#citaciega
“…ya no tenía otro motivo,
que salirse con la suya…”
De Nudo, Fátima M. Roldán
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A veces tengo la sensación de que el ‘saber decir no’ está sobrevalorado. A ver, espero poder explicarme, porque ‘saber decir no’ es importante, pero como en todo… hay que saber hacerlo, y aceptar las consecuencias… y sobre todo hay que ser muy conscientes de los motivos en los que basamos nuestra negativa, además de elegir el momento y la intensidad a la hora de formular la negativa.
Normalmente, la persona que no sabe decir no tiende a victimizarse… una victimización que procede de la pobreza de ánimo a la hora de marcar límites, ya que esa persona se verá en vuelta en los deseos y las voluntades ajenas precisamente por eso, por no saber decir no.
Los expertos dirán, que esa persona carece de ‘asertividad’.
Vaya tela con la asertividad, ¿verdad?
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¿Víctima de quién?
La movida es que si lo pensamos bien, quien no sabe decir no, más que víctima de los demás es víctima de sí mismo… y de no saber precisamente marcar los límites adecuados.
Pero la re-movida es que la persona que no sabe decir no, al verse haciendo, diciendo o callando cosas que no quiere hacer, decir o callar… en función a las pautas que otros marcan, puede terminar formulándose la creencia de que definitivamente es víctima de los demás, como si los otros manejaran sus hilos… y fueran artífices conscientes de esta manipulación…
…aunque lo probable sea que la mayoría de las veces, los demás no se estén enterando de este cuento, y vivan totalmente ajenos al desasosiego de quien no sabe decir no.
…OJO, no quiero decir que no existan casos de manipulación, abuso, chantaje emocional, etc., QUE SÍ EXISTEN, pero hoy, no hablo de eso, hoy me enfoco en los casos en los que una pasividad infectada desemboca en una ‘asertividad pasada de vueltas’ (si es que eso existe).
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…pasando facturas
Una parte crítica, es el estado de encabronamiento vital y queja continua (por todo) en el que una persona que no sabe decir no puede caer, y sus consecuencias.
Me explico, esa persona, al sentirse manejada por la voluntad ajena, puede llegar a mantener una posición muy reactiva con los demás. Una posición defensiva, ocurra lo que ocurra (dicen que más vale prevenir).
Y esto puede tener un doble perjuicio: por un lado, estar a la defensiva limita la efectividad de las relaciones, de hecho, la imposibilita; por otro lado, se pueden llegar a pasar facturas emocionales a los demás basándose en suposiciones o interpretaciones subjetivas de los hechos… que, pensándolo bien y con perspectiva, tienen poca o ninguna responsabilidad (en muchos casos) de que no seas capaz de decir que no.
Y claro, pasarle facturas a otros para que paguen por tu incapacidad de marchar límites no genera el mejor de los escenarios para que la reactividad baje, las actitudes se relajen y la conexión humana pueda darse de manera sana y fluida.
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Pasivo-agresivo
Se dice que una persona, en términos generales y sin profundizar mucho, puede ser pasiva, asertiva o agresiva.
Si bien es muy agradable y reconfortante el paso de una persona con una actitud pasiva a una actitud asertiva, o de actitudes agresivas a actitudes asertivas… ya que no deja de ser uno de los muchos ejemplos de transformación personal que pueden darse…
…no deja de resultarme curioso el paso de quien ávido de asertividad, se convierte de pasivo a agresivo, conformando un perfil pasivo-agresivo (si es que esto existe), a veces más temible que el de carácter fuerte, al que se le ve venir la reacción a kilómetros.
El pasivo-agresivo, normalmente, es el que se pasa de frenada en el ejercicio de su asertividad, el que con el ánimo de afirmarse personalmente, termina jugando a ‘imponerse’ en el nombre de su persona.
(…a veces, asombrado por el cambio de tendencia brusco, no puedo dejar de imaginarme a un Coach o a algún psicólogo detrás, invitando a la persona que apunte cuántas veces dice que no al día… como si tuviera que batir un record o se estuviera preparando para las olimpiadas de las habilidades sociales, manda huevos… coleccionando ‘noes’, como si fuera la mejor manera de entrenar la asertividad… uff…)
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Los motivos
Como casi siempre, la clave está en los motivos.
Se dice que una persona es asertiva cuando sabe posicionarse, cuando conoce sus derechos y los ejerce respetando a los demás. Sabe posicionarse, decir lo que piensa, o callarse lo que quiere, sin causarle conflicto interno, y normalmente sin causar conflicto externo… y si lo causa externamente, no era esa la intencionalidad.
La asertividad no es un ejercicio de fuerza. No se puede confundir la asertividad con el saber decir no. Considero que ese es solo un capítulo de un libro mucho más grande. Decir que no es importante, cuando sea importante decirlo… cuando no, ojo, puede convertirse en una pasada de frenada a la hora de afirmarnos.
No cabe la afirmación personal negando a los demás, o negándole algún derecho, o incluso negando nuestra generosidad por ‘no ceder’.
Solo cuando existe un ‘para qué’ alineado a tus valores, a tu persona, a tus derechos, el decir que no cobra todo su sentido… no es el ‘por qué’, es el ‘para qué’…
…deja de pensar en los demás, para pensar en ti, y poner tu vida en función de tus recursos, tus iniciativas, y tu proyecto… con sus síes, y sus noes… con sentido, con motivos.
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https://www.youtube.com/watch?v=7OgWwUXF64Y
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Saber decir no (y la película que te montas)
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Imagen de katharinaKanns vía Pixabay con licencia CC0 Public Domain
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