felicidad es una experiencia agradable… lo que no quiere decir que el contexto de ese momento lo sea. Es curioso. Entre otros muchos ejemplos, habla el autor referenciado del nadador que siente sus músculos doloridos y en tensión, como si fueran a romperse, es ese segundo antes de ganar una medalla, un momento de dolor extremo… que esa persona no cambiaría por nada en su vida, y lo recuerda como un instante de máxima felicidad…
…no es que tengamos que emular al nadador, ni mucho menos… pero me resulta gráfico el ejemplo en el que no siendo un momento precisamente agradable, se constituye en una Experiencia Óptima para esa esa persona, una experiencia profunda de felicidad extrema. ¿Por qué ocurre esto?
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La cultura del esfuerzo
Dice Csikszentmihalyi que “los mejores momentos suelen suceder cuando el cuerpo o la mente de una persona han llegado hasta su límite en un esfuerzo voluntario para conseguir algo difícil y que valiera la pena. Una experiencia óptima es algo que hacemos que suceda”.
En otras palabras, muchos de los mejores momentos de nuestra vida se dan cuando conscientemente activamos nuestras capacidades de manera voluntaria en función de una meta que queremos alcanzar. Si persistimos, alcanzamos un punto de equilibrio entre nuestras habilidades y nuestro desafío. Nos requerimos atención y foco, acción y concentración. Nos demandamos competencia para conseguir lo que queremos, considerando que el sentido de la autocompetencia uno de los ingredientes esenciales de la felicidad. Sentirnos competentes nos hace felices.
Lo que se nos regala no estimula nuestra competencia. Lo que conseguimos con nuestro esfuerzo, nos enriquece, nos hace crecer y nos genera seguridad y confianza (más claves de felicidad).
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Cuando el objetivo es un medio
Da igual lo que estés haciendo… da igual que estés escribiendo un libro o jugando una partida al parchís, da igual que estés ante un reto profesional o ante un desafío personal, es lo mismo, puedes estar haciendo una paella, colgando un cuadro, cantando, bailando, corriendo, ayudando a una persona, pasando la tarde con la familia, los amigos o estudiando…
…da igual, solo necesitas que tu esfuerzo, tus competencias, se ajusten a aquello que tengas entre manos, y que esta actividad te suponga estar PRESENTE AL 100%. Porque para todo se necesita competencia. Y nuestra competencia necesita de nosotros.
La felicidad no es algo que nos ocurre, es algo que nos generamos, a través de momentos que experimentamos, que pasan para dejar espacio a los siguientes.
La felicidad se trabaja, no es gratis. La felicidad se trabaja a través de nuestras competencias técnicas y emocionales… que puestas al servicio de un propósito, le dan sentido a lo que hagamos.
La felicidad se trabaja… espero que disfrutes de ello.
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Procesos y Aprendizaje
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La felicidad incólmoda
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Imagen de Maryam62 vía Pixabay con licencia CC0 Public Domain
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