#citaciega
“…pensaba que el partido estaba ganado,
cuando justo acababa de comenzar…”
‘Gol en propia puerta’, de Fátima M. Roldán
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Este mes de mayo he tenido la oportunidad de trabajar, de manera intensa, en el proyecto Sevilla Integra, de la mano de la Escuela de Economía Social. El programa consiste en generar un proceso con las personas para que estas, a través del acompañamiento y la formación, pudieran incrementar su empleabilidad, focalizándose fundamentalmente en personas en riesgo de exclusión o con dificultades de acceso al mercado laboral.
Mi intervención, como otras veces en otros proyectos similares, ha consistido en acompañar a las personas en algunas sesiones grupales, con el objetivo de generar conexiones, una dinámica de proactividad en ellas y la determinación de objetivos alcanzables y que tuvieran un impacto positivo en los participantes.
Personalmente, si bien me suelo adaptar naturalmente al grupo con el que trabajo, no suelo variar los planteamientos técnicos. Esto es, mi trabajo consistirá en adaptar las estrategias al equipo con el que trabaje, pero no suelo cambiar las técnicas que estructuran mi manera de entender la orientación. Las personas son personas, la empleabilidad la empleabilidad, y las competencias las competencias….
…además, me resulta particularmente fascinante la cantidad de denominadores comunes (sobre todo emocionales) que coinciden en unos y otros grupos, de distintos proyectos, de distintas condiciones económicas, formativas, etc.
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Orientación antes de
Es lógico que la Orientación Profesional se focalice en el momento en el que la persona está en desempleo, quiere buscar desempleo y siente una desorientación en uno u otro sentido. Puede ser porque no sabe lo que quiere, no sabe cómo saber lo que quiere, sabe lo que quiere pero no sabe cómo llegar a ello, está confundido sobre lo que cree que quiere, se ha olvidado de lo que quiere, o sufre una parálisis, un sentimiento de bloqueo, etc.
Un buen proceso de orientación en este sentido, en mi opinión, sería un buen proceso de toma de conciencia: de su autoconcepto, de las competencias profesionales que integran su autoconcepto, del valor que se da a sí mismo, de su grado de empleabilidad, de cómo está articulando su grado de empleabilidad y cómo lo puede mejorar, del contexto profesional en el que se encuentra, etc.
Esa toma de conciencia, a ratos bonita, a ratos confrontadora, sería efectiva si colocaran a la persona en un punto de: ‘percepción de control’ sobre sus iniciativas, la puesta en acción de las mismas y una mínima capacidad de análisis del retorno que tienen estas iniciativas. Esto es, qué ha ocurrido o qué no ha ocurrido con la acción que he llevado a cabo, y qué variaciones puedo incluir en ellas para repetirlas de una forma mejorada.
Además, es esencial facilitar procesos para que todo esto que se pone en marcha genere en las personas una sensación de acción, de que se están moviendo de que no son parados, solo están desempleados. La mejor forma de aumentar nuestra autoestima en este sentido es “actuar”, cumplir con nuestra estrategia y ser conscientes de que somos dueños de nuestras acciones… y que el mejor resultado es siempre la generación del máximo número de oportunidades… porque es el único resultado que depende directamente de nosotros…
…luego, el retorno de todas nuestras iniciativas en forma de empleo, será la consecución de la primera fase de nuestro proceso de empleabilidad.
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Competencias para buscar trabajo
Para buscar trabajo se requieren una serie de competencias. Algunas de ellas técnicas, y el reto en este sentido está en diseñar adecuadamente nuestra propuesta de valor, esto es, aquello que determinará que la balanza se incline de nuestro lado porque significará que estamos resolviendo algún problema, satisfaciendo alguna necesidad o generando algún beneficio en la parte que nos va contratar.
Otras competencias requeridas en este proceso serán más emocionales o actitudinales: resiliencia extrema (superar cada “no” que nos digan, superar nuestra percepción de “parados”, levantarnos cada día, …); estar en permanente aprendizaje (a pesar de las circunstancias); gestión de las relaciones (sobre todo las que nos permiten relacionarnos con nuestra red de contactos y generar un valor en la misma); habilidades sociales; habilidades de comunicación; etc.
Ninguna persona estamos exentos de activar cada una de estas competencias cuando estamos buscando trabajo, clientes u oportunidades profesionales.
La cuestión es que estas competencias, si bien nos ayudan a ponernos en marcha con una estrategia definida, e incluso si bien muchas de ellas tenemos que importarlas necesariamente a nuestro puesto de trabajo (una vez que lo tengamos) o a nuestra actividad profesional, lo cierto es que una vez en activo, se requieren otras que no siempre se abordan en los procesos de orientación.
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Orientación después de
Si eres orientador, o has gestionado procesos de intermediación o de prácticas profesionales, sobre todo con personas que tienen especial dificultad de acceso al mercado profesional, te habrás dado cuenta (más rápido que tarde), lo importante que es que esas personas, en muchos casos, mantengan su puesto de trabajo.
Parece que con la contratación se cierra el proceso, y en muchos casos, me parece un error. La firma de un contrato, de unas prácticas… no es el final del camino. Quizás ahí, empiece el verdadero proceso.
Que alguien diga que es responsable, puntual, entregado, sabe trabajar en equipo, etc., no implica necesariamente que lo sea. Luego, en el trabajo, ya desde un rol y una posición diferente, cuando existe un desempeño profesional real y un compromiso cerrado, las actitudes decaen, o no se mantienen en el tiempo, o no se terminan de afrontar de manera adecuada los muchos conflictos que pueden surgir en el día a día (aceptar órdenes de superiores y ser asertivos, gestionar el estrés, gestionar la carga de trabajo, mantener la actitud, gestionar conflictos, gestionar cargas emocionales, mejorar mi prestación de servicios,… o incluso, mantener mi profesionalidad al mismo tiempo que sigo generando otras oportunidades).
En muchas ocasiones, echo de menos este tipo de procesos de orientación profesional ‘después de la contratación’. Pero no solo en personas con riesgo de exclusión social… lo echo de menos en cualquier persona que está reconectando conscientemente con su empleabilidad.
La empleabilidad, además de ser aquello que te hace deseable laboralmente, es lo que define tu profesionalidad cuando estás trabajando, y esto, en muchos casos, requiere también de un proceso de apoyo…
…un proceso que te permita sostener tus competencias en activo (las técnicas y las emocionales), apuntalarlas, mejorarlas, incrementarlas, y aprender de manera continuada de ellas…
…si no, en algunos casos, entraremos en un bucle peligroso, en el que por mucho que facilitemos el acceso al mercado laboral, luego esa oportunidad/trabajo puede perderse por no saber de qué manera mantenerla.
Y es que, si ya es triste que las oportunidades caduquen por la precaridad del mercado de trabajo… más triste es que las dejemos caducar por no saber mantener nuestra frescura en el ejercicio de nuestras competencias.
…cuestión de estar siempre on fire.
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Procesos y Aprendizaje
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Orientación después de la contratación
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Foto de Pexels vía Pixabay, con licencia CC0
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