#citaciega
“…era diferente, cuando estaba con los demás…”
Del relato corto Saliendo del huevo, Fátima M. Roldán
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Dudo mucho de que se puedan enseñar ‘habilidades sociales’ en una formación. [Por cierto, feliz año]. Pues eso, que lo dudo mucho. Bueno, más que de enseñar de lo que dudo es de que se puedan aprender, si es que lo uno tuviera sentido sin lo otro.
…de hecho, cada día tengo más dudas de que en un aula pueda aprenderse algo.
Esto puede sonarte a provocación, pero no es mi intención… esta vez no. En serio. Bien sabes que cuando quiero provocar no me corto, pero ahora no, esta es una duda seria y para mí bastante razonable después de diecisiete años impartiendo formaciones, y es que si bien me encanta mi trabajo, lo cortés no quita lo valiente… y con cada cosa se llega hasta donde se llega.
…lo que sí acepto es que mis palabras puedan parecer un acto de cinismo cuando durante estos tres días voy a impartir una formación a más de 250 personas sobre “habilidades sociales y efectividad colectiva”. Pero bueno… como este post sale el mismo lunes que empiezo y la formación es en Comayagua (Honduras), será demasiado tarde para que se arrepientan y no creo que me manden de vuelta sin terminar el trabajo.
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La vuelta a las Habilidades Sociales
La cuestión es que estoy en una etapa en la que después de alguna sofisticación que otra, algunas vueltas buscando estrategias efectivas de trabajo colectivo, y aún reconociendo que me queda mucho por descubrir en este terreno… pues resulta que parece que vuelvo a los orígenes como ‘solución de base y necesaria’ para generar contextos de efectividad colectiva, en otras palabras, vuelvo a tomar conciencia de la relevancia de las Habilidades Sociales para llegar a objetivos individuales y compartidos…
…esas habilidades que por básicas tanto se dan por supuestas e integradas… como se descubren invisibles y ausentes en las situaciones más elementales y cruciales.
La soberbia de los adultos, en estos temas, la mayoría de las veces es demoledora.
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¿Habilidades de qué…?
La movida es que a mí hablar de ‘habilidades sociales’, sin más, siempre me ha sonado a hablar de ‘nada’. Me suena a ‘cajón de sastre’, es como decir que ‘hay que ser buena persona’, no sé, me parece muy inespecífico, muy abstracto y abierto… y lo excesivamente genérico rara vez aporta alguna solución factible.
Pero lo cierto es que cuando te paras, consultas, desgranas y pones nombre y apellidos a algunas habilidades sociales, descubres un repertorio de estrategias sencillas y muy efectivas, que por alguna puñetera razón no se activan, no se ejercen y por tanto nos limitan y limitan a los equipos a los que pertenecemos.
No sé si será por estar a la defensiva, por no querer dejarnos ver ni parecer vulnerables, por tener mucho ego, por alimentar nuestra inseguridad, por dinamitar nuestra autoestima, por orgullo, por defender nuestra posición o incluso por pura pereza o falta de criterio propio,… la cuestión es que solemos mantener aletargadas una serie de habilidades básicas de relación, a pesar de tenerlas a nuestro alcance.
…ahora bien, para caer en ello, para activarlas o simplemente para reconocerlas, creo que es necesario identificarlas a un nivel concreto y tangible.
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Repertorio
En estos tres días de trabajo, en los que me centraré en un enfoque interpersonal y colectivo, he elegido abordar una serie de habilidades que me parecen significativas para el buen trabajo en equipo, y que considero que facilitan la interacción entre las personas que persiguen y participan de un objetivo común. Aquí las tienes,
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Habilidades básicas
- Sonreír y saludar
- Saber presentarte de manera natural, personal y profesionalmente
- Ser cortés, ser amables en diferentes contextos con diferentes personas
- Tener sentido de la pertinencia con los demás
- Saber decir que sí
- Saber decir que no
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Habilidades de participación
- Saber iniciar una relación personal/profesional con otra persona
- Saber unirse e integrarse a proyectos con otras personas y de otras personas
- Proponer iniciativas asertivamente
- Alabar y reforzar positivamente a los demás
- Comunicar discrepancias
- Ayudar, apoyar, cooperar y compartir recursos, oportunidades e incluso cargas
- Aceptar el rechazo de nuestra ayuda
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Habilidades de conversación
- Saber iniciar una conversación con conocidos o desconocidos
- Mantener una conversación, sin forzarla y haciéndola valiosa
- Saber terminar una conversación
- Unirse a conversaciones de otras personas
- Participar en conversaciones grupales
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Habilidades socioemocionales
- Expresar autoafirmaciones positivas, sin caer en la soberbia ni en la falsa modestia
- Expresar emociones
- Recibir la expresión de emociones ajenas
- Defender los propios derechos, con criterios de valor (no de ego)
- Defender opiniones y argumentos frente a los demás, gestionando nuestras emociones
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Afrontar conflictos interpersonales
- Indentificar problemas interpersonales
- Buscar soluciones a los conflictos interpersonales
- Anticipar consecuencias
- Elegir una solución
- Probar una solución
- Disociar a las personas de los conflictos
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Habilidades de relación
- Actuar con empatía y pertinencia
- Saber responder explícitamente a las palabras, actitudes y conductas ajenas
- Saber responder a peticiones ajenas
- Participar en la solución de problemas ajenos
- Saber pedir favores, sin ser invasivos, sin sentirnos mal
- Aceptar el rechazo de nuestras iniciativas y acciones
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Ahora imagina que participas en un equipo y todas estas habilidades están perfectamente integradas y metabolizadas por cada uno de los integrantes… Reflexiona un poco… ¿Qué impacto tendrían en los objetivos comunes?
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…una cuestión de Hábitos
Te decía al principio que consideraba que las habilidades sociales no se podían enseñar en un aula. También te decía que precisamente las habilidades sociales eran las que engrasaban el engranaje de un proceso social, subrayando su relevancia en la consecución de objetivos comunes.
Con respecto a esto último, me llama la atención como hoy en día nos perdemos muchas veces en encontrar soluciones sofisticadas que activen la inteligencia colectiva, diseñando procedimientos modernos que abran atajos y puenteen la irremediable relación con los demás. Cuando a veces, todo puede ser más sencillo, aunque no simple.
Creo firmemente que desarrollar relaciones socioemocionales efectivas orientadas a objetivos comunes es humanamente más barato y más rentable para el colectivo y el individuo. Cohesiona, genera sentido de la pertenencia, alimenta el proyecto y crece la persona. Aunque reconozco que puede ser más incómodo al principio, que levante ciertas suspicacias y que requiera un tiempo continuado de trabajo.
Por ello, dudo mucho que este tipo de habilidades se puedan aprender en un aula. Un aula es un laboratorio, descontextualizado de la realidad por mucho que nos lo curremos en conectarlo con el día a día o impartamos la formación en el propio lugar de trabajo.
Las cosas no se aprenden hasta que se hacen, y se vuelven a hacer, y se repiten y se repiten tanto que se automatizan, y se hacen sin pensar en ellas, como algo nuestro, como hábitos naturales e integrados… es entonces cuando se ha producido aprendizaje, es entonces cuando la persona empieza a obtener las rentas de esos hábitos integrados….
…y el aula, entonces, funciona más como el vestuario en el que se dibujan las estrategias, solo eso, el vestuario, luego, toca salir al campo y jugar, y hacer real lo que pintamos en la pizarra y diseñamos entre todos, que nunca saldrá idéntico, nunca será calcado, y que necesitará de rectificaciones sobre la marcha… esas rectificaciones que son las que adaptan nuestros conocimientos a la realidad, convirtiéndolos en habilidades y generando las mejores actitudes para cristalizarlas en aprendizaje.
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Este lunes, martes y miércoles estoy en Comayagua (Honduras), de la mano de la Escuela Andaluza de Economía Social, desarrollando la formación “habilidades sociales y efectividad colectiva” para los Delegados y Delegadas de Coacehl.
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Procesos y Aprendizaje
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Objetivos compartidos, una cuestión de habilidades sociales
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Imagen vía Pixabay con licencia CC0 Public Domain
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Hola David,
Por lo que veo, las fiestas te han sentado de maravilla: un post sensacional.
Por decir algo y que no le parezca a nadie un halago gratuito, te diré que me parece luz pertinente tu observación sobre (te parafraseo) los sofisticados procesos de inteligencia colectiva que parece que solo buscan puentear el inevitable contacto humano: ese es otro de los ejemplos de la “magia” que se atribuye a los llamados medios sociales.
Un saludo.
Hola Pedro!!
…gracias por valorar el post. Aquí conecto mucho contigo, en cuanto a lo ‘sofisticado’ que se está volviendo todo.
Un fuerte abrazo!
David
Un post muy bueno David, opino como tú, somos tan situacionistas que la formación en el aula se pierde en el mundo real, pero por algún sitio tenemos que empezar. Este post nos muestra una intervención individual, generalmente la más fácil de poner en práctica, solamente nos faltaría complementarla con una intervención social, sobre el terreno, para que la influencia social modifique el comportamiento de cualquier persona que entre en contacto con nuestra organización, “hábitos organizacionales hábiles”. Como dices en la frase inicial del post: “…era diferente, cuando estaba con los demás”. Una gran “verdad” social muy importante, que sucede habitualmente, por lo tanto la podemos aprovechar. Modificar el entorno para cambiar el comportamiento de cualquiera que entre en él.
Saludos David, un gran artículo.
Muchas gracias compañero,
…es verdad que por algún sitio tenemos que empezar. Me gusta mucho eso que dices de de pasar a una ‘intervención social’, sobre el terreno, sería lo ideal.
Un fuerte abrazo!
David