#citaciega
“…se le había pasado la vida en un rato
y no era capaz de determinar
qué es lo que había estado haciendo…”
‘Cera en los oídos’, de Fátima M. Roldán
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Estoy absolutamente convencido de que tener una estrategia personal te ayuda a saber dónde estás respecto hacia dónde quieres ir, e identificar los proyectos y las acciones que te van a acercar a tu destino deseado.
…pero… a ver, aviso a navegantes… que no creo que sea necesario que todo el mundo tenga que tener una estrategia personal definida y estructurada para ser feliz o sentirse dueño de su vida. Más aún cuando este tipo de ‘estrategias’ pueden configurarse de infinitas maneras según la propia persona… habrá quienes necesitemos hacerlo de forma más explícita, a otras personas les bastará con intuirla, otras actuarán siguiendo una estrategia sin saberlo, en fin, da igual… lo importante es lo que le valga a cada uno según su voluntad…
Además, una estrategia es simplemente una hoja de ruta… un mapa sin más valor que el de la expresión de un deseo de dirección y de una relación de medios y recursos necesarios para afrontar el camino.
Lo que realmente hace valiosa una estrategia, sea del tipo que sea, son las acciones que la ratifican… los hechos que la ponen en pie.
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Cierta percepción de control
Cuando una persona ha diseñado una estrategia personal o profesional, expresando metas, itinerarios y los recursos que necesitará, puede empezar a tener la falsa percepción de estar “más cerca del destino” … como si ya hubiera empezado la marcha…
…en cierto modo es normal… si las personas somos el producto final de nuestras decisiones y empezamos a decidir, aunque sea sobre el papel, empezamos también a tener cierta ‘percepción de control’ sobre nuestro destino…
… pero solo es eso, “una percepción” … no podemos estar más cerca de algo cuando aún no hemos dado ningún paso… o dicho de otra forma… no por preparar el equipaje estás más cerca del final del trayecto (si aún no has salido de casa).
Insisto, creo que son las acciones físicas y tangibles (repito, físicas y tangibles) las que nos acercan a las cosas, nos permiten gestionar las dificultades y obstáculos, y las que ponen en pie nuestras estrategias y sus éxitos. Las acciones determinan nuestra productividad.
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Moscas
Cuando uno sale de casa y camina hacia un sitio no tiene la vista en ese sitio… me explico…
…si has quedado para cenar con alguien, a las 21:00 horas, en la mesa del fondo del Bar de la Calle X… cuando sales de tu casa, en ese momento, aún no ves la mesa de ese bar aunque la tengas en mente… es más, tu atención se enfoca en otras cosas que necesariamente tendrá que cuidar para llegar al destino: que no te comas ninguna farola, que no te lleves por delante a ningún transeúnte, que al cruzar una calle existan condiciones de seguridad…
…y además, tratará (con mayor o menor fortuna) de no dejarse seducir por ninguna “mosca”, esto es, esas cosas que nos distraen y no nos aportan nada… en nuestro ejemplo: un escaparate en el que nos detenemos un buen rato sabiendo que no vamos a comprar nada en ese momento, parar a comer algo seducido por el olor que sale de un establecimiento a pesar de que hemos quedado para cenar en pocos minutos, alargar una conversación más de la cuenta con alguien a quien nos hemos encontrado por el camino con el riesgo de llegar tarde…
…acciones nada efectivas que nos distraen del objetivo con el que salimos de casa… y se comen nuestra productividad personal.
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La razón
La razón por la que escribo todo esto es porque hace unos días caía en la cuenta de la cantidad de moscas que me distraen de lo que quiero y se comen mi productividad (¡¡a pesar de mis estrategias!!)… y fíjate que no digo que me distraen “de mis objetivos”, quizá suene demasiado profundo… me conformo con decir en este punto que me distraen de lo que quiero y siento que puede ser bueno para mí…
Voy a poner un ejemplo estúpido… llega la hora de acostarse para conseguir un buen descanso… decides acostarte, pero no lo haces… más tarde descubres que has retrasado la hora de dormir unos treinta minutos porque te has puesto a ver una serie de vídeos absolutamente aplazables de la época dorada del Grunge… manda huevos… justo en ese instante descubres que el placer causado por ver a Eddie Vedder colgado de una mano de un escenario y a punto de matarse no vale ni un minuto de sueño… no ha merecido la pena… me he distraído…
…otro ejemplo… terminas aceptando un encargo que te consumirá unas quince o veinte horas de trabajo, que no está bien pagado y que te desenfoca profesionalmente… lo único que te genera es enfado, estrés y ganas de que pase… ¿me he distraído al tomar la decisión? … joder, David…
…otro… tras 30 minutos saltando por las redes sociales terminas más cabreado con el mundo y con tu supuesta comunidad digital… joder… me distraigo…
…moscas… moscas… moscas que nos distraen… cosas estúpidas y prescindibles que nos consumen pequeña dosis de vida, energía, tiempo, recursos… que merman nuestra productividad y nos ralentizan el sistema… como si cada una de esas ‘moscas’ fueran archivos temporales que se van quedando en nuestro sistema operativo personal y lo hacen más leeeeeento…
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Tres variables
…pero seamos razonables, a ver… no somos robots que podamos programarnos directos al objetivo, siguiendo una estrategia e ignorando la vida y sus variables… como si estas no existieran… como si tuviéramos la capacidad de aislarnos en un mundo que se caracteriza precisamente por una sobreestimulación continua… en el que a poco que saquemos el periscopio… ¡MOSCA!
…y ojo, también es cierto que detrás de una mosca puede haber una gran oportunidad… ¡nunca se sabe!
Entonces… ¿Qué podemos hacer?
El otro día, insisto, considerando mi tendencia a la dispersión, lo que me cuesta enfocarme, las moscas que más me distraen y los efectos que tienen en mi productividad y mi estado emocional… entendía que había tres variables que me ayudaban a gestionar de forma rápida estas distracciones e incluso me permitían diferenciarlas de lo que pudiera ser una oportunidad, estas eran el dinero, la salud y el bienestar.
Así, cuando dedicando tiempo y energía en algo, cabría hacerse estas tres preguntas…
- ¿Me da dinero, me lo puede dar o me lo quita de alguna forma? ¿Es el momento de abordarlo?
- ¿Afecta de alguna manera a mi salud?
- ¿Me genera bienestar o malestar? ¿Y dentro de unas horas? ¿Y dentro de unos días?
El mindfulnes y las técnicas que entrenan la atención plena están geniales… pero mientras uno las consolida necesita algún asidero, algo más pragmático, para tomar decisiones en el momento y mantener un nivel óptimo de productividad personal.
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Inspirando en Paul Dolan… no me olvido de que hay cosas que me causan cierto placer inmediato y no tienen sentido (ojo, porque por ahí se nos va la energía)… y cosas que no me gustan y que tienen sentido (son nuestras inversiones)…por supuesto, cosas que no nos gustan y no tienen sentido (nuestros agujeros negros)… y lo que más nos capitaliza, aquellas cosas que sí nos gustan y sí tienen sentido (lo que nos hace avanzar)…
…a mí esta teoría me encaja con las preguntas anteriores, que nos pueden apoyar a distinguir lo que merece la pena… y lo que merece la alegría… para nosotros y nuestro desarrollo… para tomar conciencia de lo que nos gusta y de lo que no… y de si tiene sentido o no lo tiene para nosotros.
…en fin, que ojo, que a veces parece que no pasa nada… y pasa todo… y nos distraemos mirando a la pared e inventando moscas… donde no hay nada.
Feliz semana!!
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(Post dedicado a Martín, mi peluquero… con quien me encanta conversar y con quien verbalicé estas inquietudes el otro día… pobre…)
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Me encanta como tienes la habilidad de hacer fácil , lo que en principio parece complicado. Me ayudas a organizar las ideas y plantearme mis metas marcando una hoja de ruta. Me encantadas. Un besote
Gracias Mari Carmen…
…un abrazo amiga!!
d.