Mis padres no saben a qué me dedico, qué cosas.
Veréis, desde hace algún tiempo, durante unos días al año, trato de hacer balance (en todos los sentidos) sobre cómo ha ido la cosa. En fin, que echo un vistazo a mis propósito y mis acciones recientes y trato de ver hasta qué punto han estado alineados deseos con pensamientos, pensamientos con acciones y acciones con resultados. Me refiero a resultados tanto tangibles como intangibles, para mí, ambos son necesarios e importantes.
Este proceso es más sencillo de lo que parece, y tampoco requiere irse a un monasterio durante dos semanas a pensar en ti. Es más fácil, necesitas tiempo sí, pero lo que más necesitas son ganas de mirarte con claridad y de trabajar sobre uno mismo.
No se trata tampoco de hacerme una exhaustiva evaluación, ni de revisar mi planificación… que no, que no es eso. ¿Sabéis lo que ocurre? que cuando no tienes ritmos definidos, esto es, un horario de trabajo claro, careces de periodo de vacaciones (laboralmente entendido), incluso tus funciones se van articulando en función al trabajo que te va saliendo (dentro del catálogo de servicios que ofreces)… o te tomas un tiempo para tomar conciencia de tu posición, o estás a merced de cómo soplen los vientos…
[y creo que esto vale tanto para quién se considere emprendedor, freelance, etc., como para quien esté buscando un empleo por cuenta ajena]
Saber dónde quieres ir te marca el rumbo, saber dónde estás te permite definir la ruta.
.
Entre el autoconocimiento y el producto
Una de las cosas más interesantes que puedes hacer de vez en cuando con tu proyecto es ponerlo en cuestión. Confrontar lo que estás haciendo, reconocer por dónde pierdes aire, cuáles son los puntos fuertes (que fíjate, a veces no coinciden con los que tú quisieras), calibrar los resultados que vas obteniendo, tu grado de felicidad y/o comodidad con lo que tienes entre manos, y si realmente te apetece seguir y de qué manera.
En este punto, y tratando de obtener distintas visiones de personas que me rodeaban sobre mi actividad le pregunté a mis padres si sabían a qué me dedicaba. Bueno…, ellos respondieron que por supuesto, que cómo no lo iban a saber, pero la realidad es que sus esfuerzos por tratar de darme una respuesta adecuada me hicieron pensar mucho. Hubo un momento divertido, porque creo que no querían defraudarme y al mismo tiempo demostrar que conocían en qué gasto mis horas de trabajo… pero… mmmm… no, no supieron responder con claridad. Ni de coña aparecieron términos como coaching, formación, acompañamiento, orientación profesional, inteligencia emocional o consultoría… y sí términos como ‘enseñanza’ y ‘personas adultas’, vamos, que tienen claro que no trabajo con niños.
Y siendo consecuente, descubrí que sus respuestas ponían de manifiesto uno de los aspectos que más trabajo me está costando afrontar en el desarrollo de mi propia marca: la especialización y la concreción de los productos y servicios que ofrezco.
Y es que ya puedes invertir lo que quieras en tu proceso de autoconocimiento o de toma de conciencia de tus competencias, y ya puedas tener unas competencias súper-chulas y súper-buenas, que como no consigamos transformarlas en productos y servicios legibles para nuestros clientes (o empleadores)… puff, nada, no conseguiremos nada más que vagar en una generalidad sin los resultados deseados.
Sí, podemos tener la fortuna de que alguien nos localice y sepa leernos, y entre líneas perciba nuestra propuesta… pero eso me suena más a ‘desear que tu príncipe azul o tu princesa rosa’ te encuentre que a otra cosa. Joder, que la teoría del flechazo en lo profesional no va, no va…, y mejor aprender a seducir que soñar con que nos encuentren.
No sé… pero si no tenemos del todo claro, o teniéndolo claro no conseguimos transmitir qué estamos vendiendo, qué acciones son las que conforman nuestro desempeño, quién nos lo puede comprar, qué beneficio (concreto) puedo generar y si nos pagarían por ello… no vamos a llegar muy lejos.
.
Mojarse
Intuimos o en el mejor de los casos sabemos que es importante definirnos profesionalmente, pero nos acojona sacar la tijera de podar y en muchas ocasiones la manejamos torpemente. Claro, llevo toda la vida estudiando o trabajando en mil sitios… ¿cómo puñetas voy a quitar una cosa u otra de mis referencias profesionales?… ¿y siiiii…?
En fin, que hacemos como el que va a la playa y coge el bañador, la toalla y la sombrilla (yo sin sombrilla, no voy a la playa). Y se lleva las gafas de bucear por si le dan ganas de bucear un rato. Y se lleva también un bocata por si le entra hambre, pero también se pasa por el cajero por si se tercia comer en el chiringuito. Y se lleva un pantalón por si luego del chiringuito nos damos un paseo por el pueblo. Y se lleva una camisa por si se hace tarde. Y por si luego me apetece quedarme a dormir en el pueblo me llevo una muda. Y lo mismo al día siguiente nos apetece dar un paseo por el campo así que me llevo las botas de caminar. Y lo mismo encontramos un sitio para hacer una barbacoa así que nos llevamos los aparatos y algo de carbón, y lo mismo… en fin… que te cargas tanto que al final no se sabe si vas a la playa, si vas al campo, si vas a pasar el finde fuera… o yo qué sé… y es que vas tan cargado y todo parece tan complejo que se te quitan las ganas de ir a ningún sitio.
…y ojo, que a veces nuestros CV y nuestras Webs pueden dar esa sensación.
Insisto… y esta ambigüedad que nosotros mismos provocamos se acaba convirtiendo en una interferencia que distorsiona el mensaje que queremos enviar al exterior sobre lo que somos y sobre nuestras propuestas, y es algo que nos afecta tanto a los que ofrecemos nuestros servicios, como a quienes buscan oportunidades que les acerquen a un trabajo.
Tenemos que mojarnos, tenemos que definirnos. No resulta sencillo, por un lado porque en ocasiones tenemos muchos conocimientos y experiencias acumulados y nos sentimos muy apegados a todo ese pasado, por otro lado porque quizás estemos viviendo una situación en la que por las razones que sea necesitemos estar a la máxima disponibilidad en todos los sentidos, y finalmente porque quizás, en ocasiones, nos falte la seguridad necesaria para definir la apuesta.
.
Haz la prueba
Pregúntale a tu gente a qué te dedicas, y no te conformes con que te nombren los estudios que hayas hecho… no, eso no vale. Pregúntales dónde te ven trabajando y qué te ven haciendo en tu día a día. Solicita concreción. Da igual que estés buscando curro como que estés trabajando, porque te puedo asegurar que es una forma de autoconocimiento más que interesante… pregúntales quién creen que pagarían por lo que haces y porqué pagarían por ello… escuchar las respuestas es una experiencia más que nutritiva.
No es una tarea sencilla, en muchas ocasiones, definirnos profesionalmente de tal manera que esa definición nos permita posicionarnos (ya no en el mercado de trabajo, si no) en la mente de nuestros potenciales clientes y empleadores o empleadoras. No es fácil, pero es necesario, y es que al final… si queremos estar en todos sitios, no terminamos estando en ninguno… que el don de la ubicuidad solo lo tiene Jorge Javier en Telecinco. 😉
.
…yo por mi parte, me he propuesto que mis padres conozcan a qué me dedico… y tú ¿Quién eres? ¿Qué haces?
..
..
Procesos y Aprendizaje:
puedes seguirnos
en
FACEBOOK (de una manera diferente)
y
en
TWITTER (compartiendo caracteres)
marca personal
coaching
competencias
especialización
orientación profesional
0
Deja un comentario